TRS: La Educación que Hace Falta

La Educación que Hace Falta

POR THOMAS RIVERA SCHATZ, EX PRESIDENTE DEL SENADO – 4:02 AM
En Puerto Rico, aunque se invierten unos $4 mil millones anuales en Educación, casi la mitad de nuestros estudiantes desertan antes de graduarse de escuela superior
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En esta tropical colonia se ha desarrollado una enorme habilidad para hacer peor lo que ha estado mal. Nuestro sistema educativo no ha sido la excepción. Al contrario, maestros, estudiantes y todo Puerto Rico han sido las principales víctimas de un sistema educativo anticuado que cuesta mucho y produce poco. Ya no es suficiente reconocerlo ni lamentarse. Hay que construir la Nueva Educación.

La educación es el eje del desarrollo económico y social. A mayor nivel de educación, también es mayor la autosuficiencia en los ciudadanos. Se atrae industrias y negocios bajo el reconocimiento de que hay mano de obra diestra y abundante. Sobre todo, se cosechan ciudadanos con conciencia y cultura de productividad; de trabajo; de conducta adecuada en sus entornos familiar, comunitario y social. Una educación bien realizada mejora lo que se conoce como “la calidad de la gente”.

En Puerto Rico, aunque se invierten unos $4 mil millones anuales en Educación, casi la mitad de nuestros estudiantes desertan antes de graduarse de escuela superior. Cada día tenemos menos matrícula en las escuelas. La mayoría de los que logran un diploma salen a la calle sin una sola destreza ocupacional que les permita ingresar al mundo del trabajo. Tenemos una tasa de desempleo que vive rozando el 15%. También la tasa de participación laboral más baja de los últimos 30 años. Muchos de los que se educan salen huyendo a los estados de la Unión buscando las oportunidades y los derechos que no tienen en la colonia del ELA. Y deberíamos tener mucha más gente preparada para fomentar el desarrollo de industrias especializadas que aceleren la economía y paguen buenos salarios. Puerto Rico, no puede seguir así. Tenemos que rehacer el sistema educativo de arriba a abajo. Completo.

Dinero hay, pero muy mal utilizado. Nuestro sistema educativo elemental, intermedio y superior no puede continuar siendo una letanía de currículos obsoletos y engorrosos; fundamentados en el embotellamiento para tomar exámenes y bajo la teoría de que así se desarrolla el intelecto. El enfoque de preparar graduandos y muy pocos trabajadores o empresarios, fracasó.

No podemos continuar en salones que parecen latas de sardinas, asfixiantes por la falta de ventilación y muchas veces en medio del deterioro. Hay que ser un héroe y una heroína para meterse en un salón de clases al estilo de la calurosa colonia tropical estadolibrista a ofrecer clases durante cinco o seis horas diarias; atendiendo grupos de hasta 35 niños o adolescentes. Las maestras y los maestros lo hacen porque además de su responsabilidad y vocación, también es su medio de vida. Pero la mitad de los estudiantes prefieren abandonar ese suplicio estructural y curricular antes de llegar al Cuarto Año. Salen corriendo. Terminan en las filas de la dependencia pública, del desempleo, las actividades criminales o aceptando un empleo a tiempo parcial con salario mínimo federal. Ese es el Puerto Rico que tenemos y el sistema ‘des-educativo’ es uno de los principales factores.

Lo primero que debemos entender para alcanzar una Nueva Educación exitosa en sus resultados sociales e individuales, es que la escuela tiene que ser un lugar que promueva el entusiasmo, el interés y la autoestima en los maestros y los estudiantes; tanto en sus instalaciones físicas, equipos, recursos y materiales, pero principalmente con un moderno currículo que responda al Puerto Rico y al mundo del Siglo XXI. A la vida real.

También debemos entender que el niño y el adolescente de hoy es muy distinto al de hace 10 o 20 años. Los de hoy nacen y se crían teniendo acceso a un mundo globalizado, al Internet, al Cable TV y a más medios de entretenimiento. Se levantan y se acuestan chateando en las redes sociales; navegando en el ciberespacio; bajando música o conversando por celular. Frente a ese moderno y amplio medioambiente tecnológico, la escuela que tenemos –la misma de hace 50 años- les resulta un inconveniente insufrible y hasta un estorbo.

Cuando enfrentan un currículo de letanías diseñadas o adoptadas por la administración central del Departamento de Educación, muchas veces se preguntan: ¿Qué rayos tiene que ver eso que me están enseñando con la vida real de la calle? Nos duela o no aceptarlo, la realidad es que la mayoría de nuestros jóvenes no ven la vinculación entre la escuela y la vida que saben les espera.

La Nueva Educación que hace falta tiene que ser “práctica” en el contexto de este nuevo siglo y un mundo globalizado, altamente competitivo. Un mundo donde el éxito está fundamentado en las destrezas ocupacionales, la creatividad y la innovación. Esa Nueva Educación requiere que invirtamos aceleradamente para convertir las escuelas en centros para el desarrollo ocupacional y de convivencia social. La escuela debe ser el origen de trabajadores, empresarios, comerciantes, técnicos, profesionales y mejores ciudadanos. Que nuestros jóvenes sientan que allí se les está preparando –durante 12 largos años- para alcanzar esas metas en la vida real. Que nuestro magisterio también sienta que eso es lo que se les pide que eduquen. Que las plantas físicas de las escuelas sean el equivalente a instalaciones de centros de trabajo, oficinas, laboratorios, talleres; como comenzamos a hacerlo durante nuestra administración con el programa de Escuelas del Siglo XXI. Que haga sentir a nuestros jóvenes que la escuela realmente es el comienzo de una vida productiva y con recompensas por la labor realizada; el instrumento de metas reales y concretas. Que allí se realiza la academia, pero en un ambiente equivalente al de cualquier centro de trabajo dirigido a la enseñanza de las destrezas, las técnicas y la cultura del mundo del trabajo; y el aprendizaje de los valores de la convivencia social responsable.

Pero considero igual o más importante el rediseño total de los currículos y los métodos con los que se administran. Debemos adoptar todo tipo de herramienta tecnológica para facilitar el aprendizaje y convertirlo en un quehacer atractivo que se ajuste a la visión de vida que tienen nuestros jóvenes.

Utilizar la escuela primaria para lograr un efectivo proceso de inmersión de los estudiantes en los lenguajes. Sí, en el español y el inglés, pero también en los lenguajes de la tecnología, las ciencias, las matemáticas, los valores y el mundo del trabajo. Utilizar herramientas tecnológicas o elementos modernos como referencias del aprendizaje y no a Rosa y Pepín.

Utilizar la escuela intermedia para nutrir al estudiante con datos, métodos y referencias académicas más avanzadas para aplicar y continuar desarrollando los conceptos y los lenguajes que aprendió en la escuela primaria.

Utilizar la escuela superior con un enfoque moderno dirigido al desarrollo de destrezas ocupacionales, las técnicas del mundo del trabajo, de la contabilidad comercial y hasta los conocimientos básicos del empresarismo; incluyendo un fortalecimiento sustancial de cursos técnico-vocacionales para aquellos que no deseen o no puedan continuar estudios universitarios o carreras largas. Que un graduando de escuela superior salga bien orientado y motivado para desempeñarse correcta y productivamente en un centro de trabajo. Que pueda decir, por ejemplo: “yo aprendí en la escuela a hacer y administrar un inventario y una nómina” en programas computarizados como Excel, entre muchas más destrezas.

Todos queremos ver que los estudiantes sientan el interés en terminar su escuela porque saben que saldrán preparados para enfrentar las metas de la vida real. Sabrán las técnicas de servicio al cliente. Sabrán los fundamentos operacionales sobre los cuales funciona un negocio o una oficina. Sabrán cómo enfrentar exitosamente una entrevista de empleo. Entenderán lo que es el crédito y el financiamiento, su importancia y cómo utilizarlos. Sabrán respetar los derechos de los demás y ejercer los propios con corrección. Por supuesto, que también conozcan el trasfondo de la humanidad, entre mucho más.

Esa Nueva Educación es cuestión de voluntad. Y la tenemos que hacer.

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