Entre los múltiples factores que han contribuido a perpetuar nuestra centenaria condición territorial-colonial durante los pasados 60 años, se encuentra una diversidad de mitos sobre las supuestas grandes ventajas económicas del ELA vis a vis las enormes desventajas económicas de la Estadidad, que las elites coloniales han tenido relativo éxito en inculcar entre sectores considerables de la población.
Mientras en los 50 estados se lograba la situación de pleno empleo del recurso humano (tasas de desempleo entre 4 y 5 %), en Puerto Rico nuestras tasas de desempleo nunca bajaron de dos dígitos (10.3% fue la más baja) y logramos la distinción de ser la región de mayor desempleo y pobreza en Estados Unidos. Y ello con todo y la llamada autonomía fiscal.
– EL ELA CON EL PPD, NO MEJORA.
– EL ELA CON EL PNP, SU ECONOMÍA MEJORA UN POCO.
– CON LA ESTADIDAD, IGUALAMOS NUESTRA ECONOMÍA A LA DE LOS ESTADOS, AUMENTANDO LAS OPORTUNIDADES DE EMPLEOS Y COMO CONCECECUENCIA: Más progreso y menos criminalidad.
Entre los múltiples factores que han contribuido a perpetuar nuestra centenaria condición territorial-colonial durante los pasados 60 años, se encuentra una diversidad de mitos sobre las supuestas grandes ventajas económicas del ELA vis a vis las enormes desventajas económicas de la Estadidad, que las elites coloniales han tenido relativo éxito en inculcar entre sectores considerables de la población.
Quizás el mito de mayor peso e influencia al respecto, es el que atribuye a la llamada autonomía fiscal del ELA o a la exención parcial de Puerto Rico del pago de impuestos federales sobre algunos ingresos generados en Puerto Rico, el proceso acelerado de crecimiento económico, industrialización y modernización que experimentó Puerto Rico entre 1945 y 1972 y que propicio mejoras significativas en el nivel de vida de la población, así como reducciones considerables en los niveles de desempleo y pobreza.
Se argumenta que con la fundación del ELA el 25 de julio de 1952, Puerto Rico conquistó la tan mentada autonomía fiscal que posibilitó el llamado ‘milagro económico’ por el cual la Isla se transformó, en unas décadas, de una región agrícola pobre a una moderna región industrial y prospera de Estados Unidos. Nada más lejos de realidad.
Estadidad AHORA
El 25 de julio de 1952 la Constitución del Estado Libre Asociado, confeccionada por la Asamblea Constituyente, avalada por el electorado en referéndum y luego enmendada y aprobada por el Congreso federal, entró en vigencia dotándonos de una forma republicana de gobierno local. Cumpliendo pues con unos de los requisitos que históricamente el Congreso federal le ha exigido a los territorios para admitirlos como estados de la Unión. En la Constitución del ELA, adoptada a partir de dicha fecha, no existía ninguna cláusula o sección que nos confiriera tal autonomía fiscal o exención de impuestos federales. Mas aun, el que el Congreso vía la aprobación de la Ley 600 en el 1950, nos haya permitido redactar y tener nuestra propia Constitución, no implicó que renunciara a los poderes plenarios que tiene sobre nuestro territorio bajo la cláusula territorial de la Constitución de Estados Unidos.
Por ende, el que el Congreso federal le haya puesto el nombre de Estado Libre Asociado a nuestra relación territorial-colonial con Estados Unidos en 1952 y nos haya conferido nuestra propia Constitución, no tuvo nada que ver con la relativa autonomía fiscal o exención sobre algunos impuestos federales que ese mismo Congreso nos había concedido desde 1900 con la Ley Foraker, y que a través de los años ha ido precisando y modificando por medio de diversas leyes y estatutos tales como: la Ley Impositiva Corporativa (Corporate Tax Act) de 1909, la Ley de Impuestos sobre Ingresos (Revenue Act) de 1913, la sección 262 de la Ley de Impuestos sobre Ingresos (Revenue Act) de 1921 (que en 1954 se convierte en la Sección 931 y en 1976 en la Sección 936 del Código de Rentas Internas federal), entre otros muchos estatutos. En fin, la llamada autonomía fiscal no se nos concedió al ponerle el nombre de ELA a nuestra condición territorial colonial en 1952, sino desde mucho antes y no tuvo nada que ver con la era de acelerado crecimiento e industrialización que experimentamos en la posguerra.
La era de crecimiento acelerado e industrialización que experimentamos entre 1945 y 1972 se debió a múltiples otros factores. Entre estos el que Estados Unidos fue la única potencia industrial en el mundo que no fue destruida en el conflicto bélico y cuya infraestructura industrial-tecnológica quedó intacta al finalizar el mismo. La adopción del Plan Marshall para la reconstrucción de la devastada Europa y el Plan MacArthur para la reconstrucción de Japón, impulsaron la inversión manufacturera en todo Estados Unidos incluyendo a Puerto Rico, para suplirle los bienes de capital y de consumo a Europa y Japón.
A la vez, los nuevos arreglos institucionales que se gestaron como parte de los programas del Nuevo Trato por la administración de Franklin Delano Roosevelt en Estados Unidos tales como: la institucionalización de la negociación colectiva, la creación de la red de seguridad social (el Seguro Social, el Seguro por Desempleo ) y el establecimiento del salario mínimo federal (los cuales fueron extendidos parcialmente a Puerto Rico), propiciaron la creación de una numerosa clase media asalariada que con su consumo de masas, fue absorbiendo los excedentes de los potentes sistemas manufactureros de producción en masa de bienes duraderos (automóviles, enseres electrodomésticos) de Estados Unidos.
Puerto Rico participó de forma parcial y desigual de dicho ‘boom’ estadounidense dada su situación de inferioridad política y, por tanto, los resultados fueron igualmente parciales e insuficientes. Por nuestra falta de poder político (el no poder votar por el Presidente y carecer de una justa y proporcional representación congresional) las decisiones de política pública en Washington tomaban en cuenta a Puerto Rico solo de forma marginal y se discriminaba (como se sigue haciendo) contra nosotros en la asignación de los recursos federales. Con todo y ello, logramos tasas de crecimiento económico considerables (en el orden de 5% anual) y nos industrializamos, pero nos quedamos cortos gracias a nuestra condición colonial.
Mientras en los 50 estados se lograba la situación de pleno empleo del recurso humano (tasas de desempleo entre 4 y 5 %), en Puerto Rico nuestras tasas de desempleo nunca bajaron de dos dígitos (10.3% fue la más baja) y logramos la distinción de ser la región de mayor desempleo y pobreza en Estados Unidos. Y ello con todo y la llamada autonomía fiscal. El ‘boom’ estadounidense llegó a su fin a mediados de la década del 60 del siglo pasado y el modelo de desarrollo de Puerto Rico cayó en estado comatoso a principios del 70, con todo y la doble exención contributiva local y federal a la inversión manufacturera estadounidense. Al rescate vinieron el programa de cupones de alimentos federal (welfare para los pobres y la clase media asalariada), lo que nos libró de una catástrofe social , económica y política de mayores proporciones y la Sección 936 (welfare corporativo), que lo único que logró fue desacelerar el ritmo de la sangría de empleos. Entre 1976 y 1996, nuestras tasas de crecimiento económico promediaron un 2.3% anual (vs. 5% entre 1950 y 1972) y nuestras tasas de desempleo un 17% anual (vs. 12% entre 1950 y 1972). Gran hazaña para la mentada autonomía fiscal y la añorada Sección 936.
A los mitos económicos sobre las ventajas económicas del ELA siempre se le añaden los mitos sobre las alegadas marcadas desventajas económicas de la Estadidad. Qué si la triple tributación (federal, estatal y municipal) nos llevará a la ruina. En la ruina nos encontramos ya bajo el ELA colonial. Puerto Rico es la región donde el ciudadano promedio paga las tasas impositivas efectivas más altas, así como la región con mayor desempleo y pobreza en todo Estados Unidos. Traten de venderle la historia de la ruina económica que conllevaría la Estadidad a los más de 4 millones de boricuas que se vieron obligados a emigrar a los 50 estados y que a la luz una mejor condición económica y mayor calidad de vida alcanzada por allá, no han regresado, no tienen planes de volver y solo vienen de paseo.
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http://www.elnuevodia.comhttp://www.elnuevodia.com/videos-noticias-joseortizvisitaembarcacionquetransportayalmacenagasnatural-1660484153001.html
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Alex Vallecillo – Estos territorios fueron incorporados desde su adquisicion por actos del Congreso. P.R. Las Filipinas y las Marianas nunca fueron declarados por el Congreso como incorporados. Se quedaron como territorios no incorporados. Las Filipinas fueron declaradas independientes por acto del Congreso, despues de la Guerra Mundial II. Alaska cuando fue adquirida por Seward de los Rusos no era un territorio incorporado. El Congreso lo incorporo subsiguientemente y mas tarde vino la estadidad de Alaska. Puerto Rico nunca ha sido incorporado por el Congreso, pero por la Constitucion, el Congreso tiene toda la potestad para disponer de este territorio, hasta posiblemente devolverlo a Espana revocando el tratado de Paris que lo cedio a los Estados Unidos. Una forma de incorporarlo es que el Congreso pase una ley especificamente haciendo esto. Para esto lo tendria que solicitar uno de sus miembros y aprobarlo el Congreso y el Presidente. Creo que la sugerencia deberia surgir de Puerto Rico y con la aprobacion del pueblo y de su Gobierno. De el Congreso aprobarlo se acabaria con el argumento que no nos van a dar la estadidad. Sobre vuestra pregunta especifica, tengo que hacer mas investigacion sobre como y de que forma especifica lo lograron cada uno de estos territorios. Si creo que su observacion que cada caso tiene sus consideraciones y caracteristas de su caso en especial es correcta.. Pero en el caso nuestro se necesitan dos partes de acuerdo el Congreso y el Presidente, y los residentes de P.R. y su Legislatura y Gobierno.Hasta ahora los Gobiernos de P.R. tanto Populares como PNP, nunca han fomentado este proceso de incorporacion. Me imagino tendran sus razones, pero en este punto han estado de acuerdo que no han invertido ningun esfuerzo en este proceso de incorporacion. Han invertido mucho tiempo en vistas, plebiscitos y cabildeo por legislacion del Congreso hacia procesos de resolver el status de P.R. Pero en esto de la incorporacion de P.R. muy poco se ha invertido.
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Texas:
> Sources: https://www.tsl.state.tx.us/ref/abouttx/annexation/index.html
> >
> > Texans voted in favor of annexation to the United States in the first election following independence in 1836. However, throughout the Republic period (1836-1845) no treaty of annexation negotiated between the Republic and the United States was ratified by both nations.
> >
> > When all attempts to arrive at a formal annexation treaty failed, the United States Congress passed–after much debate and only a simple majority–a Joint Resolution for Annexing Texas to the United States. Under these terms, Texas would keep both its public lands and its public debt, it would have the power to divide into four additional states “of convenient size” in the future if it so desired, and it would deliver all military, postal, and customs facilities and authority to the United States government. (Neither this joint resolution or the ordinance passed by the Republic of Texas’ Annexation Convention gave Texas the right to secede.)
> >
> > In July 1845, a popularly-elected Constitutional Convention met in Austin to consider both this annexation proposal as well as a proposed peace treaty with Mexico which would end the state of war between the two nations, but only if Texas remained an independent country.
> >
> > The Convention voted to accept the United States’ proposal, and the Annexation Ordinance was submitted to a popular vote in October 1845. The proposed Annexation Ordinance and State Constitution were approved by the Texas voters and submitted to the United States Congress.
> >
> > The United States House and Senate, in turn, accepted the Texas state constitution in a Joint Resolution to Admit Texas as a State which was signed by the president on December 29, 1845. Although the formal transfer of government did not occur until February 19, 1846, Texas statehood dates from the 29th of December.
> >
> > Opposition to Texas’ admission to the United States was particularly strong in the North during this period. If a challenge to the constitutionality of the move could have been made successfully at that time, there is little doubt that the leaders of the opposition would have instituted such a suit in the Supreme Court.
> >
> > Narrative by Jean Carefoot
> > Texas State Library and Archives Commission April 1997
> >
> > This page last modified on August 24, 2011.
Abajo, La Guerra de 1845: Causas y Efectos
Sources:http://www.digitalhistory.uh.edu/database/article_display.cfm?HHID=316
Fifteen years before the United States was plunged into Civil War, it fought a war against Mexico that added half a million square miles of territory to the United States. Not only was it the first American war fought almost entirely outside the United States, it was also the first American war to be reported, while it happened, by daily newspapers.
It was a controversial war that bitterly divided American public opinion. And it was the war that gave young officers named Ulysses S. Grant, Robert E. Lee, Thomas («Stonewall») Jackson, William Tecumseh Sherman, and George McClellan their first experience in a major conflict.
The underlying cause of the Mexican War was the movement of American pioneers into lands claimed by Mexico. The immediate reason for the conflict was the annexation of Texas in 1845. After the defeat at San Jacinto in 1836, Mexico made two abortive attempts in 1842 to reconquer Texas. Even after these defeats, Mexico refused to recognize Texan independence and warned the United States that the annexation of Texas would be tantamount to a declaration of war.
In early 1845, when Congress voted to annex Texas, Mexico expelled the American ambassador and cut diplomatic relations. But it did not declare war.
President Polk told his commanders to prepare for the possibility of war. He ordered American naval vessels to position themselves outside Mexican ports. And he dispatched American forces in the Southwest to Corpus Christi, Texas.
Peaceful settlement of the two countries’ differences still seemed possible. In the fall of 1845, the President offered $5 million if Mexico agreed to recognize the Rio Grande River as the southwestern boundary of Texas. Earlier, the Spanish government had defined the Texas boundary as the Nueces River, 130 miles north and east of the Rio Grande. No Americans lived between the Nueces and the Rio Grande, although many Hispanics lived in the region.
The United States also offered up to $5 million for the province of New Mexico–which included Nevada and Utah and parts of four other states–and up to $25 million for California. Polk was anxious to acquire California because in mid-October 1845, he had been led to believe that Mexico had agreed to cede California to Britain as payment for debts. Polk also dispatched a young Marine Corps lieutenant, Archibald H. Gillespie, to California, apparently to foment revolt against Mexican authority.
The Mexican government, already incensed over the annexation of Texas, refused to accept an American envoy. The failure of the negotiations led Polk to order Brigadier General Zachary Taylor to march 3,000 troops southwest from Corpus Christi, Texas, to «defend the Rio Grande» River. Late in March of 1846, Taylor and his men set up camp along the Rio Grande, directly across from the Mexican city of Matamoros, on a stretch of land claimed by both Mexico and the United States.
On April 25, 1846, a Mexican cavalry force crossed the Rio Grande and clashed with a small American squadron, forcing the Americans to surrender after the loss of several lives. On May 11, after he received word of the border clash, Polk asked Congress to acknowledge that a state of war already existed «by the act of Mexico herself…notwithstanding all our efforts to avoid it.» «Mexico,» the President announced, «has passed the boundary of the United States, has invaded our territory and shed American blood upon the American soil.» Congress responded with a declaration of war.
The Mexican War was extremely controversial. Its supporters blamed Mexico for the hostilities because it had severed relations with the United States, threatened war, refused to receive an American emissary or to pay the damage claims of American citizens. In addition, Mexico had «invaded our territory and shed American blood on American soil.» Opponents denounced the war as an immoral land grab by an expansionistic power against a weak neighbor that had been independent barely two decades.
The war’s critics claimed that Polk deliberately provoked Mexico into war by ordering American troops into disputed territory. A Delaware Senator declared that ordering Taylor to the Rio Grande was «as much an act of aggression on our part as is a man’s pointing a pistol at another’s breast.» Critics also argued that the war was an expansionist power play dictated by an aggressive Southern slave owners intent on acquiring more slave states.
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