El Departamento de Educación (DE) es probablemente la agencia emblemática de la ineptitud y la politiquería en Puerto Rico. La principal víctima del incumplimiento de promesas y el fraude de las frases trilladas —“Nuestro niños primero”, “La educación es la clave”, etcétera— perpetrado por los gobiernos del Partido Popular Democrático (PPD) y el Partido Nuevo Progresista (PNP) es sin duda el DE. El vicio de la politización y la incompetencia administrativa, denunciado y combatido por décadas por los gremios magisteriales y otros sectores, entre ellos el Partido Independentista Puertorriqueño,  se ha precipitado en lo que va de este cuatrienio a unos niveles que tienen a ese departamento a punto de implosionar.

Impera en el país una mezcla de indignación y desesperanza al ver que se repiten, como la noche y el día, año tras año las mismas reseñas sobre las deficiencias en nuestro sistema de educación pública: estudiantes sin maestros, falta de libros y materiales, violaciones a los derechos de los niños del programa de educación especial, maestros mal pagados, alumnos sin transportación, deserción escolar a galope, fracaso en pruebas de aprovechamiento, y podría seguir sin parar.

Se repite también en ese antro de burocracia, ese edificio enorme en Hato Rey, convertido en centro de reclutamiento de amigos del alma, parientes y dolientes,  la desgracia de que sea dirigido por alguien designado y confirmado por un partido político que se guió      —salvo honrosas excepciones— por criterios que nada tienen que ver con dedicación, compromiso o méritos académicos y profesionales, y sí por criterios de bandería política.

El DE es prácticamente una cuarta parte del Gobierno de Puerto Rico. Al ser la agencia con el presupuesto más grande,  recibe miles de millones de dólares cada año, a pesar de recibir menos estudiantes. Por ser una agencia en el que ha imperado la abundancia, aunque sea escasa la eficiencia administrativa, en su historia la hemos visto ser utilizada como alcancía política del PPD y como lugar de asalto directo para extraer dinero de los grandes contratistas del Gobierno como en los tiempos de Víctor Fajardo bajo la administración del doctor Pedro Rosselló.

La muestra más clara de la politización del DE es la más reciente crisis que ha sufrido el Programa de Educación Especial, cuya dirigente no probó tener los quilates para dirigir este. No es casualidad que la doctora Doris Zapata es la esposa de un reconocido alcalde del PPD, quien a su vez, dentro de lo que debe ser una discusión seria, ha salido a arremeter contra el secretario con ataques personalistas. Pero que no quepa duda de que la responsabilidad entre ella y el secretario es mancomunada. Hay quien dice que tiene los días contados y así debe ser. En 34 años de lucha en el pleito de clase de educación especial, los abogados de la parte demandante han expresado ante el tribunal que este ha sido el peor inicio de clases para los niños de educación especial.

Hay que tener clara la historia del DE para entender la crisis en la que está sumido. Para salir de esta, hay que despolitizar la agencia, no solo decirlo. Tiene que haber voluntad y la entereza de un gobierno honesto y comprometido con una sana administración pública. Evidentemente,  el PPD y el PNP nunca lo harán.

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