YAUCO – Un policía en su motora abría paso por las curvilíneas calles del barrio Susúa Alta, donde doña Victoria Quiñones, madre del alcalde Abel Nazario, esperaba al gobernador con unas habichuelas que guisó con mucha calabaza.

Doña Victoria, de 86 años, se había levantado muy temprano ayer con la satisfacción de poder cocinar para Luis Fortuño.

“Abel me ha llevado a cuanta esquina tiene este municipio, a sitios que yo creo que él no había ido antes, menos a su casa”, expresó Fortuño de camino a la residencia del alcalde.

Afirmó que no conocía cuál sería el menú, pero que por su gusto comería arroz y habichuelas a diario. “Yo, con arroz, habichuelas y vianda estoy… y me tengo que esconder para comerlo, porque en casa no me lo dan”, señaló el mandatario.

“¿Pollo o pavo?”

Explicó que en La Fortaleza su menú no es muy variado y que cuando no come pollo, entonces es pavo.

Don Hermenegildo Nazario, padre del alcalde, esperaba al gobernador en una silla del balcón. Mientras, varios miembros de la escolta de Fortuño custodiaban la humilde residencia.

La foto del alcalde Nazario es el primer golpe a la vista de todo el que entra a su hogar. Es una fotografía enorme, colocada en la pared frontal de la sala y que se puede ver desde la calle.

Otras fotos de la vida política del alcalde adornan las paredes de la vivienda. Allí no hay lujos, pero sí muchos gratos momentos plasmados en imágenes.

Lo estrecho del comedor no permitía que seis comensales ocuparan la mesa a la vez. Tampoco en la cocina había espacio para las muchas personas que querían ayudar a doña Victoria a servirle al gobernador, quien llegó hasta allí para saludar.

El alcalde aprovechó para explicar que su mamá -quien en realidad es su abuela paterna, pero él la obligó por el tribunal a que lo reconociera como hijo- se molestó porque alguien se había ofrecido a ayudarla a guisar las habichuelas que iba a ofrecerle al primer ejecutivo.

Un manjar

Doña Victoria le mostró a Fortuño la olla de pasteles, el arroz blanco, las habichuelas y los medallones de cerdo que tenía para él. Sacó un pastel y lo cargó hasta cerca del fregadero para cortarle el amarre y servirlo en el plato del mandatario, quien en su visita a los pueblos acostumbra a almorzar en alguna cafetería del casco urbano.

La madre del alcalde, quien luchaba contra su estatura para alcanzar las ollas grandes que ocupaban la estufa, aseguró estar “muy contenta” por la visita que tenía.

Apenas se expresó mientras tuvo a Fortuño a su lado, pero no paró la faena de ofrecer comida y servirle a todo el que encontrara de frente.

El almuerzo fue en el estrecho comedor de la residencia. “Esto está perfecto”, expresó el gobernador frente a aquel manjar.

“Pastel no como desde las Navidades”, puntualizó Fortuño.

Una vajilla blanca fue usada para servirle al mandatario, quien completó el almuerzo con un flan de vainilla y, como es su costumbre, una taza de café… en esta ocasión 100% de Yauco, por supuesto.