“Cuidado”
-José José

Dr. Héctor A. Ríos Maury
Catedrático UPR Río Piedras

Por medio de la Ley 13, que elimina la Junta de Síndicos para viabilizar que el gobernador Alejandro García Padilla nombre a gente de su confianza para constituir una nueva Junta de Gobierno, alegadamente más representativa, el Gobierno consumó la ocupación política de la UPR. Esto es contrario a lo ocurrido en el 2009 cuando Luis Fortuño, respetando la autonomía universitaria, permitió que el presidente de la UPR de aquel momento, el doctor Antonio García Padilla continuara en su cargo mientras la Junta de Síndicos y él,  al amparo de la tradición universitaria y la Ley, construían una transición decorosa que culminó con la salida del doctor García Padilla en septiembre del 2009.

Desde ese momento, con la anuencia de la Junta de Síndicos, se desarrolló una consulta que culminó precisamente, y contrario a alegatos histriónicos y mediáticos de ciertos sectores ideológicos que le decretaron una guerra política desde la UPR al Gobierno de Fortuño; con el nombramiento del primer recomendado en dicho proceso consultivo: el doctor José Ramón de la Torre. A este distinguido universitario, quien renunció en el 2011, estos mismos grupos le declararon una ilegal, violenta y medieval (porque pretendía desvincular a la UPR del Estado de Derecho) huelga. ¿El pretexto? Un imprescindible (ante la crisis económica heredada) y atinado plan de recuperación fiscal, aprobado por la Junta de Síndicos, presidida entonces por una puertorriqueña cabal, la licenciada Ygrí Rivera; medida que eventualmente, y eso lo reconocen las casas evaluadoras de las finanzas de la UPR como Moody’s, salvó a la institución de la quiebra.

El asalto partidista a la UPR indujo a renunciar al presidente institucional, doctor Miguel Muñoz, y al presidente de la Junta de Síndicos, el licenciado Luis Berrios Amadeo. Bajo el liderato de ambos y sus equipos, la UPR consolidó sus acreditaciones académicas, mejoró sus finanzas, disminuyó su dependencia financiera del Gobierno, fortaleció sus ofrecimientos académicos, negoció justos convenios laborales, generó avances en su plan de mejoras permanentes, estabilizó y reinició un aumento en su número de alumnos matriculados, concretó acciones correctivas, necesarias por prácticas del pasado, solicitadas por la National Science Foundation (NSF) y restituyó un ambiente de paz institucional como garantía para las labores docentes e investigativas. Debemos agradecerlo. Suerte a los que vienen y cuidado. Debe haber espacio para todas las opiniones políticas dentro de la Universidad pero pactar servilmente con gente para quienes la UPR es un medio para adelantar sus intereses ideológicos totalitarios, es peligroso. Es muy arriesgado mezclar torpemente la acreditación del Middle States Commission on Higher Education, con el culto fanatizado al Ché Guevara; quien de seguro, de haber podido, habría solicitado la beca Pell.