Otro rayo en el mismo parque – Por Antonio Quiñones Calderón

Otro rayo en el mismo parque

Antonio Quiñones Calderón

El escritor guatemalteco Augusto Monterroso fabula en uno de sus libros alrededor del rayo que cayó dos veces en el mismo sitio, “pero encontró (el rayo) que ya la primera vez había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho”.

Eso es: deprime observar cómo la lección del pararrayos moral que fue don Luis Muñoz Marín en los inicios de la década de los 1970 al atajar los efectos dañinos del primer rayo sobre el Parque Las Américas (que hoy honra su memoria) no fue aprendida. O es desconocida.

Hoy el PPD es Anti-Americano y controlado por los Neo-Colonialistas

La ordenanza municipal propuesta por la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, cercenando un verdadero e inestimable patrimonio, cual es el oasis natural que existe en medio de la ciudad capital conocido por el Parque Luis Muñoz Marín, es lo más parecido a aquel intento de un grupo de inversionistas a quienes el gobierno de Rafael Hernández Colón había accedido a entregar 15.79 cuerdas del Parque Las Américas –la mejor ubicada y de más alto valor– para el desarrollo de una especie de Coney Island.

Se trataba, además de un ultraje a la Naturaleza, ya que destruiría el pulmón artificial más grande de la zona metropolitana, y un asalto al interés público a través de un negocio en el que el Gobierno recibiría un total de $2,397,500 en 35 años (o sea, $68,500 anuales), mientras los inversores se embolsicaban entre diez y quince veces a consecuencia de las múltiples actividades que desarrollarían en el parque.

De hecho, una comisión independiente de expertos en bienes raíces y tasaciones concluyó que la renta mínima que se debía cobrar por las 15.79 cuerdas a lo largo de los 35 años de uso no debería bajar de $49,123,801.25. (Los detalles de este tumbe frustrado aparecen en mi libro “Corrupción e impunidad en Puerto Rico”, páginas 144 a 147).

A las voces de numerosos puertorriqueños que se alzaron contra aquella barbaridad se unió la de don Luis Muñoz Marín, quien, aguijoneado por su buena conciencia, alertó al pueblo de qué trataba aquella modalidad de corrupción pública y logró que la administración Hernández Colón diera marcha atrás a la intentona.

Pienso que la lectura de la siguiente cita de don Luis Muñoz Marín cuando luchaba contra el frustrado tumbe del Parque Las Américas por un gobierno de su propio partido ayudará a la alcaldesa de la capital a rectificar el curso errado inherente en la ordenanza ante su firma. Dijo Muñoz entonces en carta al entonces administrador de Parques y Recreo Públicos: “Aunque estoy convencido de que la ley está de parte del interés público –y no del negocio–, mi posición no es legalista. Podrán desarrollarse interpretaciones legales de una u otra forma. Tampoco es mi posición poner en entredicho la buena fe suya ni de nadie. Sólo pongo en tela de juicio –y esto en la forma más convencida– la falta de sabiduría envuelta en la combinación de las propuestas y presiones de negocios comerciales ante la gran necesidad que tiene nuestra zona de que no se le escamotee una cuerda más al genuino parque de reposo, serenidad y uso familiar. El interés público en este caso está claramente en el bien moral y no en la justificación legal del mal”.

En reconocimiento a la gesta de Muñoz, el gobernador Carlos Romero Barceló ordenaría en 1977 rebautizar el Parque de Las Américas como Parque Luis Muñoz Marín.

Tiempos de incertidumbre

Ismael Torres

El ambiente que hay en el País es de mucha incertidumbre y da la impresión que tenemos el agua al cuello y sigue subiendo. Al menos ése es el parecer de muchos que hasta hace poco veían el vaso medio lleno.

A eso hay que agregarle la otra percepción que nos recuerda la historia del asno de Buridán, que en cierto momento sentía exactamente la misma necesidad de comer y beber. Y si al pobre se le colocaba hierba y agua a una misma distancia, las pulsiones de hambre y de sed de su celebro lo bloqueaban de tal modo que el asno quedaba paralizado a mitad de camino y podía morir de hambre y sed al no poder tomar una decisión.

Sin entrar a evaluar cuántos legisladores, jefes de agencias y consultores gubernamentales están como el asno de Buridán, por falta de ideas o de capacidad o de voluntad política para implementarlas, la situación en el Poder Ejecutivo da la impresión de ser peor.

Por un lado se anuncian reducciones presupuestarias significativas, pero por el otro se dice que todo seguirá igual y que la nómina pública no se afectará.

Desde hace algún tiempo, en foros radiales, de televisión y en columnas de opinión he planteado que los que vivimos en esta Isla necesitamos saber con urgencia el plan del Gobierno para hacer frente a la crisis fiscal y económica que tenemos.

Los municipios, por ejemplo, no se han dado por enterados de la crisis, se manejan como si nada estuviera pasando, y mantienen contratos de consultorías en las más diversas áreas para pagar favores o buscar protección en ciertos foros radiales y de televisión.

Existen municipios que hace muchos años invierten muchísimo dinero en consultores de medios de comunicación y de asuntos legales, que no son otra cosa que tapaderas para proteger su imagen pública. Cancelar esos contratos permitiría al asno romper el equilibrio de esas pulsiones y salvarse administrativamente.

Por años se ha barrido mucha basura debajo de la alfombra y no veo indicios de que la cosa pueda cambiar y se comiencen a tomar decisiones fundamentales para el bienestar del país.

Un ejemplo claro, y para muestra un botón basta, es la situación energética que nos afecta. Y volvemos como el asno de Buridán a ponernos entre La Fortaleza y la Legislatura, sin esperanza de que nos movamos.