“Es bien sabido que en el ambiente de persecución y temor bajo una dictadura militar de facto, las encuestas no van a reflejar el verdadero sentir del electorado”

Como documento en mi libro, Castrismo y Socialismo (próximamente disponible en librerías y en Amazom.com), en Venezuela se ha institucionalizado una dictadura militar de facto, aunque ‘de jure’ mantenga las apariencias de una república democrática. La gradual toma ilegal de las distintas instituciones democráticas, tales como el Tribunal Supremo, el Consejo Nacional Electoral, la Asamblea Nacional  y las Fuerzas Armadas por parte del caudillo populista, el teniente coronel Hugo Chávez, en muchas instancias en abierta violación de la Constitución Bolivariana de 1999 y la consiguiente concentración del poder en sus manos durante los 13 años de ejercicio del mismo, tienden a confirmar la naturaleza de dictadura militar del régimen chavista.

Así también, el cierre, control y abierto hostigamiento de múltiples medios de comunicación masiva independiente, la persecución, encarcelamiento y asesinato de varios opositores, además de la formación de múltiples grupos armados parapoliciales y paramilitares (los Círculos Bolivarianos, La Piedrita, La Esquina Caliente, Plaza Bolívar, los Comandos Zamoranos, las Milicias Urbanas y la Reserva Nacional, entre otros) leales y bajo el mando del caudillo militar.  Sin embargo, el evidente desgaste político, social y económico del régimen chavista, el aparente cáncer terminal de  su caudillo, unido a la refrescante candidatura opositora del joven, carismático y progresista Henrique Capriles y su energética campaña electoral cara a cara por toda Venezuela  han avivado las esperanzas de la posibilidad de un retorno a la institucionalidad democrática de producirse un triunfo electoral del candidato opositor.

Tal posibilidad es una factible y deseable pero contingente a la capacidad de la oposición democrática para documentar y denunciar cualquier intentona de fraude electoral por parte del régimen chavista a la luz de su control unilateral del Consejo Nacional Electoral y del proceso de administración y conteo de  los votos emitidos. En el número de noviembre del 2011 de la revista académica estadounidense Statistical Science, se documenta con seis estudios matemáticos y estadísticos cómo Chávez perdió el referéndum revocatorio del 2004, 59% a 41%, y sus técnicos invirtieron los resultados.

A pesar de que prácticamente todas las encuestas le adjudican una ventaja de 10 a 15% a Chávez sobre Capriles en la intención de votos, es bien sabido que en el ambiente de persecución y temor prevaleciente bajo una dictadura militar de facto, las encuestas no van a reflejar el verdadero sentir del electorado. Las declaraciones de Chávez de que su revolución bolivariana y su proyecto del socialismo del Siglo 21 son irrevocables y que nunca cederá el poder “a los representantes de la oligarquía y el imperialismo” presagian su intención de mantenerse en el poder no importa los resultados electorales. El pueblo venezolano y su gallarda oposición democrática tendrán la última palabra.