Labor Comunitaria

NR – Cada Comité de Unidad Electoral/Barrio debería realizar anualmente una labor similar a la de San Sebastián en su Sector/Barrio.
15 de diciembre de 2012

“Aquí vivo como un rey”

Así se siente uno de tres hermanos de San Sebastián luego que un ejército de voluntarios le reconstruyera su hogar

Flor, Darío y Miguel Rodríguez comparten con Giovanni Ferrante, el ángel que impulsó la transformación de su hogar. (JORGE.RAMIREZ@GFRMEDIA.COM)

Por Marga Parés Arroyo / mpares@elnuevodia.com

San Sebastián – Aún faltan  varios días para celebrar la Navidad, pero para los hermanos Flor, Darío y Miguel Rodríguez Alicea, la alegría asociada a esa efeméride  llegó antes de tiempo, así como el típico intercambio de regalos, que incluyó la transformación de su hogar.

Más que un lujo, la ayuda y los obsequios que recibieron los hermanos, de conocidos y hasta desconocidos,  vinieron a subsanar la  necesidad de mejorar  las paupérrimas condiciones en que vivían.

“La casa se nos estaba cayendo encima”, cuenta Miguel, de 76 años, el más vivaracho y pícaro de los tres, quien fue maestro de música y aún imparte alguna que otra clase.

 

 

Fue el pasado Día de Reyes cuando un vecino pepiniano, Giovanni Ferrante, entró por primera vez en mucho tiempo a la vivienda de los hermanos y conoció del deteriorado estado  en que se encontraba la casa que los cobijaba.

“Dos de las habitaciones no tenían piso, algunas partes de la casa carecían de paredes y la letrina estaba afuera. La casa estaba a punto de colapsar”, cuenta Ferrante, quien decidió tomar cartas en el asunto y coordinar ayuda  para el trío de hermanos que, según dijo, solo recibe  seguro social y cupones del Gobierno.

En esencia, urgía construirles  una nueva vivienda a los hermanos, pues el hogar que habitaban hace más de 60 años estaba totalmente inhabitable, incluyendo los pocos enseres electrodomésticos y muebles que tenían.

Manos a la obra

A través de las redes sociales, Ferrante dio a conocer el caso. Una de las primeras personas que respondieron fue la directora de la Vivienda de la región de Aguadilla, Mary Olga Rodríguez, quien solicitó unos fondos de emergencia para adquirir los materiales primarios para la construcción de una  casa en madera tratada.

La obra comenzó en marzo y en los siguientes diez meses un ejército de voluntarios participó en la obra de la residencia, que ubica en el barrio Piedras Blancas de San Sebastián. Algunos donaron dinero, otros, materiales, y otros, su labor desinteresada.

Mientras la obra tomaba forma, Flor, el mayor de los tres hermanos, se fue a vivir a un hogar de envejecientes. Darío y Miguel, por su parte, construyeron unos pequeños ranchos en el terreno aledaño a la casa.

“Se organizó un comité de ayuda comunitaria y participó mucha gente, dejando a un lado colores, preferencias políticas y religiosas”, cuenta Ferrante, dueño de un gimnasio que ubica cerca de la vivienda.

A modo de ejemplo, el pepiniano relató cómo su hijo de seis años estaba ansioso de que se le cayeran dos dientes flojos para poder aportar en la rehabilitación de la vivienda con el dinero que le dejaría “el Ratoncito Miguel”.

Grupos de trabajo de varias iglesias se encargaron de gran parte de la obra, como la construcción del piso (Iglesia Centro Familiar Cristiano Nueva Vida), la construcción de la casa (Iglesia de Dios Pentecostal MI), y la adquisición de muebles y equipos electrodomésticos (Iglesia Adventista Central).

Voluntarios de la Iglesia Católica, Adventista y Pentecostal también ayudaron, además de vecinos pepinianos en su carácter personal.

César Muñiz (mejor conocido como “El Guayo”), Heriberto Ramírez (mejor conocido como “Eric Loceta”) y los estudiantes de la Escuela Superior Patria Latorre Ramírez, quienes se encargaron de la pintura de la casa, fueron algunos de los que dijeron presente. Además, muchos comerciantes donaron materiales y ofrecieron aportaciones económicas. La administración municipal de San Sebastián donó los equipos pesados para demoler el viejo hogar y recoger los escombros.

“En Puerto Rico hay un problema bien grande y es que nos hacemos muy dependientes del Gobierno, nos cruzamos de brazos esperando la ayuda. Como pueblo, tenemos que responder también. Tiene que haber un llamado a las iglesias, a los vecinos, a los comercios. Sin ellos, esto no se hubiese logrado”, dijo Ferrante.

Esta semana, el grupo de voluntarios que materializó la obra celebró la culminación del proyecto con una fiesta en el Club de Leones de San Sebastián que ubica próximo a la vivienda. Allí, les entregaron a los hermanos,  oficialmente, la casa ya terminada. Horas antes, el trío, luciendo muy acicalado y contento, recibió a El Nuevo Día en su nuevo hogar, una casa de madera –con tres cuartos y un baño– simpáticamente decorada.

“Nos sentimos más cómodos, con más espacio. Aquí vivo como un rey”, dijo Flor, de 79 años, otro músico retirado, mientras mostraba orgulloso su habitación.

“Vino mucha gente buena a ayudar. Estamos felices”, dijo, por su parte, Darío, de 78 años, quien fue comerciante y vendedor  y quien se encarga de sus dos hermanos, cocinándoles, velándolos y lavando y planchando sus ropas.

Cada uno de los hermanos cuenta con una nueva cama de posiciones. Además, todos tienen un televisor y abanicos para fortalecer el ya natural aire acondicionado pepiniano.

“Ya la Navidad llegó”, puntualizó Miguel mientras el trío se despide de la visita entonando una melodía navideña  al son de  guitarra, cuatro y güiro.

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