Tras numerosos amagues, oportunidades concedidas, el alegado punto de inflexión y la adopción atropellada de medidas vendidas como necesarias para “salvar la casa”, que lo que han hecho es afectar nuestro bolsillo y exacerbar el éxodo de miles de puertorriqueños, finalmente se degradó a nivel de ‘chatarra’ el crédito de Puerto Rico. Esta acción sin precedentes, agudizará nuestra apretada situación fiscal y socioeconómica de no tomarse las medidas de control de gastos y de desarrollo económico que requiere el momento y que no han figurado claramente como prioridades del gobierno de turno para superar nuestra ‘Gran Crisis’.

El Gobierno ha tenido su espacio, por más de un año, para demostrar su capacidad de entender y atender la ‘Gran Crisis’ que vivimos, conforme el discurso que les permitió llegar al poder. Más aun, ha contado con el beneficio de propuestas concretas elaboradas por diversos sectores que quieren contribuir a nuestro desarrollo sostenible.

El pueblo tenía expectativas de que el nuevo gobierno estaba preparado para asumir el control y empezar a atender sin dilación, con organización, responsabilidad, seriedad y siguiendo un plan integral, los problemas de fondo detonantes de nuestra ‘Gran Crisis’. Esto considerando que sería dirigido por quien conocía nuestra situación ya que como jefe de agencia y legislador, participó de la consideración de los presupuestos del Gobierno Central durante los pasados 8 años anteriores a su mandato.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que la presunción de capacidad, madurez y liderazgo se desvanecieran, producto, entre otras razones, de la emblemática expresión del “me vale” como respuesta al análisis y recomendaciones de las agencias acreditadoras. La actitud de “me vale” dejó al descubierto que no había un Norte, tampoco organización, ni un sentido de urgencia y entendimiento de la seriedad y magnitud de nuestros problemas. Y este “me vale” ahora nos cuesta. Al gobierno la pérdida de credibilidad y de la confianza de que es capaz de realizar efectivamente la tarea encomendada en las urnas. Al pueblo, la sobrecarga de impuestos y su empobrecimiento, unido a la recaída de nuestro desarrollo económico.

Ciertamente no puede responsabilizarse a la presente administración por todos los problemas arrastrados a través del tiempo, pero definitivamente sí es responsable por la inacción o por implantar medidas que los han agravado. Así, el gobierno de turno no puede desaprovechar las oportunidades y el valor histórico de esta ‘Gran Crisis’ para reinventar y transformar a Puerto Rico. Para esto, necesita un plan integral que cuente con el liderazgo, la capacidad, voluntad y madurez política y colectiva requerida para implantarse efectivamente.

Este plan debe acoger las múltiples recomendaciones multisectoriales que se han realizado y que han quedado relegadas. También pueden desempolvarse las medidas de desarrollo económico y social recomendadas por el Grupo de Trabajo de Casa Blanca en su informe de 2011, producto de un esfuerzo colaborativo entre el Gobierno local y el Federal y diversos sectores. Dicho informe reconoció avances logrados por Puerto Rico durante la pasada administración que deben continuarse. Cabe señalar, que este informe de Casa Blanca también señaló que bajo la pasada administración habían “importantes indicios de mejoras en la situación fiscal de la isla” y que en ese momento la “[l]a magnitud del déficit en relación a los ingresos en la isla ha disminuido significativamente, y la calificación crediticia de Puerto Rico ha mejorado” (pág. 40, Informe, versión español).

Estamos ante una ‘Gran Crisis’ de mucho valor para nuestro pueblo, que hacía falta para seguir madurando y lograr la contribución colectiva necesaria para resolver sin más dilación los problemas que nos llevan a tocar fondo. Es necesario hacer los ajustes correspondientes para no dejar pasar esta oportunidad perfecta para empezar de nuevo y lograr un mejor Puerto Rico.