Judicatura – Rasgada la toga

Judicatura

Posted by Israel Roldán

Mis años como abogado me permiten hablar, con el beneficio de dicha experiencia, sobre la judicatura de Puerto Rico.

Se analiza sobre si el problema reside en el sistema, en los jueces, en nuestro ordenamiento jurídico o en el concepto de justicia que tenemos los puertorriqueños.

Hay sistemas distintos al nuestro como lo es el de jueces que son electos mediante el voto popular al igual que elegimos un alcalde. Hay tribunales que son colegiados (tres jueces) de los cuales uno no puede ser abogado. Hay tribunales que son religiosos que responden a la interpretación que se le dé a la creencia religiosa del país. Hay tribunales militares. Hay tribunales que solo responden a la directriz del gobernante. En fin hay distintas formas de impartir «justicia». La nuestra aún con sus defectos, entiendo es superior a todas las anteriores.

El Juez debe ser nombrado por el gobernador ya que se debe asumir la integridad y capacidad del gobernante (aunque la historia nos dice que hay sus excepciones) y es, por mucho, preferible a que sea electo o nombrado por una comisión ajena al gobernador (Colegio de Abogados), la cual de seguro tendría su propia agenda y seria ideológicamente más política que si fuera por elección.

El problema no reside en quien nombra, el problema reside en a quien se nombra. Yo sé de nombramientos hechos por gobernadores de mi partido que han sido extraordinarios y se de otros que han sido desastrosos. Lo mismo, exactamente, aplica a nombramientos de gobernadores del PPD.

Casi todos los jueces de Puerto Rico o son identificados con el PNP o con el PPD. Yo sé de nombramientos que hizo Carlos Romero Barceló de independentistas que resultaron ser extraordinarios jueces.

El problema desde mi perspectiva reside cuando se nombran jueces por el solo hecho de su identificación política sin valorar su capacidad, integridad y su historial en la comunidad.
Como criticar es fácil prefiero ahora dar algunas sugerencias que se caerán en oídos sordos en el PPD. El PNP debe ganar las próximas elecciones si no caemos en la trampa bien orquestada que nos ha tendido el PPD de dividirnos por ambiciones estúpidas y desmedidas de candidaturas, por ello espero que mi partido considere mis sugerencias.

Debe haber una Comisión Evaluadora de Candidatos a Jueces que tenga abogados con experiencia litigando (no de escritorios) y de las tres ideologías, e importante que no sean todos de los grandes bufetes de Hato Rey. Los investigadores deben ser abogados y no agentes de la Policía. La investigación debe ser confidencial y se debe evaluar la opinión que de dicho candidato a Juez tengan los jueces del distrito judicial en que el mismo litiga. Nunca se debe nombrar un abogado que no haya tenido alguna experiencia litigando. Que haya pisado primero un tribunal antes de aspirar a presidir una sala de justicia.

Las evaluaciones deben ser privadas, rápidas y exhaustivas.

Los resultados solo se le deben notificar al gobernador, las positivas y las negativas.
Se debe seriamente considerar desarrollar el concepto de la carrera judicial donde los jueces con experiencia sean preferentemente re nominados al vencimiento de sus nombramientos y que solo su pobre desempeño sea el factor para no ser nuevamente nombrados y no si el que lo nombró fue el gobernador del partido contrario. El retiro mandatorio de los jueces del Tribunal Supremo a la edad de 70 años debe ser abolido, miren la gran productividad de los jueces del Tribunal Supremo de los Estados Unidos que son mayores de 70 años.

Los cursos de Educación Continua para los jueces deben ser del más alto nivel con juristas y catedráticos reconocidos. Se debe fomentar que todos los jueces de Tribunal Superior tengan no menos de dos asesores jurídicos que sean recomendados por su escuela de Derecho y no por su partido político.

El reto que tiene mi partido luego de las próximas elecciones es grande, diverso y crítico. Como conozco al liderato de mi partido sé que enfrentará los mismos, con seriedad y responsabilidad y por encima de todo consiente del momento histórico en que nos tocará dirigir los destinos de nuestro Puerto Rico.

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Rasgada la toga

La toga judicial se ha rasgado. El fino encaje blanco de puños se deshilacha ante los ojos de un Pueblo que clama por la transparencia, pulcritud e integridad de la judicatura.
MALLETE23
Por Katherine Angueira Navarro – 4:00 am

La toga judicial se ha rasgado. El fino encaje blanco de puños se deshilacha ante los ojos de un Pueblo que clama por la transparencia, pulcritud e integridad de la judicatura. En una verdadera democracia, la Rama Judicial no está ajena al escrutinio más puntilloso. Quien no pueda sostener los más altos principios para sentarse en el estrado, deberá enfrentar su destino de su destitución. En un gobierno, ‘por el Pueblo y para el Pueblo’, somos los vigías de nuestras instituciones. Nadie está por encima de la ley. Ni los(as) llamadas(os) a velar por su cumplimiento. La deferencia a un cargo no es sinónimo de veneración santificada a una casta de intocables. Por el contrario, la belleza de una democracia es la continua fiscalización de quienes tienen el privilegio de ocupar puestos para impartir justicia, no para escudar la injusticia. Como tal, todos(as) son removibles cuando se logra demostrar su posible abuso del poder.

No es casualidad la similitud del montaje escénico de tanto las iglesias, como los tribunales. La puesta en escena de los tribunales, es un calco de los ritos eclesiásticos, con la gran diferencia que su poder emana del Pueblo, y no de un dios. La réplica del templo, los rituales protocolares para crear un espacio de respeto y solemnidad ante la autoridad del Tribunal, busca despertar en su audiencia la compostura y seriedad conducentes a la ponderación. La estructura de la sala, los bancos dirigidos hacia la nave central mirando al altar de un estrado elevado por encima del nivel de quienes comparecen ante si, persigue promover un espacio neutral, en que el silencio sepulcral permita a las partes presentar sus argumentos ante un árbitro neutral. Su llamada ‘objetividad’ nace de la subjetividad del respeto a la dignidad del prójimo y la igual aplicación de la ley sujeto al contexto histórico. El ropaje medieval que separa a la judicatura, como la vestidura que separa a los curas de su feligresía, es tan fina como su tela. El imaginario construido para legitimar su poder equivocadamente se ha montado sobre la falsa noción que son intocables por su largo término en la posición; en ocasiones, confundiéndose lo que es un papel de árbitro de sus pares, con uno de todopoderoso. Infundir temor no es lo mismo que dictar rectitud.

Los caja de pandora que ha destapado la admisión de culpa de parte de Lutgardo Acevedo ante el Tribunal Federal de comprar su absolución sobornando al juez de Aguadilla, Manuel Acevedo Hernández, irónicamente es una magna aportación para erradicar la corrupción que aparentemente carcome la justicia desde el estrado. En fila para enfrentar ‘la justicia’, se encuentran dos otras juezas del Tribunal de Caguas, Sylvia Caraballo Nogueras y Susana Serrano Mondesí. Interesantemente, lo que no se hizo con el exjuez presidente Federico Hernández Denton, durante su investigación senatorial el cuatrienio pasado, la hoy Jueza presidenta Liana Fiol Matta, ante la presión pública no le tembló el pulso para relevar a estas dos juezas de su cargo, pendiente a investigación, en aras de proteger la confianza en los tribunales.

El sistema político de designación y confirmación a la judicatura puede estar cundido de corrupción dependiendo del nivel de integridad de los posibles malhechores que trazan la ruta. Una vez confirmado(as), la Rama Judicial no se puede lavar las manos aduciendo a que no son partícipes de la selección de candidato(as) a la judicatura. El Tribunal Supremo de Puerto Rico (TSPR) no puede abdicar a su poder para remover del estrado a jueces de los tribunales de menor rango, ya que el residenciamiento de jueces asociados del más alto foro judicial le corresponde a la legislatura (Art V, Sec 11, Constitución del ELA, 1952).

Un asunto es la independencia judicial, y otro, la posible conducta inapropiada y corrupta de quienes abusan de su toga. ¿Debe ser la OAT la primera puerta que se abre para determinar si hay causa para formalizar una querella contra un(a) juez(a)? Mantener dicho trámite ante la OAT, ¿es un serio conflicto de interés por ser juez y parte, al estar en juego su posible incumplimiento con sus deberes? Por lo tanto, ¿la evaluación inicial de la posible conducta inapropiada de un(a) juez(a) que pudiese culminar con la determinación del pleno de la remoción de su cargo judicial, por ser un Katherine Angueira Navarroasunto judicial, está mejor servida bajo la jurisdicción exclusiva de la presidencia del TSPR, en lugar de OAT? ¡El silencio de la solemnidad libre de alianzas partidistas debe guiar el juicio de los jueces!

  Psicóloga Social-Comunitaria

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