La verdad como mentira; la mentira como verdad. Esa parece ser la consigna del partidismo feroz boricua en su lucha por controlar la percepción del electorado. Mantener la llamada ‘salud mental’ de un Pueblo ante la pugna por quién le interpreta su realidad, es un malabarismo que requiere estar bien centrado en su capacidad de pensamiento crítico para no dejarse arrastrar por la marea. Discernir “la mentira” de ‘la verdad’, es un reto diario. Las agendas escondidas, los conflictos de interés, la mezquindad y el egoísmo se camuflajea por quiénes se escudan oportunistamente tras sus gritos aguerridos en torno al estatus político de Puerto Rico. Con el tono del color de la voz se pretende aglutinar seguidores como si la pasión por su ideal, les nublara la razón para ‘separar la paja del grano’.
El caos que nuestros gobernantes protagonizan, solo sirve el propósito de mantener al país bajo un manto de confusión. La elasticidad con que se mueven desde su anclaje para mantener su estilo de vida a costa del Pueblo es un vicio; como cualquier otra adicción. Danzan entre ‘la mentira’ y ‘la verdad’ para ilusionar falsamente de que están atajando las dificultades de los enredos administrativos heredados; mientras se dan la buena vida por encima de la pobreza del sueño del jíbaro borincano. Intentan seducir a quienes alimentan su ceguera partidista, mientras le ‘sacan el vivir’, esquilmando sus bolsillos. Cada vez que abren un frente nuevo con el chantaje del cierre de gobierno para escarbar el fondo del barril, aprietan el nudo en la soga con la que ahorcan al Pueblo.
La ilusión de la “felicidad” se alimenta en época navideña de la fantasía profusa boricua. Lejos de actuar con austeridad fiscal ante la debacle de la deuda millonaria de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), ya vemos los “encendidos municipales” con cientos de miles de bombillas prendidas que se electrifican, como si del sol naciera su luz, en lugar de dicho sistema anquilosado monopolístico. Como regalos del “amigo(a) secreto(a)”, el Ejecutivo se desborda con “detalles navideños” a los municipios buscando garantizar su estadía en el Palacio de Santa Catalina. Con dinero ajeno es bien fácil el despliegue de la lista de regalos que socavan las arcas públicas–pistas de patinaje en hielo, chorreras de agua en parques acuáticos, boleras, remodelaciones de hoteles boutiques, entre otros suculentos sueños enajenados. Ni hablar del despilfarro de fondos públicos en adornar con motivos navideños el camino hacia los predios de la Mansión Ejecutiva, como si se tratase del ‘yellow brick road’ de Oz; con la diferencia que allí no vive ningún mago de las finanzas.
Ante la amenaza de que el gobierno central tuviese que frenar el sistema de transporte colectivo, sino aumenta el impuesto sobre el barril del crudo, en dirección contraria se monta un aparato alterno por parte de al menos cuatro municipios—San Juan, Bayamón, Guaynabo y Carolina– que dejan al desnudo al señor gobernador y la ineficiencia de la Autoridad de Carreteras y Transportación (ACT). La fórmula aritmética con la que el Gobernador Alejandro García Padilla intenta sin éxito convencer al Pueblo del nuevo aumento en el impuesto al barril del crudo que alega tener “el impacto de $1.17 a la semana en la familia típica puertorriqueña” es superficial. No contempla el efecto dominó en el aumento del costo de vida. Mientras tanto se cocina otra emisión de bonos, ¿hundiéndonos con nueva deuda sobre la vieja?
La ruta caótica con el que se bombardea al Pueblo para justificar nuevos impuestos y emisiones de bonos se torna ininteligible. Se privatizó el Aeropuerto Internacional y el Expreso De Diego. Se extendió el impuesto sobre la corporaciones foráneas. Los sistemas de retiro de los empleados públicos y la judicatura siguen en el aire. El monstruo de la AEE no parece ser domable con el alto costo de energía eléctrica, mientras que la AAA hace su agosto con el bolsillo del consumidor. La nueva ley que abrió un frente para la re-estructuración de la deuda de corporaciones públicas es como el “cuco” que se asoma, pero no muerde. Se amenaza con la re-tasación de las propiedades a través del CRIM y se coquetea con aumentar la tajada para el Estado de los ahorros de toda una vida que personas de la tercera edad guardaron para acojinar su vejez. El espiral del abismo no tiene fin. El Pueblo está a la expectativa, atentos en ebullición silente. ¡No sigan cucando con la mentira, que la verdad de un Pueblo iracundo puede que despierte!
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