Dos veces maestra

Dos veces maestra

23 de diciembre de 2013 – 

“Enseñaba a sus estudiantes en la escuela, nos enseñaba a nosotros en la casa y le enseñaba a cualquiera en la calle”.

Por Mario Ramos Méndez

Se levantaba todos los días a las seis de la mañana. Lo primero que hacía era levantarnos para luego prepararnos el desayuno. Mientras desayunábamos, ella se vestía a toda prisa para desayunar después de nosotros. Era un desayuno sencillo; un vaso de leche con chocolate y un pequeño plato de cereal de lunes a viernes. Era lo único en el menú de la mañana para apagar el molestoso sonar de las tripas. Los sábados y domingos el desayuno podía ser un poco suculento; huevos en revoltillo, pan con mantequilla y la leche con chocolate, que nunca faltaba.

Al terminar, nos montabamos en su pequeño carro para que nos llevara a la escuela. Cuando nos dejaba frente a los predios de la escuela, donde el bullicio de los estudiantes era bastante sonoro, nos daba veinticinco centavos a cada uno para pasar el día, pues a principios de los años setenta eran suficientes para el período del recreo. Luego que nos dejaba, entonces ella se iba para su escuela a dar el pan de la enseñanza, como, nos dijo, era que se le llamaba a la educación escolar.

Somos tres hermanos, los únicos hijos que tuvo, y, para ella, ser maestra era un trabajo continuo y de toda la vida; 24/7, como se dice hoy. Se trata de mi madre, una mujer espectacular que nos crió solos; madre soltera hoy, divorciada antes y con todos los prejuicios que ello acarreó. Con ella aprendí que la mujer es más filosófica que el hombre y, además, tiene mejor sentido del humor. Enseñaba a sus estudiantes en la escuela, nos enseñaba a nosotros en la casa y le enseñaba a cualquiera en la calle. La vocación de maestro era algo hormonal en ella, aunque solo devengaba un escaso sueldo por lo que enseñaba, únicamente, en el salón de clases. Por la enseñanza y trabajo impartido en el salón de nuestros hogares no recibía remuneración alguna. En su época era común la frase, “más pobre que un maestro de escuela.”

En las tardes nos ayudaba en nuestras asignaturas, lo que se convertía en un momento más que de tutoría de enseñanza plena, para luego preparar los asuntos escolares del próximo día. A partir de las cinco de la tarde nos cocinaba, pues confeccionar la cena era otra de sus especialidades y la condimentaba con el mejor de los ingredientes, o con la especie divina, según ella misma decía: el amor.

Estando nosotros en los grados intermedios tomó la decisión de iniciar estudios de maestría en literatura española, que era su especialidad como maestra. Tres veces en la semana, al salir de clases a las 3:00pm, iniciaba un viaje de una hora para pasar alrededor de tres dentro de un aula universitaria, para luego iniciar el regreso al hogar, llegar tarde y cansada, e iniciar el próximo día la misma rutina de vida.

Mi madre fue una luchadora incansable toda su vida. Por treinta y cuatro años ejerció como maestra en la escuela pública. Hace dos años se fue a vivir al otro lado de las cosas. Si estuviera viva, estaría apoyando a los maestros de Puerto Rico en su incansable y noble lucha para salvar el Sistema de Retiro para Maestros. Como ella no puede estar, está su hijo; el que escribe estas líneas. Por eso, en el día de hoy, sin ser yo maestro, pero en honor a ellos y a mi madre, me uno en su leal batalla por un trato justo y digno como maestros y de pleno respeto a su dignidad humana.marioramosmendez@yahoo.com

Para trabajar por la Estadidad: https://estado51prusa.com Seminarios-pnp.com https://twitter.com/EstadoPRUSA https://www.facebook.com/EstadoPRUSA/

You must be logged in to post a comment Login

Para trabajar por la Estadidad: https://estado51prusa.com Seminarios-pnp.com https://twitter.com/EstadoPRUSA https://www.facebook.com/EstadoPRUSA/
Para trabajar por la Estadidad: https://estado51prusa.com Seminarios-pnp.com https://twitter.com/EstadoPRUSA https://www.facebook.com/EstadoPRUSA/