LULAC y Puerto Rico – Por Miguel Romero

LULAC y Puerto Rico

Por Miguel Romero – hace 20 horas 4:00 am

El propósito de un partido político, el que sea, que llega a la administración del gobierno debe estar cimentado en la búsqueda y consecución del mejoramiento de la calidad de vida de sus constituyentes.

Hoy día, la administración gubernamental de cualquier país del mundo encara grandes retos para adelantar los propósitos de su gente. Entre estos se destacan los retos económicos, la desigualdad, la salud y la seguridad, para mencionar algunos.

Aquí en Puerto Rico, desde hace muchos años, luchamos por vencer estos retos y cada administración, a su modo y juicio, hace lo que entiende para promover la prosperidad económica y social a la que aspiramos. Esa búsqueda de la prosperidad, se adelanta a través de iniciativas, planes y alianzas que en nuestro caso tienen que enfrentar el crisol político y mediático previo a hacerse realidad y poder llevarse a cabo. Ya de por sí eso es un gran reto. Veamos.

En nuestra Isla, desde hace mucho tiempo, nos hemos acostumbrado a que las “buenas políticas” queden desbancadas por la politiquería y las buenas intenciones y la “valentía política” de los que sirven genuinamente queden destruidas en ocasiones por el odio y la intolerancia de aquellos que no reconocen que el poder político, para que pueda servir bien, va atado a la tolerancia. Si el poder político se usa sin reconocer que se puede diferir genuina y deliberadamente en el ejercicio de la administración pública, estamos irremediablemente destinados a fracasar.

El caso de LULAC es un ejemplo de ello. En días recientes hemos visto como la “politiquería” y el uso desmedido del poder político, ha pretendido mancillar lo que fue una buena decisión de política pública del pasado cuatrienio: estrechar relaciones entre el Gobierno de Puerto Rico y la Liga de Ciudadanos Unidos Latinos Americanos (LULAC por sus siglas en inglés). Específicamente, el reciente referido a Justicia de funcionarios públicos por colaborar en actividades de esa organización es un ejemplo de como las diferencias políticas pueden nublar la visión que emana de querer mejorar el colectivo.

Para el amigo lector que no conoce los orígenes de esta organización, sepa que desde el 1929, LULAC ha tenido como misión el mejorar las condiciones económicas, de vivienda, salud, seguridad y derechos civiles de la población hispana en los Estados Unidos. Durante el año 2009 tuve la oportunidad de trabajar junto al liderato de LULAC y el Departamento del Trabajo federal, para celebrar en Puerto Rico eventos de interés público tales como ferias de empleo del gobierno federal que por años no se llevaban a cabo en nuestra Isla.

Debo señalar que mi primer encuentro de trabajo con la secretaria del trabajo federal de entonces, Hilda Solís, se llevó a cabo en una convención de LULAC celebrada ese año en San Juan y para la cual la Secretaria Solís viajó en gestiones oficiales a la Isla. Posteriormente, en otros eventos de LULAC pude participar junto a otros secretarios a nivel federal como la ex secretaria de salud de los Estados Unidos, Kathleen Sebelius y el ex secretario de justicia federal, Eric Holder.

Sin embargo, lo más importante de la relación del gobierno de entonces con LULAC, fue lograr que como organización se expresara a favor de la extensión a Puerto Rico de cualquier legislación federal de impacto económico y social. Estamos hablando de expresiones y endosos a favor de la inclusión plena de la Isla y sus ciudadanos en asignaciones de fondos bajo la Ley “ARRA”, aumentos a asignaciones de salud cuando se aprobó el “Obamacare” y legislación que promovía la creación de empleos en Puerto Rico mediante incentivos contributivos creados por ley; por mencionar varias. El interés público de entonces fue lograr estrechar lazos de colaboración con una organización seria y de importancia a nivel nacional con el objetivo de adelantar los mejores intereses de todos los puertorriqueños.

Soy optimista y aun pienso que es posible aunar esfuerzos y voluntades bi-partidistas por el bien de Puerto Rico. Pero la politiquería y el abuso de poder que hemos visto en el caso de LULAC lo ponen a uno a reflexionar. Estemos atentos.

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