La semana pasada el presidente Obama anunció las acciones ejecutivas que tomará para conceder beneficios y evitar la deportación de aproximadamente 5 millones de inmigrantes indocumentados de casi 11 millones que se estiman viven en los estados y territorios de Estados Unidos.
Esta acción unilateral de Obama, ha revivido el apasionado debate sobre la necesidad de una verdadera y abarcadora reforma migratoria, que dicho sea de paso, es fundamental para el desarrollo socioeconómico, la protección de derechos y la seguridad nacional.
Ahora bien, dejando a un lado las interrogantes legales sobre si las acciones ejecutivas de Obama son contrarias a nuestro ordenamiento constitucional, esta movida estratégica del Presidente deja nuevamente al descubierto su doble estándar y lo que puede denominarse como su política de ‘igualdad selectiva’ a la hora de tratar el caso de Puerto Rico.
Mientras por un lado Obama toma medidas unilaterales, retando, enfrentando y reclamado acción inmediata al Congreso para resolver el estatus migratorio de millones de inmigrantes no autorizados en Estados Unidos, en cuanto a Puerto Rico, Obama nada hace, ni reclama, para que finalmente se respete y se haga valer, sin más dilaciones aquí en la Isla y en Washington, nuestro mandato del plebiscito de 2012, donde rechazamos continuar bajo el ELA territorial-colonial y exigimos la igualdad de derechos, oportunidades y responsabilidades como ciudadanos americanos.
Y lo insólito de este doble estándar, inmovilismo e igualdad selectiva es que pasa en momentos donde nuestra situación socioeconómica y fiscal sigue deteriorándose peligrosamente como consecuencia precisamente de las limitaciones, inferioridades y desventajas de nuestro estatus político, que evidentemente fracasó y frena nuestro desarrollo. Definitivamente, resolver nuestro problema de estatus, cuando más nuestro pueblo lo necesita para salir a flote, y lograr que los puertorriqueños dejemos de ser ciudadanos americanos de segunda clase, no es una prioridad para el presidente Obama. Esto porque no siente la presión política de actuar, contrario al tema de inmigración que tuvo que atender por la contundente y efectiva presión realizada por los propulsores de una reforma.
Ciertamente Obama podría pasar a la historia como un presidente que hizo ‘algo’ por los inmigrantes en Estados Unidos, quienes merecen que respaldemos los esfuerzos que vienen realizando por décadas, sin descanso, unidos y de forma consistente, para lograr disfrutar plenamente del sueño Americano y seguir contribuyendo al desarrollo de la Nación.
Sin embargo, Obama también va camino a quedar en la historia como el presidente que ignoró el reclamo democrático que le hicimos los puertorriqueños hace dos años, para que Puerto Rico deje de ser la colonia más antigua del mundo y tenga finalmente un estatus político digno que permita nuestro desarrollo sostenible. A pesar de su trasfondo y la esperanza que inspiró, Obama ha resultado ser una pared para nuestra descolonización, incumpliendo así su promesa de resolver nuestro problema de estatus, que dicho sea de paso, se había comprometido a realizar durante su primer cuatrienio.
Recientemente Obama acudió a Las Vegas, Nevada, para expresarle a una concurrida audiencia su satisfacción por entender que está cumpliendo su palabra sobre el tema de inmigración y para prometerle continuar luchando por una reforma migratoria abarcadora. Estará por verse entonces, si antes de culminar su mandato, Obama realiza acciones que le permitan regresar a Puerto Rico para expresarnos y celebrar que también cumplió con su promesa de resolver finalmente nuestro problema de estatus, o si incluso lo hará ante puertorriqueños residentes en los estados, muchos de los cuales dejaron la Isla por la crisis sin precedentes que en gran medida es producto de nuestro estatus político que se mantiene respaldado por el doble estándar y la igualdad selectiva de la administración Obama.
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