“En la colonia del ELA no sirven las profecías catastróficas, porque ya vivimos y sufrimos el Apocalipsis en tiempo real”

Entrando el nuevo año no quiero aterrarlos. Solo deseo jamaquearlos. Traerlos a la realidad, luego de que pase toda la vaina, pompa y circunstancia de las japajetas de la toma de posesión del flamante y ‘brand new’ gobernador Agapito.

Si usted está leyendo estas líneas, lo felicito. El mundo no se acabó el pasado 21 de diciembre, conforme a la predicción del calendario maya. Y ya juramentado Alejandro García Padilla, Puerto Rico tampoco ha experimentado la transformación física y espiritual de toda esa guasa de la ‘nueva era’ que la Prensa y los acólitos del coloniaje nos prometían. O sea, no esperen la venida de algo así como la Época de Acuario, Nirvana y la paz de los sepulcros de Shangrilá. El ELA cumplirá este año 61 años y el coloniaje 521 inviernos. Pero de nuevo, felicítese. No hay mal que dure mil años, ni cuerpo que lo resista y aun los olmecas con su calendario maya, hacían medidas de tiempo no mayores de 5,125 años, por aquello de que no hay quien sobreviva una ‘cuenta larga’. Por cierto, en mi cuenta corta les recuerdo que todavía restan 1,403 días antes de las elecciones, por lo que por ahí viene la luz al final del túnel.

En la colonia del ELA no sirven las profecías catastróficas, porque ya vivimos y sufrimos el Apocalipsis en tiempo real. Los boricuas tenemos la peor de todas las catástrofes. Todos los días, sobrevivimos en un miniinfierno. Hace siglos vivimos en un agujero negro; las tormentas solares políticas nos fríen del calor; aquí hace rato que los polos magnéticos están invertidos –el revés es el derecho, lo malo es bueno y lo bueno es malo, el Norte es el Sur, el cambio nunca cambia, y el desgobierno es buen gobierno. ¿Vio? Qué rayos ni ocho cuartos el alineamiento de los planetas, si aquí el pasado 6 de noviembre, en la nueva folloneta del viejo ‘new age’ populete, elegimos el que no propone el cambio y le dimos un mandato para cambiar lo incambiable. Yep. Nostradamus, El Oráculo de Delfos, El Gran Merlín, David Hernández, Rukmini, Shanti Ananda t/c/c Walter Mercado, Vivian Carla, Anita Cassandra y Patricia La Gitana, se caerían todos de culo con las predeciblemente improbables predicciones y augurios que se dan en esta pequeña reservación indígena de taparrabos sin taínos y donde tutilimundi quiere mandar, por aquello de reafirmar que aquí hay mucho cacique pa’ poco indio.

Perdonen ustedes la insolencia de este insurgente rebelde con causa. Mis excusas por no unirme al usual kumbayá de contentura por la investidura de un nuevecito –de paquete– gobernador. Ofrezco mi más sentido pésame a aquellos que quieren vendernos la paja mental de que llegó el cambio, un nuevo estilo de gobernar, el gobierno de la gente, los tiempos del ‘apuntatonter’, la nueva ola roja, el ‘Gangnam style’ de Yulín a mi plin y todas esas vainas ecuménicas a las que el Monseñor bendice y anilla y que en mí no producen sensación or-gásmica. Yep. Perdonen mi incredulidad con el régimen que no merece respeto.

No soy hipócrita. Vamos a dejarnos de pendejá. Aquí todo el mundo sabe lo que hicimos y lo que viene pa’ encima. Después de todo, los pueblos son tan sabios o tan jaiba como el grado de educación y de cultura que tengan. Y ‘let’s face it’. Vamos a confesarnos. El pasado 6 de noviembre… la embarramos. Matamos el ELA y montamos a su abogado defensor. El 74% de nosotros exigió estructuras de cambio y con 7 décimas de ventaja, le dimos poder a los celadores del inmovilismo. Votamos por la misma gente que apoya el agujero negro y que fueron arquitectos de las políticas más locas de principios de siglo, para rescatarnos de su propio embarre. Unjú. Siéntense a esperar. Porque ni Agapito, ni la Yulín, ni Bhatia, ni Perelló, ni Vale 4, ni Jossie, ni el Cuco, ni Colberg, ni Ingrid Vila, ni El Nuevo Día, ni los amigos de los amigos, salvarán este Titanic. Escogimos promesas y obviamos la realidad.

Peor aun, elegimos un… déjeme ver cómo lo pongo sin que suene cruel, elegimos un gobernador impúber, discapacitado, con un enorme déficit de neuronas, una patente incapacidad de expresar y una compulsión obsesiva para contradecirse y meter la pata antes, durante y después que piense, repiense y diga lo que en realidad no quiso decir o que debió decir. Pero no lo dijo. Vamos. Hoy instauramos gobernador, el primer sujeto y predicado de tutela, custodia y hasta de patria potestad intelectual. Y sabemos que ese gobernador hará lo que no puede hacer. No le pidan peras al olmo. Salamanca no da, lo que natura no presta.

Y todos sabemos también que la enfatuación durará el tiempo en que se disipan todas las flatulencias que surgen en este País. Porque el gobernador Agapito entró ya quemado antes de que se montara hoy en la tarima a dar su ‘chiji chijá’ inaugural. La luna de miel duró, como dice Sabina, “lo que duran dos peces de hielo en un ‘whisky on the rocks’”.

Y es que estamos en el tiempo del fin de los tiempos. El mandato plebiscitario le puso plazo y prescripción al régimen colonial. Digamos que estamos en el velatorio, en esos momentos en que ocurren las aberraciones más grandes en vísperas de los cambios cataclísmicos. En los próximos 1,400 días sufriremos el fin de los tiempos, como los hemos conocido. Está escrito. Todo empeorará, nos jartaremos y trataremos de hacernos la paja mental de que aun con lo peor por venir, todo permanecerá igual.

Como decía el poeta T.S. Eliot en su famoso verso de The Hallow: “This is the way the world will end. This is the way the world will end. This is the way the world will end. Not with a bang, but with a whimper…”.

Prepárense a hacer de tripas corazones. A reír en vez de llorar. Porque hoy comienza una de las últimas bachatas de la cochina, asquerosa, corrupta y criminal colonia puertorriqueña. Solo en Puerto Rico míster, votamos para luego contemplar como la embarramos…contemplar como la embarramos…