Pierluisi: Luther King y la estadidad

Luther King y la estadidad

Pedro R. Pierluisi / Comisionado residente en Washington

E l lunes pasado celebramos el Día de Martin Luther King, Jr. y es importante que reflexionemos sobre su legado y su relevancia en el asunto del estatus de Puerto Rico.

En las décadas de los 50 y 60, Martin Luther King fue el líder más prominente del movimiento por la igualdad racial en Estados Unidos. Fue muy valiente al liderar marchas y protestas pacíficas en lugares de la nación en los que funcionarios gubernamentales y residentes estaban dispuestos a utilizar la violencia y la intimidación para mantener la segregación y discriminación en contra de los afroamericanos.

Martin Luther King fue un orador extraordinario. Sus discursos y escritos inspiraron a hombres y mujeres que apoyaban la campaña por la igualdad racial, aunque también cambiaron los corazones y las mentes de individuos que se oponían a esa causa. King ayudó a muchos que vivían en la oscuridad moral a ver la luz.

Martin Luther King actuó con sentido de urgencia. En una carta escrita desde la cárcel en Alabama expresó que “justicia aplazada es justicia negada”. Pero también fue estratégico. Toda acción que tomó estuvo diseñada para adelantar la causa. Sabía que los medios son tan importantes como los fines y tenía poca paciencia con aquellos defensores de la causa que no actuaban táctica y oportunamente.

Aunque King viajó a Puerto Rico en por lo menos dos ocasiones, no hay evidencia de que expresara su opinión sobre el estatus político de la isla. No obstante, es justo presumir que King estaría profundamente preocupado con la situación de Puerto Rico.

Martin Luther King consideraba el voto como “sagrado”. En un discurso frente al monumento a Lincoln en Washington, DC, dijo: “Mientras no posea firme e irrevocablemente el derecho al voto, no me mando a mí mismo. No puedo tomar una decisión; la toman por mí. No puedo vivir como un ciudadano democrático cumpliendo con las leyes que ayudé a promulgar; sólo puedo someterme a los edictos de otros”.

A casi 50 años desde la muerte de Martin Luther King a causa de la bala de un asesino, el derecho al voto en elecciones federales y locales está garantizado para todos los ciudadanos americanos, irrespectivamente de su raza, pero sólo si residen en uno de los estados. A los 3.6 millones de ciudadanos americanos que vivimos en Puerto Rico se nos niega ese derecho sagrado y no se nos permite votar por los líderes que hacen las leyes que gobiernan todos los aspectos de nuestras vidas. Carecemos del derecho por el que precisamente vivió y murió Martin Luther King.

El movimiento que lideró Martin Luther King fue la búsqueda de la igualdad de derechos y oportunidades para los afroamericanos. Sin embargo, el principio que le dio vida a ese movimiento es de aplicación general, pues es la creencia de que solamente hay una categoría de ciudadanía americana, no una de primera para algunos y otra de segunda para otros. Ese principio es violado cada día que Puerto Rico permanece como territorio, un estatus indigno y antidemocrático.

Martin Luther King nos enseñó que lograr la igualdad requiere de mucho trabajo, firmeza y perseverancia. Requiere de líderes apasionados y estratégicos, como lo fue King. Pero más que nada, requiere de miles y miles de hombres y mujeres que luchen por la igualdad hasta lograrla.

La vida de Martin Luther King es testimonio de que no existe fuerza en la tierra que pueda paralizar una causa justa que se persigue a través de medios justos. Y no hay causa más justa que la lucha por la igualdad de derechos para los puertorriqueños