El anuncio por parte del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, de establecer relaciones diplomáticas con Cuba ha sido un remezón en el mundo entero, pero mucho más en el sur de la Florida y la cuenca del Caribe. Obama, además, anunció que se propone flexibilizar, mediante órdenes ejecutivas, ciertas medidas económicas impuestas al país caribeño. El resto será responsabilidad del Congreso. La respuesta de Raúl Castro, casi al unísono, fue de entera diplomacia y ausente del histórico discurso cartón piedra en contra de los Estados Unidos. Ambos países establecerán embajadas y no se descarta una reunión entre ambos presidentes.

¿Por qué el cambio? Según Moisés Naím: “Cuba necesitaba una alternativa económica y, sorprendentemente, ha terminado encontrándola en su archienemigo, Estados Unidos. Esto dice mucho del pronóstico que sobre Venezuela tienen los bien informados cubanos, cuando deciden abandonar a su generoso e incondicional país títere para abrirse a las inversiones, el comercio y el turismo estadounidenses.” Esto es parte de la realidad política.

Es un hecho que el discurso anticastrista de los cubanos de Miami ha ido mermando al pasar de los años. Ley de vida se ha encargado que eso ocurra. Casi en su totalidad es un grupo compuesto por personas nacidas en Cuba y que llegaron a los Estados Unidos antes del Mariel. Sin embargo, los llegados después del Mariel y los nacidos en suelo americano –que, como los primeros, también votan- piensan de otra manera; entienden que las restricciones y el embargo económico deben flexibilizarse y que ambos países deberían encontrar vías de comunicación y de entenderse mutuamente, y establecer relaciones diplomáticas. Eso incluye viajes irrestrictos a Cuba.

Lo que evidencia esto es que el cambio generacional en el sur de la Florida ha incidido en la composición poblacional y en la actitud política, y esta, a su vez, influye sobremanera en la política exterior de los Estados Unidos hacia la isla más grande de las Antillas. “¿Por qué Estados Unidos no levanta el embargo a Cuba?” Recuerdo que le preguntaron una vez a William F. Buckley. “Porque los cubanos de Miami votan”, contestó con precisión matemática el analista conservador. Y esta es la parte del asunto que no se ha discutido.

Es un hecho, que desde principios de la década del ochenta se viene dando un fenómeno dentro de los Estados Unidos, nunca antes visto en la historia de ninguna potencia mundial. Desde Roma hasta nuestros tiempos; los grupos minoritarios influyendo en la política exterior de la Nación. Sucede con los judíos, los irlandeses, algunos asiáticos, los mejicanos y, por supuesto, con los cubanos del sur de la Florida. (Véase a, Henriette M. Rytz; Ethnic Interest Groups in US Foreign Policy-Making: A Cuban-American Story of Success and Failure y Ernest J. Wilson III (Editor); Diversity and U.S. Foreign Policy: A Reader.) Esa influencia la otorga el poder del voto y explica diáfanamente el por qué los Estados Unidos trata a China de manera distinta a como ha tratado a Cuba en las últimas décadas.

Los cubanos en los Estados Unidos, además de ser ciudadanos americanos, votan, tienen concejales, alcaldes, legisladores estatales, congresistas, senadores y su participación en la política y asuntos de la Nación es destacada. Por ende, ¿no es hora que los puertorriqueños hagamos lo mismo que nuestros hermanos cubanos?

Esta nota aparece en la edición impresa de El Vocero.