Una de las tendencias más recientes en las ciencias económicas es lo que se conoce como la economía conductual o economía del comportamiento (“behavioraleconomics”), la cual surge como consecuencia de traer al análisis económico ideas y aplicaciones del campo de la psicología.

El análisis dentro del campo de la economía conductual se caracteriza por abandonar el supuesto de que los seres humanos somos totalmente racionales, que es uno de los pilares sobre los cuales se ha desarrollado el conocimiento tradicional en el campo de la economía. Por el contrario, los estudios dentro de esa nueva rama de la economía demuestran que los seres humanos, en lugar de tomar decisiones a base del análisis ponderado de los costos y beneficios de los asuntos bajo análisis, tenemos la tendencia a formar juicios a base de otras consideraciones que no tienen necesariamente nada que ver con la sustancia del asunto en sí.

Una de las razones por las cuales los seres humanos no tomamos las decisiones correctas se debe a que somos propensos a la inercia. Eso significa que tenemos la tendencia a dejarnos llevar por la decisión que surja por defecto (“default”), en lugar de tomarnos el trabajo de decidir a base un análisis concienzudo de la información disponible.

Por esa razón, por ejemplo, tendemos a ahorrar más si en el trabajo nos descuentan el dinero. Por lo mismo, muchas revistas o clubes de libros venden subscripciones con renovación automática porque saben que gran parte de las personas, aunque no les interesen, no se toman el trabajo de cancelarlas. Por eso también es que, para las emisoras de radio, son tan importantes los programas que se transmiten al final de las tardes, pues saben que las personas, en lugar de cambiar la estación, terminan escuchando el programa mañanero de la misma emisora que dejaron sintonizada el día anterior.

Esa tendencia que tenemos los seres humanos a decidir por defecto tiene implicaciones también sobre aspectos de política pública. El caso de las donaciones de órganos es uno de ellos.
De acuerdo a los datos más recientes del Departamento de Salud y Servicios Humanos del Gobierno Federal (http://optn.transplant.hrsa.gov/data/), en Estados Unidos hay 122,438 personas en lista de espera para recibir un trasplante de algún órgano o tejido necesario para su supervivencia. En Puerto Rico, según la misma fuente, la cifra de personas en espera de recibir una donación de órgano o tejido se eleva a 417 .
Según indica Donate Life America (http://donatelife.net/understanding-donation/statistics/), organización dedicada a promover y aumentar la donación de órganos y tejidos, cada diez minutos se añade una nueva persona a la lista de espera. Lamentablemente, debido a que la cantidad de personas excede por mucho la cantidad de órganos y tejidos disponibles, en Estados Unidos cada día mueren, en promedio, 18 personas por falta de un trasplante. Irónicamente, aunque el 90% de los americanos dice apoyar la donación de órganos y tejidos, sólo el 30% conoce los pasos necesarios a seguir para convertirse en donante.
En Puerto Rico, al igual que en el resto de los Estados Unidos, para ser un donante de órganos hay que dar el consentimiento explícito. Una de las formas en que esto se hace es al obtener o renovar la licencia de conducir en la cual, si usted escoge ser donante de órganos y tejidos, así aparecerá indicado. En su defecto, usted no aparecerá como donante.
En otras palabras, al obtener o renovar la licencia en Puerto Rico la decisión por inercia es no ser donante de órganos y tejidos, aunque, hay la oportunidad de registrarse como donante si uno lo desea. El efecto práctico de ese sistema es que muchas personas que desearían ser donantes de órganos y tejidos no se registran como tales.
En el capítulo 11 de su libro Nudge: Improving Decisions About Health, Wealth, and Happiness (Yale University Press, 2008), Richard H. Thaler y Cass R. Sunstein presentan evidencia que demuestra que más del 90% de las personas entienden la importancia de

Copyright (Derechos Reservados) © 2012, Carlos A. Colón De Armas
donar sus órganos y tejidos y estarían dispuestas a hacerlo. Aún así, menos del 50% de las personas toman el paso afirmativo de registrarse como donantes.
Si tantas personas están dispuestas a donar sus órganos y tejidos, pero menos de la mitad lo hacen, los principios de economía conductual nos sugieren que el problema podría radicar en la forma en que está estructurada la decisión. En específico, podría darse el caso de que la tendencia que tenemos los seres humanos a la inercia o a decidir por defecto nos está llevando a no ser donantes de órganos cuando queremos serlo. Una forma de arreglar eso podría ser cambiando la forma en que está estructurada la decisión.
En el mismo capítulo del libro antes indicado, Thaler y Sunstein discuten un estudio que encontró que en Alemania, donde el consentimiento para la donación tiene que ser explícito, sólo el 12% de la población se registró como donantes de órganos. Por el contrario, en Austria, donde se presume que las personas serán donantes, pero se les provee la oportunidad para elegir no serlo, el 99% de la población en efecto consintió a donar sus órganos.
Por lo tanto, si queremos aumentar el número de donantes de órganos y tejidos en Puerto Rico, una forma de hacerlo es cambiando el procedimiento al obtener o renovar la licencia de conducir. Todo lo que habría que hacer es registrar como donante de órganos y tejidos a toda persona que vaya a obtener o renovar su licencia de conducir, pero haciéndole la advertencia y proveyéndole la oportunidad para no hacerlo si ésa fuera su preferencia.
Los estudios tienden a indicar que un sistema así diseñado produciría resultados más cónsonos con los verdaderos deseos de las personas y contribuiría significativamente a salvar vidas. ¿Qué esperamos para hacer el cambio?

El Vocero 2-11-12