Pasando revista sobre el resultado de las pasadas elecciones tenemos que concluir que la mayor parte de los puertorriqueños aparentemente, somos esquizofrénicos o no sabemos votar. En la papeleta del plebiscito del 2012, votamos mayoritariamente en contra del ELA colonial, pero en la papeleta electoral votamos a favor del gobierno que defiende y perpetúa ese estatus colonial. Votamos a favor de la estadidad y al mismo tiempo votamos por un partido y gobierno que su única misión es evitarla.
Al momento de las elecciones llevábamos seis años pasando por la crisis fiscal y la recesión más severa en nuestra historia. Crisis que requería, para enfrentarla, elegir a un gobernante con capacidad intelectual, experiencia, visión y liderato -como el que teníamos- cosa que se le advirtió al pueblo en infinidad de ocasiones.
El resultado fue que eligieron al menos capacitado para enfrentar la situación. Se eligió lo opuesto a lo que se requería.
El resultado de esa pésima decisión lo vivimos hoy. Dieciocho meses de la economía en caída libre como lo demuestra el Índice de Actividad Económica; la clasificación de nuestro crédito en chatarra; las corporaciones públicas en quiebra y una deuda de $73,000 millones. Lo que es peor, con un gobierno sin dirección, en constante improvisación y sin ningún propósito de enmendar los errores cometidos. Esto a pesar de que todos los economista serios de la isla le han señalado a los gobernantes de turno que la ruta fiscal y económica por la cual nos llevan es una equivocada y que de continuarla no hay esperanza de recuperación en una década.
Hay que preguntarse si podíamos o podemos esperar otra cosa de un pueblo que mayoritariamente, en términos generales no lee y cuando lo hace, lo que lee es principalmente basura. Lo que ve por televisión y escucha por la radio es igualmente basura. Un pueblo que lo que le gusta es el ocio, la bachata, “el baile, botella y baraja”.
Nuestro pueblo tiene índices de patología psicosocial que evidencian un estado de severa descomposición. Un gran número de esos índices son de los más altos en el mundo desarrollado. Nada más hay que ver lo rampante de la utilización y dependencia de las drogas y alcohol, el narcotráfico, los asesinatos, la violencia doméstica, el maltrato a los niños, viejos, mujeres, animales, la alta tasa de ocio, la dependencia en el estado, la corrupción, la jaibería, la deserción escolar, la paternidad irresponsable, la irresponsabilidad en general y el incumplimiento con las leyes… por mencionar solo algunos ejemplos.
Los seres humanos esencialmente no cambiamos a menos que se nos presente una crisis existencial. Hay que preguntarse si tendrá la isla que convertirse en un lugar todavía más inhóspito e inviable, para entonces reaccionar. Hay que preguntarse si es muy tarde y nuestra sociedad está ya condenada al punto de que la única opción sea emigrar. Como muchos ya lo han hecho por haber perdido toda esperanza.
Amigos lectores, individual y colectivamente, tenemos que hacer mucha introspección pues el mal está fundamentalmente en nosotros mismos. No culpemos solamente al gobierno de turno, pues nosotros fuimos los que lo elegimos. Fuimos los que preferimos ignorar lo que veíamos y lo que se nos advirtió. Debemos aprender de nuestros errores o estamos condenados a repetirlos.
“Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen a usted contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto sacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada.” Ayn Rand (1950).
¡Amen!
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