Enrique ‘Kike’ Cruz, Analista Político

No dudo que cuando el gobernador Alejandro García Padilla comenzó su mandato, arrancó jalda abajo como el jibarito de esa linda canción que nos dejó el compositor Rafael Hernández. Tampoco dudo que al gobernador le pasó igualito que al jíbaro que tuvo que regresar triste y ‘pelao’ a su casa.

Hoy todo Puerto Rico se encuentra así. Los que tenían mucho ahora tienen menos y los que tenían algo ya hoy les queda nada. Ni la esperanza.

Ante este panorama, vemos a una administración gubernamental que no tiene rumbo, va de día a día “resolviendo” lo que pueda. Por un lado va inaugurando fábricas, facilidades y creando empleos, mientras que por otro, se cierran empresas manufactureras, como farmacéuticas, por ejemplo, y se despiden a miles. Por una puerta nos dicen que el problema ya está resuelto y por la otra no pagan sus obligaciones, como pasó con el Sistema de Retiro. Aquí nos dijeron que “históricamente” lo habían resuelto pero, por otro, la realidad es que no lo han pagado en 2 años.

Por un lado, nos dicen que ya resolvieron lo de la “crudita2”, por otro nos escondían que llevaba ajuste inflacionario y 1.5% de aumento anual. Todavía al día de hoy nos están dicendo que con la “crudita2” van a resolver lo de Carreteras y lo del Banco Gubernamental de Fomento.

Por otro, yo se que la solución que presentan es peor que la enfermedad. ¿Por qué?

Esto es lo que nos han dicho: “necesitamos quitarle al BGF $2,200 millones de deuda de carreteras. La verdad: la deuda es de $2,079 millones con el BGF. También nos han dicho que con este impuesto, la ACT se arregla. La verdad es que la ACT seguirá con más deuda a un interés más alto. Y lo peor es que seguirán alquilando carros y malgastando lo que no tienen.

Por un lado, nos dicen que el BGF queda “cuadrao” y solvente con esta transacción y, por otro, sabemos que esta administración se va a gastar todos esos miles de millones que el BGF va a tener en caja. Al final, esta transacción nos va a costar más de $5 billones. Sí, con B de bruto, burro y mal administrador.

Cueste lo que cueste, el gobernador va a cumplir su promesa de campaña de no tener despidos masivos en el gobierno. Ha despedido a miles de PNP; ha obligado a miles a retirarse; ha motivado a que miles se vayan de Puerto Rico; y ha creado un ambiente de incertidumbre y desasosiego tal que miles continúan evaluando la posibilidad de irse. En fin, el gobernador tiene entre ceja y ceja serle fiel a su promesa de campaña. Cueste lo que cueste. Váyase quien se vaya.

De octubre para acá, el gobernador se ha convertido en la piñata del PPD. Todos están en fila con o sin vendas en los ojos para caerle a palos. Rafael Cox Alomar le lleva una bitácora de todos los errores que ha cometido; el pasado presidente del PPD Héctor Ferrer (quien puso al gobernador donde está) no pierde oportunidad para recordarle a los alcaldes populares que “Magollo” está a la vuelta de la esquina y la más reciente… la alcaldesa de San Juan Carmen Yulin Cruz Soto, quien le dijo mentiroso hasta en jeringonza.

Políticamente, el gobernador está más chavao que el jíbaro de Rafael Hernández. Los “lamentos borincanos” en el PPD se escuchan por todos lados y éste último enfrentamiento con la alcaldesa lo dejó sin mercancía para vender en la placita. Nadie en su propio partido le cree y mucho menos le comprarían un plátano, ya que dudarían que fuese un plátano de a verdad.

Prontamente, viene un cambio en la Asociación de Alcaldes y hay que ver quién termina en esa silla. Yo me atrevo a decir que al que el gobernador respalde, Magollo lo espera.

Las batallas con los legisladores populares y el gobernador se recrudecerán, por una sencilla razón. No cerró la AMA, ni el tren. Todos ellos entienden que les mintió y ahora se preguntan cuántas veces más les han mentido. Parece que ahora entienden por qué los proyectos importantes llegan tarde y por qué les pintan las cosas de una manera y terminan siendo de otra.

Lamentablemente para Puerto Rico lo peor no ha terminado. Las decisiones “difíciles e históricas” no se han tomado. Y  lamentablemente lo peor está por venir y quizás no sea ni en este cuatrienio.