La diversidad en el nuevo Congreso

La diversidad en el nuevo Congreso

11 de enero de 2013 – OpiniónPolítica – 

“La delegación congresional de Puerto Rico, por ser culturalmente homogénea, funcionaría en Washington como un partido político en sí misma”.

Foto AP

En las pasadas elecciones se configuró en el Congreso de Estados Unidos la representación parlamentaria de mayor diversidad en la historia de la Nación. Aunque todavía hay, y seguirá habiendo, miembros como el senador Parick Leahy, de 72 años y demócrata por Vermont, que lleva 38 años en su escaño y Ralph Hall, republicano por Texas, que tiene 89 años de edad, los resultados reflejan los cambios demográficos y en actitudes que, desde hace tiempo, percolan en la sociedad americana.

Noventa y ocho (98) mujeres fueron elegidas al Congreso. El mayor número de féminas en la historia de Estados Unidos; 78 de ellas en la Cámara de Representantes y 20 en el Senado. De hecho, California, New Hampshire y Washington no tienen hombres en sus escaños senatoriales. Son los únicos estados cuya representación senatorial consiste exclusivamente de mujeres. Por otro lado, 43 miembros son del grupo minoritario de los africanoamericanos. Treinta y un (31) latinos, tres de ellos en el Senado, que incluye cubanos, mexicanos y puertorriqueños. Doce (12) son asiáticos o ‘pacific islanders’. Siete (7) miembros de la comunidad gay, entre ellos, Tammy Baldwin, de Wisconsin, el primer americano electo al Senado federal que es abiertamente gay y Kyrsten Sinema, demócrata por Arizona, primer miembro abiertamente bisexual y no afiliado a religión alguna.

El grupo incluye un nativo americano, el republicano Tom Cole de Oklahoma; defensor de los derechos de los nativos hawaianos para que tengan gobierno propio como las demás tribus indias reconocidas por el Departamento del Interior y el Congreso de Estados Unidos y puedan, a su vez, pactar de gobierno a gobierno con el estado de Hawai y con el Gobierno federal. Lo que nunca podrá hacer Puerto Rico bajo su actual condición política.US-congress-logo 2

En el Senado es aún más revelador. Tim Scott se convirtió en el primer africano americano del Sur en ser miembro del Senado desde la época de la Reconstrucción. Por su parte, el cubanoamericano Ted Cruz también se convirtió en miembro del Senado representando al estado de Texas. Irónicamente, tanto Tim Scott como Ted Cruz fueron respaldados por el ‘Tea Party’. El que haya miembros de grupos minoritarios que abiertamente hayan acogido la filosofía del ‘Tea Party’ es prueba de lo diversa y sofisticada que es, en estos tiempos, la sociedad americana. Incluso, nos demuestra que el conservadurismo republicano no es un asunto estrictamente de blancos y del ‘mainstream’ en Estados Unidos. Es una filosofía que en sus bases sobre asuntos de familia, entre otros, comparte con el modo de pensar de muchos de los miembros de estos grupos.

La diversidad se extiende al aspecto religioso. Una budista fue electa al Senado y una hindú a la Cámara de Representantes, ambas demócratas por Hawai; Mazie Hirono, con una extensa hoja de servicio público en su estado y nacida en Japón, al Senado y Tulsi Gabbard a la Cámara de Representantes, que juramentó poniendo su mano sobre el Bhagavad Gita. En el Senado el 27 por ciento de los senadores son católicos.

Como ha significado con razón el recién electo congresista Tammy Duckwork: “Esto significa que nosotros reflejamos los que es América ahora. Y es bueno ver que un Congreso comience pareciéndose más al resto de la Nación”. Duckwork es un veterano de la Guerra de Irak en la cual fue herido y le amputaron ambas piernas, además es miembro del grupo minoritario de los asiáticos americanos.

Las delegaciones congresionales de los estados con mayor población cada día son más heterogéneas. Ejemplo es la delegación de California; siendo la más numerosa con 55 miembros, 2 en el Senado y 53 en la Cámara; es la de menor cohesión política por su diversidad cultural y étnica. Estos elementos pasan desapercibidos en la discusión pública en Puerto Rico, y hasta en privado, sobre el asunto del estatus político.

“Toda política es local”, afirmaba siempre Tip O’Neill. Por eso, cada congresista se debe a sus constituyentes. Sin embargo, siendo Puerto Rico estado, este axioma iría acompañado de un elemento que no tendrían los demás estados. Se trata que la delegación congresional de Puerto Rico, por ser culturalmente homogénea, funcionaría en Washington como un partido político en sí misma. Ingrediente que le daría fuerza política adicional, mayor aun que los de mayor cantidad de congresistas. La heterogeneidad diluye el poder como grupo, aunque el poder político del congresista quede incólume. O sea, aun nuestra cultura incidiría en el alcance del poder político que tendríamos en Washington. Y ese, seguramente, sería un complemento adicional que tendría Puerto Rico en la estadidad.

Comentarios a: marioramosmendez@yahoo.com

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