La agonía de la colonia

La agonía de la colonia

 Por: Adolfo Méndez Ríos – Autor y consultor

    Los datos publicados en fecha reciente por el Negociado del Censo de los Estados Unidos reflejan la gran diferencia que existe entre el salario promedio de las personas en Puerto Rico en comparación  con los ciudadanos de los Estados Unidos. De acuerdo a Thomas L. Mesenbourg, subdirector del Censo, en Puerto Rico las personas obtuvieron un salario promedio de $ 18, 862, mientras que en los Estados Unidos el salario promedio fue de $50,046. Lo peor del caso es que esta gran diferencia se mantuvo inalterada por los últimos diez años.

    Es innegable que la colonia llamada ELA le está costando dinero y progreso a nuestras familias. Lo que uno no puede llegar a comprender es como el liderato del Partido Popular Democrático (PPD) persiste en perpetuar un sistema político que  priva a nuestra gente de un mayor progreso y bienestar. La posición ideológica de dicho partido no tiene explicación lógica. Lo único que uno puede concluir es que el Partido Popular es una maquinaria para ganar elecciones y administrar la colonia en beneficio de sus allegados. No existe ninguna preocupación dentro del liderato rojo de mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo. La única manera que tiene el pueblo para lograr ese objetivo es terminando de una vez por todas con la colonia. Sin embargo, el liderato del PPD no quiere que Puerto Rico se mueva hacia el futuro. Por el contrario, prefiere condenarnos a un sistema colonial que ya colapsó y que no nos sirve para afrontar los retos del presente y del porvenir.

    El problema con el PPD es que dentro de su liderato hay un ala soberana que prefiere mantenernos distanciados de los Estados Unidos. Este grupo soberanista, unos abiertamente declarados y otros escondidos detrás del falso ELA, nunca ha tenido los pantalones bien ajustados para hablarle claro al pueblo y expresar sus más íntimos sentimientos con relación al problema del estatus. Su discurso es ambivalente y confuso para desorientar al pueblo puertorriqueño.  El problema que tiene planteado ese liderato es que nuestra gente está despertando, porque a medida que pasan los años, tiene  un mayor acceso a los medios de prensa y a otros adelantos del mundo de la comunicación virtual. El liderato del Partido Popular no acaba de comprender que estamos viviendo nuevos tiempos y que el pueblo quiere  mayores oportunidades de progreso, que actualmente  se ven tronchadas por la vigencia de un sistema que ya no nos sirve y que tenemos la urgencia de cambiar.

    Los miedos del pasado ya se han ido disipando y el liderato del PPD se ha quedado sin discurso y sin argumentos para oponerse a que el pueblo aspire a un sistema político permanente y no uno colonial como el que padecemos. En principio nos decían que de advenir la estadidad los puertorriqueños tendríamos que pagar los famosos “taxes” por los bienes y servicios que adquiriésemos. Sin embargo, fueron los propios populares los que impulsaron el famoso IVU que hoy pagamos en nuestras compras. En otras palabras, ya el miedo de los “taxes” se vino al piso.

    También nos metieron miedo con el pago de contribuciones federales, y le decían al pueblo, mediante un mensaje engañoso, que con la estadidad  tendríamos que pagar contribuciones federales. Sin embargo, los propios datos que refleja el Censo Federal confirman que el salario promedio de las personas en Puerto Rico es menor que en los Estados Unidos por lo que la inmensa mayoría de nuestro pueblo no tendría que pagar contribuciones federales. Por el contrario, las familias puertorriqueñas recibirían un cheque del gobierno federal como una compensación por sus bajos ingresos.  El liderato del Partido Popular siempre ha ocultado esta información con el objeto de preservar la colonia y mantener a nuestra gente desinformada.

    Pero los engaños no terminan aquí.  También nos dijeron por muchos años que el problema del idioma era otro obstáculo para la estadidad. Los populares nunca han querido que los puertorriqueños aprendamos a dominar el inglés como segundo idioma. Esta es la razón por lo que la enseñanza del inglés en las escuelas públicas  ha sido defectuosa siempre. Es lamentable decirlo, pero desde la época de don Luis Muñoz Marín, una de las personas que más  se opuso  a la enseñanza del inglés lo fue su propia esposa doña Inés Mendoza. Cuando el gobierno americano obtuvo el control de nuestra isla importó  una serie de maestros estadounidenses para enseñar el inglés en nuestras escuelas. Mi padre fue uno de los que se benefició de esa enseñanza del idioma inglés que se instituyó en nuestras escuelas, y hasta su muerte mantuvo un buen dominio del  idioma.

    Poco a poco, y en forma soslayada, el liderato del PPD de entonces, que en su mayoría provenía de sectores independentistas y socialistas, comenzó a entorpecer la enseñanza del inglés en los currículos de estudios de nuestros estudiantes. Lo irónico del caso es que muchos de ellos eran gente de dinero que pudieron pagar los estudios a sus hijos en colegios de los Estados Unidos. La deficiencia en la enseñanza del idioma causó que muchos puertorriqueños se  fueran rezagando en el manejo del inglés. Lo curioso es que el propio liderato del PPD ha utilizado el argumento del idioma como un obstáculo para la estadidad, cuando fueron ellos mismos los que se opusieron al aprendizaje del idioma por un falso concepto nacionalista.

    Lo cierto es que la situación ha cambiado radicalmente con el advenimiento de la nueva tecnología. La gente está recibiendo una programación por cable en la que predomina el idioma inglés. Por otro lado la gran influencia hispana en los Estados Unidos ha tirado por el piso el argumento del idioma porque ya en la mayoría de los estados de la nación se habla el idioma español, y en algunos casos, como ocurre en el estado de Florida, es el primer idioma de conversación y de negocios es el español.

    Pero todavía hay otros aspectos que no podemos obviar. En sus afanes soberanistas, dicho liderato popular pretende proyectar a Puerto Rico como una superpotencia capaz de insertarnos en el mundo global para entrar en negocios con otras naciones. La realidad es que nuestra economía está atada en su totalidad a la de Estados Unidos. En el año 2010, Puerto Rico recibió $17,259 millones en transferencias federales, incluyendo los pagos de Seguro Social y Medicare. Esta gran inyección federal es la que nos ha permitido capear el temporal económico que ha azotado a la mayoría de los países del mundo, con algunos al borde del descalabro total. En otras palabras, la soberanía representaría un acto de suicidio colectivo del pueblo puertorriqueño.

    Por culpa de la propia colonia nosotros nunca hemos podido sentar las bases para diseñar un proyecto económico fuera de la protección de los Estados Unidos. El famoso ELA, que es el nombre que se inventaron los populares para llamar al territorio no incorporado de Puerto Rico, no se puede mejorar. Para adquirir más poderes, el ELA tendría que convertirse en un País soberano y éste es el temor del liderato del PPD, pues sabe que los puertorriqueños atesoramos nuestros vínculos de relación con los Estados Unidos y que no vamos a poner en riesgo el futuro ni el  bienestar de nuestras familias.

    Ante este cuadro que he descrito a ustedes, debemos prepararnos para una consulta plebiscitaria que nos brinda la oportunidad de enterrar la colonia y de buscar una definición permanente que nos permita dirigir al País hacia nuevos derroteros de progreso. Como era de esperarse, desde que se anunció el plebiscito del 12 de agosto, el liderato del PPD está temblando y ha entrado en negación con respecto a dicha consulta. Su candidato a la gobernación, que no tiene ni el carácter ni la valentía para coger el toro por los cuernos, dice que prefiere hablar de los problemas de Puerto Rico y que no va a expresarse sobre la consulta plebiscitaria. Esta ha sido la postura tradicional del liderato del PPD. La indefinición, el doble discurso y el deseo de perpetuar un sistema político que no puede dar más, y que obliga a dicho liderato a asumir esa postura que nos mantiene en la incertidumbre y en la confusión.

    Cuando los pueblos descubren la verdad y perciben que han sido víctimas de un engaño brutal, están en el deber de revelarse y de enviar un mensaje contundente a quienes por tanos años han jugado con su prosperidad. La oportunidad se presenta en bandeja de plata el 12 de agosto del próximo año. Esa será una fecha importante para el pueblo puertorriqueno ya que nos permite votar mayoritariamente en contra del sistema colonial que tanto nos avergüenza ante los ojos de los demás países del mundo. Ese será el día en que los puertorriqueños comencemos a labrar un nuevo futuro lleno de grandes expectativas.

    En lo que a mí respecta, quiero dejar claro  que sería incapaz de decirle a la gente de nuestro pueblo la manera de votar en dicho plebiscito. Ustedes conocen mi inclinación, pero yo tengo que respetar la de cada uno de nuestros lectores. A cada quién le corresponde  hacer su propia composición de lugar. Mi deber es sólo exponer unas realidades que pueden permitirles analizar el tema con mayor profundidad y medir los alcances de la decisión que van a hacer el 12 de agosto.

    La realidad es que no podemos quedarnos como estamos porque eso sería perpetuar la agonía de la colonia. El momento de la gran decisión se avecina y nos corresponde a todos nosotros meditar el curso a seguir con serenidad y sin apasionamientos partidistas. Este plebiscito no es una elección general más. Por el contrario, es una cita con el porvenir de Puerto Rico y con el bienestar de nuestras familias. Hagamos valer nuestro voto con el mayor sentido de responsabilidad ciudadana.

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