La inmersión bilingüe
NR – El PPD casi elimino el Ingles al sistema de educación pública desde el 1949. Lo que ha perjudicado a los que no envían, o no pueden, a sus hijos a Colegios privados.
ROSANGELY PIÑEIRO 24 de julio de 2012
Ha resurgido la polémica lingüística que posiciona la integración del inglés en los programas de educación pública en la isla como propuesta del gobernador Luis Fortuño. ¿Su intención? Reforzar este idioma con el fin de que, para el 2022, Puerto Rico sea un país completamente bilingüe. No me parece mal. ¿Cuál es el problema? Quizás sea por nuestra indefinida situación política que vemos el inglés como una especie de Tío Sam léxico, antipático y manipulador.
De repente, aprender los diferentes tiempos verbales de “to be” (ser) y la fonética que convierte en casi imperceptible las erres y le da sonido a las silenciosas haches, significa que olvidaremos a pronunciar nuestra eñe. Please!
No por haber estudiado en colegios bilingües desde pre-kinder significa que no sepa colocar puntos de acentuación correctamente. Mucho menos significa que, mediante esta educación, fui “americanizada” de tal manera que no conozca ni me sienta plenamente orgullosa de mi patria y cultura puertorriqueña. Tampoco los tres años que tomé de francés como requisito en la Universidad de Puerto Rico me hicieron francesa. Just saying!
El inglés domina las redes sociales y la cultura popular a nivel global. Claro está, en los sesenta no podía haber tanta mezcolanza como hoy pero nada tiene que ver con una “humillación colonial” sino con una globalización mediática. Hasta mis amigos de Cori en Italia, a quienes conocí durante un festival con Areyto Ballet Folklórico, tienen problemas sustituyendo expresiones como “Oh my God!”, “whatever!” y “That’s what she said!” al italiano. Igual, los mejicanos le dicen “jeans” a los mahones y los cubanos “queique” (por “cake”) al bizchocho.
En vez de evitar la integración de un segundo idioma al programa académico público, hay que asegurar que los maestros tengan el dominio y preparación adecuada para enseñar su materia. Es vital una buena instrucción elemental ya sea en inglés o español, pues es la base principal de nuestra educación.
El próximo gobierno debería reforzar esta propuesta, no por agendas politico-partidistas, sino porque prepara a nuestra juventud y nos coloca en un alto nivel competitivo tanto académico como profesional. Lo que no debe ocurrir es que se desplace nuestra lengua española, código compartido heredado hace más de 500 años, que ha construido nuestra sociedad. Si desde el 1898 no se ha podido erradicar el ligero cantar que tanto nos identifica como individuos, dudo que una integración al programa académico lo logre.
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