Los procesos democráticos se han convertido, al menos parcial pero significativamente, en propiedad de intereses particulares. La democracia se ha menoscabado al servicio del clientelismo. A un gran sector del electorado y de los diversos grupos de presión, les parece que la gravedad de la situación social es únicamente responsabilidad del gobierno, más no de todos los ciudadanos, muchos de los cuales no están dispuestos a comprometerse como parte de la solución. El sufragio se convierte, en lugar de un instrumento del razonamiento; en un arma letal de castigo político. El juego democrático deja de ser un fin, para transformarse en un medio orientado a adelantar las agendas de interés propio, aunque sean contrarias al progreso.
Egipto es el más reciente ejemplo de esto. La derrota de la democracia como una finalidad de libertad y justicia, podría estar cerca en una nación que apenas acaba de ensayarla. Poco antes de ser electo presidente, luego de la caída del régimen dictatorial de Hosni Mubarak, en plena ‘Primavera Árabe’, ahora en peligro de ser otoño, Mohamed Morsi señaló: “No queremos imponer la Sharia (Ley Religiosa Fundamentalista Islámica), ni que Egipto se convierta en un estado islámico; en un nuevo Irán”. Incumplió. Pero el engaño parece ir ganando cierta validación. Otra vez, a notables sectores de la sociedad la democracia les sirve esencialmente para adelantar sus intereses. Morsi y su partido antioccidental y contrario a la democracia liberal/secular -Hermandad Musulmana-, aprovechando la confusión, el temor y su consecuente desmovilización; conveniente y precipitadamente convocaron a un referéndum para convertir la Constitución en una pieza de corte islamista, fiel a la Ley Religiosa Medieval.
La primera parte de la consulta fue el pasado sábado 15. Morsi y la Hermandad ganaron. Aunque allí si hay serias dudas sobre la legitimidad del resultado. La mayoría fue de 53 a 47, pero solo están registrados para votar 26 de los 84 millones de habitantes, y de ellos solo votó el 30%. Que importa eso para el fanatismo religioso. Lo prioritario es, con la ayuda de Alá destruir a Israel. Como en Puerto Rico. Lo importante era tumbar a Fortuño. ¿Y luego? Ya Moody’s nos muestra la ruta… al ritmo lumpen y castrista de Calle 13.
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