La guerra del papel

La guerra del papel

18 de octubre de 2012 – OpiniónPolíticaPuerto Rico – 

“La credibilidad no se gana amenazando ni amordazando la competencia. La credibilidad se merece y premia el buen trabajo informativo”

La mayor virtud de un analista de noticias no es adivinar el futuro, sino saber reconocer los patrones del pasado, repetidos hoy. Lo dije y lo repito. Nunca he sido profeta en esta tierra, pero desde el año 1998 en La Dictadura de la Prensa y en los años 2002 y 2003 con mis libros El Negro Día y Justicia Roja, proyecté la pesadilla colonial del presente.

Lo que hoy estamos sufriendo es parte de la retranca colonial que impide el cambio de status. Pedro Rosselló la denominó el “triunvirato del terror”. Y con la puntualidad de un tren del socialnazionalismo alemán, las fuerzas han vuelto a juntarse para alterar tendencias de opinión pública, ordeñar el voto melón, fabricar urgencias de castigo e imponer todas las cortapisas y obstáculos posibles al cambio de régimen y a la hoja de ruta descolonizadora.

Nuevamente, han vuelto a intervenir los todopoderosos que se creen dueños del país, junto a las manos negras de la Corte federal y el imperio mediático del Grupo Ferré-Rangel, para rescatar el candidato PPD y el ELA colonial de una anunciada derrota en las urnas.

El ataque vitriólico y desesperado de los periódicos de las empresas Ferré-Rangel en contra del taller de trabajo y la línea editorial de EL VOCERO, es la última andanada de un régimen que se muere y que rehúsa rendir su poder hegemónico sobre la opinión pública, los políticos, las finanzas, sus ganancias y el destino de este país. No pasa desapercibido que esa andanada vino acompañada de un pedido público de altos funcionarios de la Junta de Gobierno del PPD para que los federales investiguen criminalmente a EL VOCERO. Ambos a dos. Se les ve la costura.

Todas las investigaciones que inician los Ferré-Rangel contra sus enemigos, están dirigidas a fabricar casos criminales para sacarlos del medio. A través de los años hemos visto cientos de víctimas de ese abuso y mal uso del poder de la prensa, para destruir reputaciones y timonear eventos electorales y plebiscitarios y dejar a Puerto Rico ahogado en el mierdero de la oligarquía colonial. Por décadas nuestra sociedad, limitadamente democrática, ha estado expuesta a las agendas de odio y veneno de ese goloso conglomerado empresarial. El que se le oponga, o se ignora de la historia, o le fabrican un caso y tratan de meterlo en la cárcel. La criminalización del ‘enemigo’ y de la libertad de prensa y de palabra, por obra y gracia del papel y la tinta periodística, ha sido el modus operandi de este conglomerado opresor, que no soporta la libre competencia y cuyas ventas y pingues ganancias, decrecen con los exabruptos de su línea editorial. Línea editorial, que es combatida en el libre mercado por este pequeño colectivo de periodistas y editores que, contra viento y marea, ha capeado mil tormentas de la depresión de una década, con el único propósito de servir a su lectoría y clientes y mantener a sus familias de una forma digna y honrada en el taller de su profesión.

La credibilidad no se gana amenazando ni amordazando la competencia. La credibilidad se merece y premia el buen trabajo informativo.

Los dueños de El Nuevo Día y Primera Hora pretenden criminalizar todo lo que discrepe de ellos. Víctimas de sus páginas sangrientas y amarillentas lo han sido el exgobernador Pedro Rosselló, Thomas Rivera Schatz, Ricardo Rosselló, Carlos Romero Barceló, su competidor de imprenta Ángel Ramallo, el antiguo El Mundo, el Canal 24 de Noticias y ahí están las tristes historias de buenas vidas destruidas como lo fueron Aníbal Marrero y Pedro Vázquez, que no cometieron otro pecado que ser estadistas y ser tarjetas de la llaga venenosa editorial.

No me cabe la menor duda que los empresarios de El Nuevo Día tienen un pacto con Irving Faccio, Alejandro García Padilla y la plana mayor del PPD, para perseguir, amordazar, quebrar y acallar a este periódico como taller de trabajo y de fabricarle casos criminales a su gerencia y a todos aquellos que los han ayudado. Cuando se mezcla el poder de la tinta y el papel con los millones de la hiedra de empresas que controlan nuestros competidores y que generan miedo y terror entre el empresariado y los sectores políticos del país, se tiene una amenaza inminente contra la justicia, la democracia, la libertad de palabra y opinión y la libertad de prensa que tanto se jactan en darle lengua.

Con lo que no contaban el PPD, El Nuevo Día y los empresarios Ferré-Rangel, es con la velocidad y la integridad que los directores, periodistas y dueños de este periódico respondieron a su faena. Sí, es cierto que parte de la nómina de Caribbean News se ha suplementado de fondos del Departamento del Trabajo. Eso ha sido así desde los tiempos de Sila Calderón. Si mantener vivo un taller de trabajo es un crimen, la gerencia de este periódico los invita a que se tiren, que está llanito. Deben saber también los altos funcionarios del Partido Popular, que su pacto con el diablo y su promesa de perseguir y amordazar a este periódico, es una burda conspiración para violar derechos civiles federales que están fundamentalmente protegidos por ambas Constituciones y por la Sección 1983 de la Ley Federal de Derechos Civiles. Se trata también de una conspiración delictiva que tiene un alto costo, si alguna vez llegaran al poder y lo ejercieran en contra de nuestros periodistas, gerentes y dueños. Máxime cuando pretenden abusar del poder para satisfacer la gula, la sed de venganza y los intereses capitales del conglomerado hegemónico que los protege y que se sirve de ellos y ellos de él.

No vamos a regresar a la cuarta mordaza del Partido Popular. La criminalización de una línea editorial abre una caja de Pandora peligrosísima para la diversidad y la tolerancia.

Les recordamos, que no fue EL VOCERO quien inició esta estúpida guerra de papel. Ni EL VOCERO, ni El Nuevo Día, ni sus respectivos dueños y periodistas deben ser sujeto o predicado de este plebiscito electoral. Aquí lo que está en juego es el futuro de la patria, el bienestar de las próximas generaciones, la decisión fundamental de ordenar en las urnas quién habrá de regir y en qué dirección se llevarán los asuntos públicos de nuestro país. Por lo tanto, son las noticias, los candidatos, las opciones y las ofertas electorales, los actores de nuestras coberturas y el principal protagonista, el electorado y esa fiel lectoría a la que servimos.

Lo vital entonces, no es cómo cada empresa corre sus negocios, ni cómo la línea editorial de uno afecta la del otro. De hecho, nuestras líneas editoriales no compiten, son contrarias, tan diferentes como la luz y la oscuridad, tan incompatibles como el aceite y el vinagre.

Escribo esta columna para la historia, para que conste que llevo una lucha de décadas combatiendo esas fuerzas en aras de la libertad de expresión y de la liberación de esta patria.

Sepan los colonialistas que no les tenemos miedo. Sus amenazas de criminalizar nuestra línea editorial no nos intimidan. Contrario a ellos, aquí nadie se ha lucrado ni hecho millones con los ingresos de sus ventas. Es de todos conocido, la fragilidad de las finanzas de EL VOCERO. A pesar de eso, sigue publicando. Hoy, es diferente al año 2000. El respeto, la penetración y el impacto de EL VOCERO son mucho más fuertes que cuando hicieron la patraña de convertir en ‘escándalo’ las historias de la mucama para subir al poder a su coempresaria y coaccionista Sila María Calderón.

Tampoco hoy estamos solos. La historia y los excesos y abusos de nuestra competencia nos han dado la razón. Les estamos ganando la batalla en buena lid en ventas y distribución en las esquinas. De eso pueden dar fe los estantes llenos de periódicos que no se venden de la competencia y los cientos de miles de nuestros fieles lectores y nuestra constante clientela. Dan fe también de la calidad de EL VOCERO, nuestros excelentes reporteros y editores y el digno ejercicio de nuestro verdadero oficio, las libertades de información, palabra, opinión, asociación y prensa.

Casi nada. Con ese humilde acervo, con la verdad y con la venia del gran Dios del cielo, vamos armados cada vez que nace un nuevo sol.

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