Recientemente en un momento de lucidez y franqueza, el gobernador declaró que, como el sector privado no provee suficientes puestos de trabajo, el gobierno tiene que tener mucha gente en nómina. De eso es que se trata el problema, en parte. Pero hay que añadir que el sector privado no provee suficientes empleos porque el gobierno, en vez de ser un ente facilitador, es un aparato entorpecedor.

Véase por ejemplo el caso de AEE, AAA y alrededor de 100 agencias más que constituyen una laberíntica y enmarañada colección de agencias burocratizadas a la soviética, que le entorpecen la labor a los negocios e industrias grandes, medianas y pequeñas y que, para completar la indefensión del ciudadano, constituyen monopolios gubernamentales.

Todo el mundo muere en manos de AEE, de AAA y de los demás monstruos burocráticas (así lo llamó el exgobernador Hernández Colón hace unos años). Las tres farmacéuticas del este de la Isla tuvieron que brincar de aquí porque las tarifas de electricidad las ahogaban.

Lo mismo ha pasado con negocios pequeños que cierran por lo alto de las tarifas de electricidad, que solo benefician a la UTIER, y así ocurre con la AAA, la cual no permite que se les conecte o desconecte el servicio si no es en persona y en una de sus oficinas atiborradas de público y con largas filas de espera. Encima de todo eso, las agencias y el gobierno central llegan al extremo ridículo de pagarse alquiler, agua, electricidad, permisos de uso y otros cargos, las unas a las otras.

Lo anteriormente dicho ilustra la torpeza, lentitud, obstrucción, ineficiencia y obsesivo del gobierno. La justificación del tamaño del mismo, y de la multitud de personas en la nómina pública es reconocer que el gobierno se ve obligado a emplear a la gente que no puede emplear el sector privado, que no puede crecer precisamente por los grilletes paralizantes, los impuestos imprevisibles y los malos servicios gubernamentales. El gobierno les provee puestos de trabajo a personas que son, después y antes que todo, electores.

¿Y quién paga los sueldos de toda esa empleo-manía (manía de emplear) del gobierno? Nosotros, los ciudadanos que rendimos planillas a unas tasas estranguladoras. Y para pagar la nómina y los gastos del funcionamiento del gobierno no basta con las contribuciones. Por eso hay que tomar a préstamo billones de dólares (mediante los bonos, que no son otra cosa que pagarés) que ya varias veces pagan más hasta el 15%.

Todo ello resultante del temor de los prestamistas a que el gobierno de PR no les pueda pagar. Por eso tienen que cobrar más intereses. Los intereses altos no son otra cosa que el precio adicional del riesgo de la alta posibilidad de que el gobierno no pueda pagarles. Lo que dicen la Constitución y las leyes sobre la obligación legal y moral de pagarles a los bonistas de nada vale si el gobierno no puede pagar. Una cosa es deber y otra poder pagar. AGP como que no sabía que es el gobierno mismo el que paga para que Moody’s, S&P y Fitch evalúen nuestro crédito.

Llevamos más de 70 años, unos y otros, con la mala costumbre de postrarnos ante el estado económicamente totalitario que tiene como modus operandi la política del ‘tax, tax, spend, spend’. El gobierno exprime a los contribuyentes, para sustentar a los empleados públicos, todo ello para obtener los votos de la masa no trabajadora o poco trabajadora y a sus jefes, las agencias cuyo único efecto es el de mancar, estrangular, entorpecer y hasta paralizar a la empresa privada obligando así al gobierno a mantener a la mitad de la fuerza teóricamente laboral.

En 1806, por gestiones de Ramón Pomer, el gobierno español (rebelde) envió al Intendente Ramírez a poner en orden las finanzas de PR. El Intendente Ramírez (esta vez pluralizado) ha vuelto. Tal vez a liberarnos de la dependencia y del abuso de un gobierno estatal prisionero de los electores que son prisioneros del gobierno local, que es prisionero del gobierno federal. Realmente no tengo muchas esperanzas.

Lo más probable es que nuestros líderes se queden en ‘shorts’ y nuestra economía se siga secando como una uva al sol, convirtiéndose en una pasa económica ante la realidad de que el turismo huyó ya de nuestros predios, debido a nuestro maltrato y nuestros costos, para la República Dominicana. La apertura de una Cuba hambrienta, que ya comienza a copiar del modelo chino la infraestructura de puertos, carreteras, generadores de electricidad, podría terminar llevándose nuestras industrias, incluyendo la farmacéutica, la electrónica y otras manufactureras y de servicios. Es el modelo chino de falta de democracia y bajos costos y salarios.