La Universidad de Puerto Rico (UPR), que en tanta controversia se ha visto involucrada recientemente, se convirtió ayer en un ejemplo a seguir por otras instituciones públicas y privadas en la Isla, al dar un paso afirmativo para romper con la dependencia de energía basada en petróleo. Con tres recintos ya en operaciones, el presidente de la UPR, Miguel Muñoz anunció un abarcador programa para utilizar energía renovable.

Específicamente, se desarrollarán once proyectos a través de todos los recintos que componen el sistema para utilizar energía verde. Estos proyectos son posibles por una combinación de fondos federales disponibles para estimular la energía limpia y fondos propios de la UPR. La inversión mayoritaria es de fondos federales, mientras que la UPR destinó casi $350 mil para los proyectos. Sin embargo, éstos generarán economías en el renglón de pago de energía eléctrica de $230 mil anuales.

Además de constituirse en un ejemplo y de fomentar las investigaciones en el área de energía renovable, este paso dentro del primer centro docente de Puerto Rico es otra de las medidas de disciplina fiscal que la institución está en proceso de adoptar para enfrentar la crisis presupuestaria por la que atraviesa. De hecho, es también un primer paso que puede abrir otras posibilidades para sacar mayor provecho de la energía renovable.

El anuncio de la UPR junto con la Administración de Asuntos de Energía (AEE) casi coincide con otro de gran impacto para impulsar la energía limpia en Puerto Rico. Se trata de una iniciativa para reembolsar las inversiones en energía renovable a consumidores y empresas privadas. Para este proyecto, el gobierno separará $20 millones y $40 millones anuales para un Fondo de Energía Verde que entrará en vigor a partir de este viernes. La meta es que en diez años este fondo haya recibido $290 millones para que, tanto empresas como ciudadanos en sus residencias, opten por desarrollar proyectos basados en energía renovable. Esta opción no sólo ayuda a preservar el medioambiente, sino que tiene un impacto positivo en nuestros bolsillos.

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Sin mucho ruido, el presupuesto de la Universidad de Puerto Rico (UPR) para el año fiscal que comienza el 1ro. de julio fue aprobado con los ingresos de la fórmula fija procedentes del Fondo General, $18.5 millones de deudas gubernamentales pendientes y otros fondos propios. En total, el presupuesto consolidado de la UPR para el próximo año fiscal es de $1,400 millones, una cifra que mejora en algo el difícil panorama de la universidad del Estado, pero que no la saca de una situación de estrechez fiscal.

El propio presidente de la institución, Miguel Muñoz habla en términos cautelosos y aún no provee una fecha para levantar la cuota especial que tanta tensión provocó el pasado año académico. Incluso, advierte que serán extremadamente estrictos con relevar de carga académica a profesores que así lo soliciten como parte de investigaciones o proyectos académicos. Muñoz anticipó que sólo se otorgarán reducciones en las cargas académicas a docentes cuyas investigaciones puedan resultar en asignaciones de fondos en los siguientes dos años, de manera que puedan continuarlas. De esta forma, se pretenden controlar las partidas presupuestarias para investigación, al tiempo que se cuenta con más recursos docentes en el salón de clases sin necesidad de contrataciones adicionales.

En el tema de las deudas del gobierno con la UPR, durante el conflicto huelgario se habló de $40 millones, pero como muchas cosas de las que se dijeron para las gradas en ese proceso, resultó que al final del día fueron $18.5 millones. La cifra surge de un proceso de armonización entre los números de la UPR y de la Oficina de Gerencia y Presupuesto en el que se percataron de cálculos que se habían contabilizado dos veces. Ahora, el Presidente de la UPR habla de establecer mecanismos más rigurosos para que no se atrase el cobro de deudas a las agencias de gobierno.

Esa misma rigurosidad debe regir en todas las decisiones que puedan impactar las finanzas del sistema universitario, pues lo cierto es que su realidad fiscal es extremadamente delicada. Es momento de una estricta disciplina fiscal y de fomentar un ambiente en el que todos los integrantes de la comunidad universitaria sigan trabajando en la búsqueda de fortalecer el principal centro docente de Puerto Rico.