“Al que hay que convencer del cambio es a ese segmento de la población que no se mueve por razones de moralidad y legalidad política”

La semana pasada el compañero doctor Carlos Colón De Armas, en su columna “Confusión en el debate plebiscitario”, postulaba que “el status político de Puerto Rico, más que un asunto económico, es fundamentalmente un problema de derechos humanos. El problema consiste en que, bajo el estatus político actual, a los puertorriqueños se nos violan nuestros derechos al tener que cumplir las leyes de un gobierno que no ayudamos a elegir y en el cual no tenemos participación efectiva. Encima de eso, le tenemos que pagar impuestos a ese mismo gobierno”. Como conclusión, manifestaba el doctor Colón De Armas que “en materia de estatus, quedarnos como estamos no puede ser una opción, pues ninguna sociedad que se respete a sí misma debe favorecer una condición política a través de la cual se le violan sus derechos”.

La posición esbozada por el doctor Colón De Armas es correcta legal y moralmente, pues se basa en que la inferioridad política en pleno Siglo 21 es injusta y, como tal, constituye una violación de derechos humanos. Desgraciadamente, en cuanto a estatus político, nuestro Pueblo históricamente no ha actuado movido por preceptos de justicia, dignidad e igualdad. De lo contrario, no hubiésemos sido colonia de España por más de 400 años, ni colonia de EE.UU. por 112 años.

¿Y por qué como Pueblo hemos tolerado una violación de derechos humanos como la inequidad y subyugación política? El también compañero columnista licenciado Ferdinand Mercado ofreció una teoría hace unas semanas (http://www.vocero.com/el-debate-sobre-la-condicion-territorial/). En esencia, hay un gran segmento de nuestra población que está acostumbrado a lo que tenemos y vivimos, y se siente cómodo y seguro continuar con el ‘status quo’. Otros simplemente no les importa la discusión sobre lo digno o indigno de vivir en una colonia.

A los que nos importan los derechos humanos y la dignidad política ya estamos convencidos de la necesidad de un cambio hacia la soberanía, sea como nación independiente (sí, la libre asociación también es una forma de independencia) o como un estado federado integrado a EE.UU. Por consiguiente, al que hay que convencer del cambio es a ese segmento de la población que no se mueve por razones de moralidad y legalidad política. A ese segmento de la población se le llega informando y educando sobre cómo estamos económicamente peor bajo el estatus actual y cómo estaríamos económicamente mejor con un cambio de estatus.

La coyuntura para hacer esto nunca ha sido mejor. Los puertorriqueños y puertorriqueñas cada día son más conscientes de cómo se vive en los estados de la Unión, pues tenemos más hermanos y hermanas viviendo allá que aquí. El deterioro económico de la Isla es la mejor evidencia del colapso del estatus actual. Como si fuera poco, no hay partido político que esté defendiendo, al menos públicamente, el estatus actual. Los que históricamente lo han hecho, como el Partido Popular Democrático, han huido de esa defensa y se refugian con excusas de que lo que está en la papeleta plebiscitaria el 6 de noviembre ni es el estatus actual ni el estatus al que ellos aspiran. Curiosamente, no explican cuál es el estatus actual ni el estatus al que ellos aspiran.

Aprovechemos el momento y llevemos el mensaje a los que no ven razones para un cambio de que el status actual efectivamente es una violación de nuestros derechos como Pueblo. Pero si eso no le importa a ese conciudadano, entonces concienticemos sobre cómo el estatus actual afecta su vida cotidiana y cómo un cambio hacia la soberanía, en particular la Estadidad, mejoraría su calidad de vida, en especial su economía.

Twitter: @YesefY