Yulín ha dedicado toda su vida a combatir la libre empresa y a piquetear a los empresarios.

Saludos calurosos al responsable de que estemos aquí, el amigo, Ramón Luis Nieves. Mi cariño y agradecimiento a todos ustedes que han respondido a este llamado y nos honran con su presencia y atención.

Esta es mi primera experiencia como presentadora de un libro y tengo que decir que el asumir la tarea, en esta semana, me impone una mayor responsabilidad. Esta semana, la historia de nuestra isla nos teje un telón de dos mujeres que dedicaron sus vidas a forjar un mejor porvenir para Puerto Rico. Me refiero a Felisa Rincón de Gautier e Inés María Mendoza Rivera, cuyos nacimientos conmemoramos el fin de semana pasado.

Estas dos compatriotas, sabían el beneficio de concebir un proyecto de país que no excluyera a ningún sector de nuestra población; reconocían como esencial la necesidad de educar al pueblo en los fundamentos básicos de ese proyecto para que la hicieran suya. Doña Fela y Doña Inés, reconocían la importancia de la ejecución, pues sabían que la mejor visión divorciada de la acción nos puede llevar a la tertulia interesante, pero poco hace para adelantar la agenda de país que soñamos.

Visión, educación y ejecución de un proyecto de país, ese es el marco que forja el legado de estas grandes figuras. ¡Qué diferencia del Puerto Rico que nos ha tocado vivir hoy!

Es como herederos de ese escenario, que nos corresponde desarrollar el Estado libre Asociado. Aquel Estado Libre Asociado, fue exitoso y rindió frutos. Sin embargo, una mirada objetiva reclama que articulemos sus grandes contradicciones: para terminar con la extrema pobreza el ELA creo oportunidades de empleo; sin embargo, esa visión de autogestión fue poco a poco invadida por una visión asistencialista. Nuestra cultura de trabajo fue infiltrada por una de dependencia y asistencia, y esa asistencia venía de los EEUU.

Otra gran muleta que tenemos bajo este sistema político-económico es la ciudadanía americana. Aunque otorgada antes del nacimiento del ELA, sobre la ciudadanía americana siempre se perfiló un aura casi de omnipotencia. La ciudadanía nos permitía transitar libremente a lugares donde nuestros compatriotas podían obtener trabajo y ganar sustancialmente más de lo que podían ganar en Puerto Rico. En el mundo de las altamente definidas potencias mundiales y de la Guerra Fría, el tener un pasaporte americano, un pasaporte de la potencia más poderosa del mundo, tenía cierto encanto o como diría la nueva Secretaria de Educación tenía “sex appeal”. Luis Muñoz Marín se encargó de reforzar esa percepción que se reseña en una nota al dictáfono, el 7 de junio de 1967 (Citas del Último Prócer, Margarita Morales Flores, página 37) al expresarse de la siguiente manera: “Nosotros no somos imitación de americanos. Nosotros somos ciudadanos americanos, creadores puertorriqueños, orgullosos de ser puertorriqueños y orgullosos de ser ciudadanos americanos; creadores de nuevas fórmulas de federalismo.” Como dijese el mismo Muñoz: “gran enredo de espíritu”. Ese era el ELA de entonces, el de ahora es diferente. 

Estamos ante un Estado Libre Asociado estancado, que ya no representa una herramienta para enfrentar los problemas de Puerto Rico. Un modelo económico y político que no puede conjurar las aspiraciones de los puertorriqueños y puertorriqueñas con acciones concretas para, en las palabras de AAV, “…mejorar las condiciones económicas y la vida de nuestra gente…”. Recientemente nuestra relación, una diseñada, al menos en teoría, en las bases de respeto y consentimiento ha sido desenmascarada por la federalización en la práctica de decisiones intrínsicamente puertorriqueñas. Por ejemplo, ¡a quién se le podía ocurrir que el precio de la leche podrían establecerlo en Puerto Rico las autoridades federales, o que a pesar de nuestra soberanía deportiva el lustre de los Centroamericanos se viese amenazado porque los federales deciden quién puede o no entrar a Puerto Rico a participar de los Juegos, o que un empleado federal se sienta con la prepotencia de subirse a una guagua de la AMA a intervenir con su conductor por una alegada infracción de tránsito! Estas acciones hacen cada vez más evidente una verdad innegable: en Puerto Rico no mandamos nosotros. 

Aún las decisiones que tomamos están dentro de un marco de referencia pre-seleccionado para nosotros. Podemos comprar lo que queramos, pero sólo si se transporta en un barco de la marina mercante de los EEUU. Podemos guiar el carro que queramos, pero sólo si cumple con los estándares del Depto. de Transportación y la EPA de EEUU. Podemos escuchar la estación de radio que queramos, pero sólo si la FCC le da permiso para establecer su frecuencia en nuestras ondas radiales. Podemos cultivar el café que queramos, pero sólo si utilizamos los pesticidas que nos permite utilizar la FDA. Hay decenas de referencias de este tipo que trastocan el diario vivir de nuestra nación pero nuestra conciencia colectiva vive en un estado de coma permanente donde no queremos, o no podemos, ver la falta de libertad que tenemos, la falta de poderes, la falta de soberanía. 

En la Introducción del libro, el autor nos confronta con esta realidad al compartirnos que “…Estados Unidos se ha esforzado en demostrarnos quién es el que realmente manda en Puerto Rico. Nos han dicho que Puerto Rico puede ser cedido a otros país, como si fuéramos un pedazo de tierra.”

Aquí yace mi primera crítica: después de todos estos ejemplos, me parece que el título del libro es tímido. Me parece mas apropiado no el ELA QUE QUEREMOS sino el ELA SOBERANO QUE DESESPERADAMENTE NECESITAMOS. 

Ramón Luis nos presenta un texto escrito desde la perspectiva del que reconoce que del desarrollo del Estado Libre Asociado basado en la soberanía depende el futuro inmediato de nuestro sistema económico y político. De sus páginas se desprende que la intención del autor es educar y no convencer o explicar esa visión compartida de la necesidad de obtener más poderes, o dicho de otra manera, de la necesidad de obtener más soberanía. Le sugiero a Ramón Luis que en proyectos futuros dedique tiempo a este aspecto de la discusión. Me atrevo a sugerirlo por experiencia propia.

Aunque muchos no lo crean, hace 12 años yo no era soberanista.¡Porque vengo de esa filosofía conservadora, me hubiese gustado ver ejemplos más específicos y concretos en la primera sección titulada Status Político y Tu donde Ramón Luis nos articulara la necesidad imperiosa de desarrollar el Estado Libre Asociado Soberano ahora!

El análisis de un ejemplo, que dicho sea de paso, el autor nos comparte de manera rápida puede servir para ilustrar mi punto. En el Puerto Rico de hoy, ayudado por los despidos innecesarios de Luis Fortuño, donde el nivel de desempleo ronda el 18%, todos podemos entender lo nefasto que fue la eliminación de la Sección 936. Desde mi perspectiva de alguien que no era y ahora es soberanista, el autor hubiese podido enriquecer este ejemplo con detalles específicos y así confrontar al “no creyente” con la evidencia de que el limitado catálogo de herramientas del Estado Libre Asociado de hoy, son el resultado directo de los vaivenes de un Congreso que no tiene nuestros mejores intereses en mente. Como debe ser, el Congreso de los EEUU pone los intereses de su país primero. 

No nos queda claro que las herramientas económicas que tenemos son el resultado de la dádiva o de la aparente buena voluntad de los Estados Unidos. ¿Por qué nos dieron la 936? Para crear un paraíso contributivo principalmente para industrias de manufactura y farmacéuticas americanas. ¿Por qué nos la quitaron? Porque pueden. Puedo sonar simplista, pero de esto se trata este libro, de simplificar las cosas sin como dice el autor llegar “… al extremo de la simplonería”.

Esa simplicidad con la que el autor discute temas importantes para aquellos que tienen interrogantes, dudas y, por qué no decirlo, miedo a la soberanía, es una de las principales aportaciones de este libro. Ejemplos concretos, sencillos y entendibles son las herramientas que utiliza Ramón Luis para provocar nuestro intelecto e invitarnos a la lectura.

Agradezco a Ramón Luis, el que haya aportado a desnudar la verdad del manto de mentiras que por décadas le han tejido al desarrollo del Estado Libre Asociado los que creen en un Puerto Rico de dependencia, de sumisión política, de falta de poderes, en fin, a aquellos que están satisfechos con un Puerto Rico que es una colonia a merced de una cláusula territorial que es indigna para los que somos hijos de esta Patria. 

Este libro es sobre todo una herramienta digerible que explica en términos sencillos los contornos del desarrollo del Estado Libre Asociado Soberano. Contesta preguntas, aclara percepciones y ofrece datos que todos podemos entender. Ramón Luis nos ofrece su perspectiva sobre las preguntas más comunes que se hacen los puertorriqueños al enfrentarse al tema del ELA Soberano:

1- ¿Qué va a pasar con la ciudadanía americana? En una oración: Sí, soberanía con ciudadanía americana. Por lo menos eso es lo que se va a negociar. {Falso, de qué valdría la Ciudadanía Americana si se eliminan sus derechos a los que se queden en Puerto Rico y a los que nazcan después de la Soberanía/Separación?}

Claro, en el ELA que yo quiero, habrá doble ciudadanía, la puertorriqueña y la americana. Para los que duden de la posibilidad de este escenario, sepan que actualmente hay 30 millones de personas en EEUU con doble ciudadanía. En Puerto Rico todos conocemos a una persona que ostenta la ciudadanía americana y la española: Lucé Vela.

2- ¿Qué va a pasar con los Fondos Federales que recibe Puerto Rico?Algunos se sorprenderán al examinar los datos que nos ofrece el autor sobre los fondos federales que se reciben en Puerto Rico. La grafica provista al lector es reveladora. Ramón Luis nos ilustra con el dato de que de los casi 10 billones de dólares que recibe Puerto Rico del Gobierno de los EEUU, sólo 1.9 billones son donativos hechos a través de becas, subsidios a préstamos estudiantiles, subsidios de vivienda y asistencia nutricional, entre otros. El resto 8.1 billones son dinero que nosotros hemos pagado y que es devuelto a los puertorriqueños por medio de programas como el Medicare, Seguro Social y beneficios de veterano, para mencionar los más conocidos. {Falso, son $22 Billones anuales}

La idea de que sin EEUU no podemos comienza a desenmascararse.

3- ¿Qué poderes vamos a retener y cuáles retendrá EEUU? Desde su perspectiva, el autor presenta una lista de poderes específicos que le darán una idea al lector de lo que podemos alcanzar en una negociación efectiva. Lo importante no es que estemos de acuerdo con el catálogo de poderes que nos presenta Ramón Luis. Lo importante es que este texto nos da un punto de partida para poder conversar sobre una propuesta concreta que podamos presentarle al País. {Falso, sin poder en la negociación seria lo que al poderoso le interese, y si es con amigos de Hugo Chávez y de Fidel Castro, poco o nada cederían}

4- ¿Qué pasará con la Corte Federal y otras instituciones federales en Puerto Rico? En este punto simplemente el autor y yo no coincidimos.

Las recientes intervenciones de la Corte Federal en el caso de los pivazos, donde decidieron las elecciones de Puerto Rico, el caso contra Aníbal Acevedo Vilá, y el incidente en De Diego 444, donde el FBI impunemente roció con gas pimienta a nuestros periodistas, indican que estas instituciones deben desaparecer inmediatamente de Puerto Rico una vez se redefina la relación entre Puerto Rico y EEUU. 

En el ELA que yo quiero, se constituirá un Tribunal del Pacto para dilucidar situaciones referentes a interpretaciones del pacto. El ELA que yo quiero es sin Corte Federal y sin FBI. {Interprete Usted}

5- ¿La soberanía llevará a Puerto Rico a la pobreza? Los ejemplos de otras soberanías provistas por el autor dan un vistazo a lo irreal que es pensar que por desarrollar el ELA Soberano, inmediatamente caeremos en la extrema pobreza. Sin embargo, nuestra relación con los EEUU nos coloca en una posición de pensar como menos sobre las Islas Palau o las Islas Marshalls.

Recomiendo al autor que incluya datos sobre la situación económica actual de los EEUU para confrontar al lector con la realidad de que la Estadidad no es garantía de estabilidad ni prosperidad económica. {Interprete Usted}

6. ¿Cuál será la aplicación de las leyes federales? En este ámbito también difiero del autor. Reconozco que hay leyes federales que han aportado al ámbito local. Eso sucede en el campo de las leyes laborales y ambientales. Sin embargo, si las leyes federales siguen aplicando a Puerto Rico, poco habremos hecho para distanciarnos del ELA actual. Si hay alguna ley que nos parece meritoria, podemos adaptarla y hacerla una ley del Estado Libre Asociado Soberano, siendo así dilucidada, de ser necesario, sólo por el Sistema Judicial de Puerto Rico. {Interprete Usted}

7. ¿Qué es la soberanía? El autor nos describe lo que es el ELA Soberano: una asociación entre dos países que entran en una negociación sobre quién va a ser responsable de que áreas. Estas dos aportaciones hacen que el autor nos regale un texto que comienza a combatir las críticas, que desde adentro y afuera del Partido Popular recibe el ELA Soberano. {Interprete Usted}

Al contestar estas y otras preguntas, Ramón Luis acerca al pueblo puertorriqueño a conceptos que por demasiado tiempo han parecido fuera del alcance de la gente de carne y hueso de nuestro País; conceptos que por momento parecían ser secuestrados por algunos.

Un reto para Ramón Luis, es que el lector que se enfrente a este tema por primera vez no sabe cómo llegamos a negociar la nueva relación entre Puerto Rico y Estados Unidos. No se menciona en detalle nada sobre el proceso de cómo llegamos a “esa mesa de negociación”. En otras palabras, el CÓMO está ausente en la discusión. No se describe nada sobre cómo decidimos redefinir nuestra relación con EEUU y mucho menos quién se va a sentar en esa mesa de negociación, cómo se decide lo que se va a negociar y cómo el pueblo va a avalar el resultado de la negociación. Esa laguna procesal puede crear dudas en la mente del lector sobre la confiabilidad del proceso y de qué rol tendrá cada ciudadano sobre las decisiones finales que se negocien en el pacto.

Ramón Luis nos describe las áreas específicas que él sugiere como parte de la negociación. Sin embargo, un riesgo que se toma el autor es que el lector piense que negociar es lo mismo que conseguir. Por ejemplo, en relación al crimen, Ramón Luis menciona “…en particular el relacionado al narcotráfico es un área sobre la cual habrá acuerdos de cooperación mutua con EEUU”. En cuanto a la permanencia de la asistencia federal a Puerto Rico cuando hay desastres naturales, nos dice que “Estados Unidos va a continuar proveyéndole a Puerto Rico asistencia federal para atender desastres naturales”. Hablando a “calzón quitao” esas son las propuestas de Ramón Luis para la negociación. Alguien más puede tener otras sugerencias. Esto no quiere decir que EEUU va a estar de acuerdo con todo lo que pidamos. No debemos esperar que al otro lado de la mesa de negociación la actitud sea una de “pide que hay”. Lo cierto es que habrá cosas que se pueden negociar tal y como las pedimos, y en otras habrá que flexibilizar nuestra posición. En mi compromiso de hablarles claro aquí va: habrán cosas que no serán negociables y que EEUU no nos conceda. En ese momento habrá una decisión que tomar de acuerdo a las opciones ante nuestra consideración.

Por último, Ramón Luis es muy económico al definir lo que es soberanía. Un reto adicional es que no es lo suficientemente preciso en establecer la distinción entre soberanía e independencia. En las palabras del ex Secretario de Justicia: “son dos cosas diferentes”. Los enemigos de la soberanía, dentro y fuera del Partido Popular, deben tener muy claro la distinción entre una y otra forma de gobierno. El ELA Soberano mantiene una relación con los EEUU; la soberanía total es la independencia.

Debo recalcar que la mayor aportación de este libro es quitarle la complicación a un tema que ha sido complicado por años. A veces, los soberanistas que han escrito sobre el tema, no son generosos en compartir sus conocimientos de una manera sencilla. Yo he tenido el privilegio de contar con personas que tomaron su tiempo –claro por mi persistencia o impertinencia dirían ellos– para explicarme una y otra vez los detalles del ELA Soberano. A veces pienso que soy soberanista a pesar de los soberanistas. Mis primeras incursiones en este tema fueron bastantes frustrantes. Cada pregunta era recibida por un léete tal o cual libro. Ustedes no saben las veces que escuché la frase “eso esta en la resolución 151415 de las Naciones Unidas”. Tuve el beneficio de conversaciones exhaustivas con Ángel Ortiz, Ramón Luis Nieves, Luis Vega Ramos, Néstor Duprey y las tutorías continuas de Charlie Hernández. En realidad este cúmulo de escritores y conocedores del tema eran para mí como una biblioteca o un “Wikipedia” personal. Los que no tienen acceso continuo a este cúmulo de conocimientos y no están dispuestos a leerse las varias miles de páginas que entre todos han escrito estos compañeros, tienen ahora una herramienta sencilla y accesible al bolsillo.

He mencionado muchas de las experiencias que me hicieron pensar en que el ELA Soberano era la única alternativa para Puerto Rico. Cada una de estas imprimió en mí la necesidad de tener más poderes. Sin embargo, tengo que admitir que lo que más me impactó fue el asesinato de Filiberto Ojeda. Filiberto Ojeda era un prófugo de la justicia de los EEUU. Aun cuando sus acciones podrían haber sido reprochadas por muchos, no justifica que el gobierno de los EEUU lo persiguió como si fuese un animal, sin consideración alguna por derechos que ellos protegen para sus ciudadanos. Nunca supimos el nombre, o los nombres, de aquellos que perpetraron ese asesinato. ¿Por qué? Porque el gobierno de EEUU tenía el derecho a negarnos esa información. A Filiberto lo dejaron desangrar, su sangre se derramó desde su hogar hasta descansar en la tierra del pueblo de Hormigueros. ¿Por qué lo hicieron de esa forma, en un día de orgullo nacional como lo es el Día del Grito de Lares? Porque podían y para que no nos quedara duda de que podían. La idea de que las autoridades americanas tuvieran la potestad de venir a Puerto Rico a matar a uno de los nuestros todavía pesa en mi conciencia. Una vez mi corazón se despertó a esta realidad, todos mis sentidos estuvieron ávidos a escuchar y entender todo tipo de explicación. Mis sentimientos evocaron las palabras de Don Roberto Sánchez Vilella: “si para ser, tengo que dejar de ser, entonces mejor no soy”. 

Advertencia al lector: el libro no nos libera de nuestra responsabilidad de educar a todos. Hoy tenemos la oportunidad y la responsabilidad de organizar tertulias en nuestros hogares, de participar en blogs, de escribir en “Facebook”, de hacerle saber a todo el que escuche que el desarrollo del ELA Soberano es necesario para que Puerto Rico pueda tener una relación digna con los EEUU.

A esta generación, a la mía, le corresponde mirar el pasado no para encadenar el futuro sino para liberarlo. A esta generación, a la nuestra, le corresponde tomar decisiones con valentía y de cara al sol.Nos corresponde balancear el desarrollo de nuestros instrumentos políticos y económicos con la necesidad de un triunfo electoral que libere a este país del derrotero trazado por un gobierno insensible de gente que cree que porque tiene más tiene el derecho de llamar a los que tienen menos, crápulas y garrapatas. Nos corresponde tener las herramientas para lograr el progreso económico que elimine la filosofía del “such is life” como sentencia de sumisión de los que cuentan con menos recursos.

Algunos entenderán con el intelecto, otros con el corazón, muchos entenderán con el ejemplo, otros entenderán con la acción. Otros entenderán al saber qué beneficios económicos traerá esta nueva forma de estatus.

Es sencillo de lo que se trata es de que podamos forjar un porvenir de provecho para todos y todas. Yo lo único que quiero es que mi hija Marina viva en un país digno, capaz de construir su propio destino. Un destino lleno de oportunidades para todas y todos sin excluir a nadie simplemente porque tiene menos.

Nos dirán que no es posible, nos pondrán obstáculos, nos dirán separatistas, nos amenazarán con la censura y hasta la expulsión. Sin embargo, es responsabilidad de todos hablarle de frente a todo el que escuche, y decir la verdad. Sí creo en la Libre Asociación, donde Puerto Rico utilice su soberanía para asociarse con los EEUU. La verdad hay que derramarla sobre terreno fértil de aquellos que buscan desesperadamente herramientas para construir una mejor calidad de vida para sus hijos, para sus familias y por consiguiente para Puerto Rico.

A los que somos funcionarios electos, nos dirán que si seguimos “jorobando” con esto de la soberanía, no saldremos electos. Los que hemos recibido el gran honor de servirle a Puerto Rico nos corresponde hablar claro, sin titubeos y sin miedo sobre la necesidad de desarrollar el Estado Libre Asociado Soberano en un instrumento propulsor de oportunidades, de empleos, de autogestión, de conservación de nuestro ambiente y de reafirmación puertorriqueña. Lo hicimos de cara a las elecciones y salimos electos.

El ELA que le permitió a mi abuela Yulín Vega levantarse de la pobreza extrema de la Guánica Central para llegar a ser la Directora/Fundadora de la Escuela de Fisioterapia de Puerto Rico, no es el mismo donde alguien como yo, una madre jefa de familia, bisnieta de un trabajador de la caña y nieta de un jíbaro de Lares, pueda tener el gran honor de servirle a mi país desde la Cámara de Representantes.

Hagamos cada uno lo que podamos sin descanso, sin miedo. Articulemos un gran proyecto de país soberanista donde construyamos una gran alianza anti-anexionista que nos permita conjurar las diferencias entre los que creemos en la Libre Asociación y los que creen en la independencia. Cada uno, desde su plataforma, debemos ser capaces de caminar juntos por un camino donde nuestras similitudes nos permitan forjar un país donde finalmente mandemos nosotros y donde todos podamos emprender el camino digno “hacia la gran aurora”.

¡Que Dios bendiga a Puerto Rico y que Dios los bendiga!