Falacias leguleyas
La dictadura que detenta el monopolio de más de 60 años en la administración de la Rama Judicial, tiene a banderas desplegadas su guerra de propaganda embrutecedora. Ante las serias acusaciones de corrupción contra el Juez Presidente del Tribunal Supremo, en las que alguaciles alegan que usó personal y recursos de la Oficina de Administración de Tribunales (OAT) para su propio beneficio, la consigna es de tierra arrasada y de desviar la atención de las investigaciones usando de subterfugio un ‘tranque’ en el Tribunal Supremo. Falsedad que no tiene base fáctica alguna, puesto que en el Pleno de esa superioridad, los asuntos se resuelven por mayoría de 6 a 3 y no existe tal impasse o parálisis. La política pública se establece por opiniones de la mayoría con las correspondientes opiniones concurrentes y disidentes. No existe por lo tanto un paro o disloque en el proceso decisional ni reglamentario.
Cuando la mayoría del Tribunal Supremo enmendó el Reglamento para detener la inquisición ilegal del fiscal César López Cintrón, la Prensa y la aristocracia leguleya lo llamaron una “imprudencial judicial” y una “guerra política”. “Guerra”, declarada a tiros y raspasos por la propia Administradora de los Tribunales y no por la mayoría. Enmiendas al Reglamento adoptadas todas dentro del poder de reglamentar la administración de la justicia que la propia Constitución le confiere al Pleno y no a la OAT ni al Juez Presidente.
El desenlace del diferendo sobre el contrato del fiscal especial reveló al fin quién tenía la razón jurídica. Los eventos desmontaron la propaganda. El Juez Presidente se vio obligado a dar reversa y el fiscal tuvo que renunciar a su contrato para no desacatar la autoridad del Pleno. En su partida, López Cintrón tiró al medio a la OAT, aclarando que no investigaba a los jueces del Tribunal Supremo como originalmente alegó Sonia Vélez y confirmando que en efecto gestionó evidencia relacionada a las serias imputaciones que se ventilan en las otras Ramas contra su jefe, el Juez Presidente. La retirada estratégica de la camada Popular demostró la vulnerabilidad y el conflicto de interés del Juez Presidente. Como muy bien apuntó la Resolución de la mayoría, el afán por investigarse a sí mismo plantea no solo un conflicto de intereses, sino también un intento de obstruir la justicia abusando de su poder contractual para protegerse. El contrato del FEI era una violación crasa del Canon 33 de Ética Judicial, que prohíbe a los jueces el uso personal de empleados, recursos y servicios de la Rama Judicial para asuntos no oficiales.
De nuevo, no hubo ningún tranque. La controversia se resolvió conforme al Artículo 5, Sección 4 de la Constitución y en armonía con la Regla 4A del Reglamento del Tribunal Supremo vigente, que dispone que el Tribunal en Pleno atenderá e intervendrá en todos los asuntos de disciplina y que las decisiones se adoptarán por mayoría. La convocatoria de la mayoría para enmendar el Reglamento de Investigaciones también se hizo conforme a Derecho según la Regla 6(b) y la Regla 50 del Reglamento del Supremo. Ni hablar de la Ley de la Judicatura del 2003, que en su Artículo 2002 le confiere al Pleno el poder de establecer las reglas de administración de tribunales. La bandera blanca desplegada por el Juez Presidente disipó la llamada crisis, ya que este optó por no confrontar las órdenes y la autoridad constitucional del Pleno. Contrario a lo que alegaron los leguleyos, la controversia no llegó a la Corte federal, ni se ha producido una congestión de casos en los tribunales de primera instancia.
Otro de los embustes de la propaganda del Régimen Popular que hay que desmontar es el argumento de que las vistas senatoriales o la pesquisa de Justicia están concentradas en el Tribunal Supremo. Falso. Como dije antes, la pesquisa no es sobre todos los jueces del Tribunal Supremo. Una golondrina no hace verano. El objeto y predicado de estas investigaciones es la alegada conducta impropia del juez presidente, Federico Hernández Denton. Sus mismos empleados de la Rama Judicial son los que lo denunciaron por el uso personal de recursos públicos para fines privados y otras violaciones de naturaleza constitucional, penal y de ética gubernamental. Para empezar, el Artículo VI, Sección 9 de la Constitución establece: “Solo se dispondrá de las propiedades y fondos para fines públicos”. Irónicamente, las imputaciones de corrupción contra el Juez Presidente –que todavía no se han probado– se dan en un cuatrienio que empezó en enero del 2009, con una judicatura metiendo preso a Jorge Inserni por haber utilizado su chofer para mandados privados y en un momento en que, amparados en los precedentes judiciales, la oficina del FEI encausa criminalmente al exlegislador PNP Iván Rodríguez Traverso por el uso de empleados públicos para una fiesta privada en su finca. El juez Hernández Denton parece ser el jamón del sándwich de ese doble precedente.
Las imputaciones de corrupción contra Federico Hernández Denton son interpretadas por los leguleyos como un golpe a la institución de la justicia. Porque para estos genios, los jueces nombrados por el PNP son invasores de terrenos y depredadores sin autoridad legal alguna, cuando se trata de hacer valer la Constitución, reivindicar derechos y desmantelar el monopolio de 60 años que un solo partido ha explotado en la administración de la justicia colonial.
En última instancia, el balance de esta controversia es el siguiente: (1) Al Juez Presidente le explotó la marometa en la cara; (2) La contratación del FEI despertó un gigante dormido de una mayoría que operaba sumisa; (3) La propia jurisprudencia establece el poder de la Legislatura para investigar las otras ramas de gobierno; (4) La pirueta quemó a la Jefa de OAT, la jueza Sonia Ivette Vélez, y al fiscal César López Cintrón; (5) Los empleados de la OAT le han perdido el miedo a servir de testigos cooperadores; (6) El desmantelamiento de medio siglo del monopolio de la ‘justicia roja’ ha comenzado; y (7) Cuando el Juez Presidente viola la ley impunemente, la justicia se destruye. Los jurisconsultos pueden apelar ahora todo lo que quieran ante la oligarquía de Guaynabo usando su derecho al pataleo y a la propaganda colonial…
Hernandez Denton es NADIE comparado con lo «ilustre» y de «renombre» que era Baltazar Garzon….. Si a el lo desaforaron, que desaforen o cojan a este pillo en algo NO es nada……. Igual que la guerrillera Carmen Julin hoy por otra estacion radial… dijo y repitio con su boquita de comer como ella mismo dijo, que el PNP habia puesto a esos otros jueces y teniamos el caso contra el dios hernandez denton con la unica intencion de ROBARNOS las elecciones….. Si no la hubiera escuchado personalmente, no lo hubiera creido que llego a ese nivel de difamacion, desespero, frustacion, prepotencia, etc, etc…. Eso demuestra lo desesperados que estan y tuvo que ser una mujer, tristemente, la que se presto a tal bajeza, que es nada mas y nada menos que aceptar que SU PARATIDO se ROBO las elecciones del 2004 al igual que la alcaldia de SJ cuando Hector Luis Acevedo y sabe Dios cuantas otras cosas mas….
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