En su seminal libro La explosión del periodismo, el periodista Ignacio Ramonet nos dice: “El planeta ‘Medios’ vive una conmoción de una intensidad nunca antes conocida. El impacto del meteorito ‘Internet’, comparable al que hizo desaparecer a los dinosaurios, está provocando un cambio radical de todo el ‘ecosistema mediático’ y la extinción masiva de diarios de la prensa escrita”.
Según Ramonet, en “la nueva sociedad de redes, cada ciudadano es un ‘periodista’ en potencia. Delante de la pantalla (de computadora, de teléfono o de tableta táctil), el internauta que domina recursos de la Web 2.0 no es considerado inferior al periodista profesional. Es más, le disputa su estatus de supremacía”.
Para Ignacio Ramonet, eso que él llama los grandes latifundios mediáticos, están hoy en situación precaria. El ciudadano se ha convertido en corresponsal noticioso con iguales derechos que el periodista profesional, y hasta con mejor olfato para pescar el evento conspicuo que pudiera ser noticia de primera plana.
Además, la erosión en la credibilidad por parte de los periodistas y de los medios noticiosos es algo que ha ido creciendo a pasos acelerados en los últimos años. La “gente ya no es fiel a un periódico”, dice Ramonet, porque a los periodistas como a los medios “la Red les está despojando de su estatus de curas seculares”. Lo que ha creado que la competencia entre los distintos medios por capturar el favor de la gente sea cada vez más agresiva y pueda incurrir en prácticas antiéticas. Esto se está dando también en radio y televisión.
La forma que el ciudadano comenta y analiza es algo que le da un sentido distinto a la noticia. En esto el periodista corre el peligro de quedar mal ante su propio público, pues los comentaristas silvestres, por ser múltiples y variados, pueden coincidir en un momento indeterminado y dar una versión distinta que afecte la credibilidad del reportero.
Puerto Rico no está exento de este fenómeno. La ausencia de credibilidad que los medios de prensa, en general, y los periodistas, en particular, tienen ante el público es algo que no se había visto nunca en la historia nuestra.
Medios de prensa, y periodistas también, que hipotecan su credibilidad por beneficios económicos o creencias políticas, sin ruborizarse por un minuto, es algo que ha acabado con la digna profesión que ellos mismos han maculado.
Es por eso que el ciudadano periodista se ha rebelado. Ha surgido del anonimato y es hoy actor protagónico; es reportero y analista. Por él nos enteramos de los acontecimientos y análisis en Facebook, Twitter y mensajes de textos, entre otros. Sus escritos son concisos, llenos de enjundia en la entrelínea y con la libertad de no tener su conciencia hipotecada a un oscuro postor.
Comentarios a: marioramosmendez@yahoo.com
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