Sobran ya las propuestas remediales a una prolongada crisis fiscal que ya ha tocado fondo. Las propuestas van desde la reducción del horario a los empleados gubernamentales, privatizaciones mediante diferentes modalidades, venta de bienes patrimoniales del Estado, el desmembramiento de las agencias gubernativas a través de la regionalización y municipalización, mayor agresividad para atajar la evasión contributiva y de arbitrios hasta la legalización de la marihuana para aumentar los recaudos fiscales.
De todas esas propuestas las más lógicamente aceptables para no empeorar el deterioro económico y sin seguir atribulando a la clase trabajadora parecen ser la detención de las evasiones tributarias y la legalización de la marihuana como fuente adicional de recaudo fiscal. De la primera de estas dos alternativas no hay nada que hablar. Ella habla por sí misma. En el caso de la segunda, es necesario un ejemplo.
Colorado fue el primer estado de Estados Unidos en permitir la venta legal para propósitos recreativos de la marihuana a personas mayores de 21 años de edad. Este paso atrevido paso de avance para socavar las aras del narcotráfico fue dado con el aval de la mayoría de los votos de los residentes de Colorado.
Habiendo comenzado el comercio legal de la marihuana en Colorado en enero de 2014, se reportaron ventas por casi cinco millones de dólares durante la primera semana. Se proyecta que genere unos $600 millones en ventas anuales con su concomitante millonario recaudo al fisco por concepto de sus cuantiosos arbitrios.
Todas estas propuestas subsanan un tanto, pero se quedan cortas y no resuelven el problema de crisis fiscal en Puerto Rico en su fondo. Más que otra cosa, el problema fiscal del país proviene de una grave deficiencia macroeconómica.
En los últimos ocho años, la deuda pública de Puerto Rico aumentó 62%, mientras economía ha disminuido un 14%. Se han perdido 249,000 empleos desde que comenzó en 2006 la crisis económica en Puerto Rico. En 2013 se produjo la cantidad de personas empleadas más baja en 20 años: 1,020,000, lo que significó 18,000 menos que en 2012. Sólo trabajan en el país cuatro de cada 10 ciudadanos en edad productiva para hacerlo: 41%. Nunca antes había habido una tasa de participación laboral tan baja.
Existe en la actualidad unos 91,000 desempleados desalentados que ya no figuran en las estadísticas de desempleo, porque ya no buscan trabajo. Los desempleados desalentados aumentaron en siete mil desde 2012 a 2013. No en balde se reportaron 6,000 personas desempleadas menos el pasado año. La tasa de desempleo oficial es de 14.3%. El grupo trabajador lleva siete años reduciéndose.
Cuando termine este año fiscal, se proyecta que la economía puertorriqueña se contraerá en ocho décimas porcentuales (-0.8%). No salimos del atolladero económico. La economía de Puerto Rico no crece. El 45.6% de la población puertorriqueña vive bajo el nivel de pobreza, dos veces más que el estado más pobre de la nación estadounidense: Mississippi.
Emigran de Puerto Rico a Estados Unidos unos 70,000 puertorriqueños anualmente. En la última década, se han ido de Puerto Rico 576,000 nacionales. Fue el movimiento migratorio hacia Estados Unidos en 2011 de 76,000 personas. . De 3.9 millones de habitantes hace años atrás, la población actual ha disminuido a 3.67 millones, pero excluyendo a los extranjeros que viven en Puerto Rico, quedan únicamente en el país 3.51 millones de puertorriqueños.
No podemos seguir hurgando las ramas del árbol del problema. Tenemos que ir a su raíz. Y la raigambre de la crisis fiscal subyace en un modelo de desarrollo económico que ya caducó. Si bien pudo haber sido temporalmente efectivo y beneficioso, ya se ha vuelto obsoleto. No se atempera al Siglo 21. Se necesita un nuevo paradigma de desarrollo económico que nos potencie como país productivo y meno económicamente dependiente del asistencialismo estadounidense y de sus transferencias de fondos federales.
En fin, hace falta, sobre todo. valentía y voluntad política para salir de este atolladero económico y fiscal. De lo contrario, seguiremos patinando en el mismo lugar y sumiéndonos en el hoyo cada vez más.
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