La imposición de la independencia

Muy buen análisis del Sr. Guede, pero se lo olvidó mencionar que aparte de Cuba,  en la última década en realidad quien ha sustentado más el movimiento independentista es el régimen de Hugo Chávez por medio de varios millones de dólares dados a estos grupos, desde los más radicales Macheteros hasta los más moderados dentro del PIP. Recordando el viejo axioma de «Money Talks, bul$%#T walks» han logrado crear toda una red informática a través de la cual lograron penetrar los principales medios de información de la Isla.
Por otro lado,  haciendo referencia a la noticia del día hoy  en la cual la DEA arrestó a más de 40 personas que laboran en el aeropuerto internacional LMM no se ha dicho de dónde procede esa droga. Desde hace años -casi 8 años para se precisos- lo venía alertando desde Caracas a través de mis artículos en El Nuevo Día.  Uno que provocó grandes ronchas en el régimen chavista fue uno titulado «La Revolución Dolarizada de Hugo Chávez», publicado el 7 de agosto de 2005 en El Nuevo Día,  por lo cual recibí amenazas de muerte y al final debí abandonar ell país.
Puerto Rico se ha convertido en tranpolín ideal de los estupefacientes que «exporta» Venezuela.  Más que un caso legal y criminal, debe también analizarse como uno político, ya que uno de los objetivos es crear conmoción social aquí,  lo cual se está logrando con el alto índice de criminalidad que padecemos a diario.
De nuevo lee el artículo que escribí sobre el nombramiento de Héctor Pesquera y verás que muchas cosas coinciden con lo que actualmente ocurre en nuestra querida Isla.
Un abrazo: HH

La imposición de la independencia

EMILIO GUEDE/ Voces – El Nuevo Día

El tema del independentismo vuelve a las Naciones Unidas. El escenario boricua les ha sido muy adverso a sus promotores aquí y tratan de movilizar a quienes no tienen vela en el entierro.
La independencia es, esencialmente, una aspiración muy digna de respeto, pero no puede imponerse a la voluntad abrumadoramente mayoritaria del pueblo, que ve en la común ciudadanía con Estados Unidos, ya sea dentro del ELA o de la estadidad, una forma diferente de libertad y progreso.
El independentismo, con todas sus virtudes, ha descendido en Puerto Rico a niveles de preferencia progresivamente negativos, aun a pesar de tener sus defensores un acceso amplio a todos los medios de difusión para expresar sus ideas.
Y al no poder convencer al electorado puertorriqueño a través de los cuantiosos recursos de información de que disponen, los independentistas acuden a las Naciones Unidas para responsabilizar a Estados Unidos de mantener un estatus que tildan de colonial, cuando el rechazo a la independencia surge de la libre determinación del pueblo puertorriqueño y no de la voluntad del gobierno americano. Y van a la ONU asociados a la dictadura del paredón, promotora del evento y objeto de sus más cálidos elogios, calificando a Cuba de república soberana cuando sólo dos de sus habitantes, Fidel y Raúl Castro, son los únicos ciudadanos realmente libres. Y deciden por los once millones restantes. Curiosa autoridad para reclamar la independencia de un país que no la quiere. Según una opinión muy generalizada, en las esferas gubernamentales de Estados Unidos existe la mejor disposición –yo diría que hasta ansiedad- de darle la independencia a Puerto Rico si aquí se prefiriera. Entonces, ¿a qué viene el escándalo en la ONU?
En términos generales, considero a los líderes independentistas, salvo su extraña conexión con la dictadura cubana, personas inteligentes y bien intencionadas, que han hecho muy positivas contribuciones desde la Legislatura y en la defensa de nuestra cultura.
Pero para ellos la única libre determinación es la de la independencia. Ninguna otra existe. Y fallan al insistir en ignorar la voluntad adversa del pueblo.
Asumen, no la postura de acatar con respeto lo que el pueblo prefiere, sino la de imponer lo que ellos quieren, consumidos por una posición absolutista que, muy a las claras, atenta contra lo que dicen defender: el derecho a la libertad.