NR – José A. Delgado presenta un escrito bastante objetivo, como no es una noticia, es razonable sea subjetivo. Pero trata de ser honesto, y eso hay que reconocerlo. Pero comete varios errores, ya Puerto Rico fue anexado en el 1898, y la Estadidad sera por mutua conveniencia. Para los Estados Unidos es esencial resolver el problema de status, prefiriendo la Estadidad, porque es la única forma de unir Las Américas en un bloque económico que pueda competir con Europa y Asia.
Si las cosas le salen bien al gobierno de Luis Fortuño y al Partido Nuevo Progresista (PNP), la teoría que por décadas ha empuñado el presidente del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), Rubén Berríos Martínez, de que la estadidad para Puerto Rico es sólo un fantasma se pondrá a prueba a partir de enero de 2013.
Por décadas, Berríos Martínez ha defendido su teoría, convencido de que una vez Puerto Rico rechace la continuación del status actual (territorial, colonial o todas las anteriores), le tocará la silla caliente a la estadidad.
Mientras Puerto Rico mantenga una identidad nacional distinta a Estados Unidos, ha dicho Berríos Martínez, la estadidad es imposible.
El rechazo a la estadidad provendría de Washington, sea por un claro “no”, alargaaaando la respuesta o haciéndole reclamos a Puerto Rico que resulten inalcanzables para los quieren la plena anexión a Estados Unidos.
Poco a poco ha comenzado a aclararse el hecho de que una mayoría absoluta no será suficiente.
El presidente Barack Obama no ha hablado directamente de exigirle una supermayoría a la estadidad, pero ha advertido que los reclamos para un cambio de status no se resuelven, por decir un número, con un respaldo de 51%.
Posteriormente, en un vídeochat de El Nuevo Día, el propio gobernador Fortuño reconoció que la estadidad necesitará conseguir un respaldo “contundente”.
Para el gobierno del PNP, con una mayoría absoluta (la mitad más uno), será suficiente para echar a andar el proceso hacia la estadidad.
Pero, el propio congresista demócrata José Serrano, quien tiene muchos amigos en el PNP y se declara opositor del actual status de Estado Libre Asociado (ELA), ha afirmado que para ratificar una oferta de estadidad del Congreso, los estadistas necesitarán una supermayoría.
Un proceso que encamine a la Isla hacia la estadidad, si ocurriera, debería aclarar si es cierta la teoría del PNP de que el gobierno de Puerto Rico – incluidas las escuelas, su judicatura y la Legislatura – no tiene que dejar de funcionar en español.
El PNP dice la verdad cuando indica que como estado, con toda probabilidad el Congreso no podrá imponerle a Puerto Rico quitar el español como uno de sus idiomas oficiales, más allá de exigir el uso del inglés a nivel federal.
Pero, el problema puede no ser ese.
El asunto es si el Congreso puede dejar en suspenso una petición de estadidad hasta convencerse de que el dominio del inglés ha alcanzado tal grado en la Isla que el Gobierno puertorriqueño tienen la capacidad para funcionar a diario en ese idioma.
Un asunto que a veces los propios líderes políticos del PNP trivializan, pero que pienso que tiene fuerza dentro de importantes sectores de la población boricua es la representación deportiva internacional, un espacio que ha permitido a Puerto Rico defender su identidad, su nacionalismo y crea los héroes que, como nuestros principales artistas, tienen la capacidad para aglutinar a gran parte de la imaginación de los puertorriqueños.
Hay voces en el PNP que creen que Puerto Rico podrá obtener una autorización especial para representar a Estados Unidos en Juegos Centroamericanos y del Caribe. Es posible, pero pensar en una participación a nivel panamericana o mundial, es, por no agotar el debate, improbable.
La claves en Washington
Los factores decisivos en el teatro político de Washington, sin embargo, pueden ser otros.
En Washington, en última instancia, los asuntos se miden en términos de dólares y centavos, y su seguridad nacional. ¿Aportará suficiente dinero el estado de Puerto Rico al Tesoro federal como para que se abran todas las válvulas de las asignaciones federales a Puerto Rico?
Por el otro lado, está el reclamo de estadidad de los residentes de Washington D.C. y el equilibrio partidista en el Congreso, dos asuntos que muchos aquí considera serán los decisivos.
¿Podrá Estados Unidos echar hacia delante la estadidad sin atender antes los continuos reclamos de Washington D.C. para convertirse en un estado? A diferencia de Puerto Rico, Washington D.C. – que tiene que superar escollos constitucionales para convertirse en un estado – sí ha votado a favor de la estadidad.
Pero, la población de Washington D.C. (que ya es parte del colegio electoral estadounidense) no ha podido, ni siquiera, lograr consenso en el Congreso para que se le otorgue un escaño con plenos derechos en la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
Por otro lado, ¿cómo convencer a los republicanos de que los boricuas de la Isla no enviarán principalmente funcionarios electos identificados con los demócratas?
Los dos partidos estadounidenses en Puerto Rico suelen funcionar principalmente como un club político.
Pero, son los demócratas – por reunir a miembros del PNP y del Partido Popular Democrático (PPD) – los que han logrado llevar más electores a las urnas, aunque en 1988 para definir pugnas locales.
Los boricuas del Grand Old Party (GOP), seguramente, quieren combatir esa percepción con las primarias presidenciales republicanas del 18 de marzo, en la que esperan sacar provecho de la movilización electoral que hará el PNP para seleccionar sus candidatos de cara a las elecciones generales de noviembre en Puerto Rico.
Los estadistas que no tienen prisa pueden pensar que en unas cuántas décadas las posibilidades de avanzar la anexión plena son más realistas, dándo tiempo a un mayor crecimiento de la población hispana.
Aunque los latinos en Estados Unidos pueden estar desvinculados del debate status en Puerto Rico o reconocer la división que el tema provoca en la Isla, a los funcionarios electos demócratas que son altamente dependientes del electorado hispano se les hará complicado ponerle obstáculos a una propuesta de estadidad.
En resumidas cuentas si todo le sale perfecto al PNP, es decir si la estadidad gana todo el proceso de status de noviembre próximo y Fortuño revalida, su liderato tendrá por vez primera la responsabilidad de demostrarle a su militancia que la estadidad no es un fantasma.
El PNP lo descarta, pero triste sería que le tome a Puerto Rico otras seis décadas, como ha sucedido hasta el momento con los esfuerzos para mejorar el “ELA”, confirmar que un estado de la federación estadounidense en el Caribe tampoco es viable.
Y que entonces haya que empezar de nuevo.
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