En lo pertinente, la Constitución de los Estados Unidos en su Artículo V, Sección 3, indica que “el Congreso podrá admitir estados nuevos a la Unión.”  Como vemos, la Constitución no establece requisitos de admisión para los estados. Tampoco existe una ley, reglamento o decisión judicial que establezca un procedimiento o requisito para admitir estados.  A saber, el requisito de súper mayoría no existe en el ordenamiento legal americano.  Por ende, exigir una súper mayoría como requisito para la estadidad es una invención.

Las decisiones principales en los Estados Unidos se toman mediante una mayoría simple.  Los votantes del Colegio Electoral eligen al presidente por mayoría simple (270 de 538 de votos electorales).  Si ningún candidato presidencial recibe una mayoría de votos electorales, la Cámara de Representantes escogerá un presidente por mayoría simple de sus delegaciones.  La Cámara también puede residenciar a un funcionario federal por mayoría simple.  De igual forma, las leyes que legisla el Congreso, y que rigen nuestras vidas, se aprueban por mayoría simple tanto en la Cámara como en el Senado.  Asimismo, la Corte Suprema de los Estados Unidos decide sus casos y establece precedentes jurídicos por mayoría simple.  Incluso, los presidentes, senadores, representantes, gobernadores, legisladores estatales y alcaldes pueden ser electos mediante una pluralidad del voto popular.

Existen pocos procesos que requieren más que una mayoría simple.  Ambas cámaras del Congreso deben aprobar una enmienda constitucional con el aval de dos tercios de sus miembros.  Luego, tres cuartas partes de los estados deberán apoyar la enmienda constitucional para ratificarla.   Si el Congreso se propone aprobar un proyecto de ley por encima de un veto presidencial, dos tercios de los legisladores deberán aprobar dicho proyecto para convertirlo en ley.  Por otra parte, el Senado ratifica tratados internacionales con el voto de dos tercios de los senadores.  Lo mismo ocurre si el Senado quiere separar a un funcionario federal de su cargo.

El record histórico de la admisión de estados es categórico.  El Congreso no le exigió una súper mayoría a los 17 estados que celebraron referendos sobre la estadidad.  Alaska (61%), Florida (63%), Michigan (60%) y Washington (59%) pidieron la estadidad con mayorías simples.  (Véase Grupo de Investigadores Puertorriqueños, Breakthrough from Colonialism: An Interdisciplinary Study of Statehood).

Sugerir que la estadidad requiere una súper mayoría es, además de incorrecto, una táctica inmovilista para confundir al electorado. La súper mayoría es un concepto ambiguo que no denota una cifra numérica específica, sea un 67%, 75% o 90%.  Convenientemente, los que proponen la súper mayoría no precisan cuál porcentaje sería suficiente para satisfacer su exigencia.  Así, invocan un requisito ficticio y marcado por ambigüedad para estancar el proceso.  Cabe constatar que los apologistas de la colonia no lograron una súper mayoría en los plebiscitos de 1993 y 1998.   No obstante, la exigen para la estadidad.  Su doble vara es evidente.

En conclusión, el requisito de la súper mayoría para lograr la estadidad es un mito.  Según hemos expuesto, en la democracia americana generalmente se toman decisiones por mayoría simple o, incluso, por pluralidad.  Se exige más que una mayoría simple en casos limitados y la admisión de estados no es uno de ellos.  Por lo tanto, con una mayoría simple a favor de la estadidad en el plebiscito de noviembre tendremos un mandato suficiente para exigirle al Congreso la estadidad.

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