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El 28 de septiembre de 2014 presenté y la Junta Estatal del PNP aprobó una resolución dirigida a solucionar de una vez y por todas, con firmeza decisiva, el problema colonial que ha llevado a Puerto Rico a la quiebra. Este pueblo no puede continuar viviendo en el círculo vicioso de decisiones, improvisaciones e imposiciones de gobiernos coloniales que nada resuelven, mientras todo sigue empeorando. Hay que erradicar el problema de raíz… el colonialismo.

Esa resolución compromete al Partido a utilizar todo mecanismo procesal y estrategia que sean democráticamente aceptables para hacer valer la voluntad mayoritaria de los ciudadanos americanos de Puerto Rico en su rechazo al colonialismo y en su reclamo de estadidad, según expresada en el plebiscito de 2012.

Los primeros seis meses de 2017 serán decisivos para Puerto Rico. Nuestro gobierno progresista le exigirá al nuevo Presidente y al entrante Congreso de los Estados Unidos que reconozcan y acepten esa voluntad mayoritaria. Si no actúan inmediatamente, aprobando una legislación descolonizadora y cuyos resultados concretos sean notables durante esos primeros seis meses, entonces los ciudadanos de Puerto Rico y su nuevo gobierno actuaremos con firmeza decisiva para resolver este problema colonial. Mecanismos hay de sobra para hacer valer ese mandato democrático. Todo es cuestión de voluntad y firmeza. Se acabaron los estudios federales que conducen a nada, las vistas congresionales de tono imperial, los comités presidenciales de pacotilla y el “blablablá”. De eso hemos tenido más que suficiente por más de un siglo. Ya estamos sufriendo la quiebra de un sistema colonial por imposición unilateral de Washington DC desde noviembre de 2012. Puerto Rico no aguanta más.

El mensaje a Washington DC tiene que ser contundente. Puerto Rico va a resolver su problema colonial con rapidez y le pasaremos por encima a la indiferencia de algunos sectores en la capital federal. Después de 117 largos años de desventajas y desigualdad colonial, está demostrado a la saciedad que este asunto requiere una acción histórica del pueblo de Puerto Rico y su gobierno. Los ciudadanos americanos de Puerto Rico no vamos a permitir que la actitud pusilánime de un grupo en Washington DC continúe exponiendo a nuestros hijos y nietos a tener que subsistir como puedan en una colonia americana a la altura del siglo 21, privados de sus derechos y oportunidades como ciudadanos americanos.

Si hasta el 2012, este pueblo había optado por el colonialismo, confundido por el cuento de creerse vivir al estilo de un estado de la Unión sin realmente serlo –lo mejor de dos mundos- ese espejismo se acabó en el plebiscito de 2012 y se ha reafirmado con la quiebra del ELA. Puerto Rico votó. Somos ciudadanos americanos y tenemos derecho a la igualdad. Tenemos derecho a que nuestro mandato democrático se respete sin tonterías burocráticas y sin refugiarse en los prejuicios colonialistas, insularistas y arcaicos de antiguos tribunales federales. Esos eran los mismos tribunales federales del siglo 19 y principios del 20 que avalaban con su acción o indiferencia el discrimen en contra de los afroamericanos y la privación del derecho al voto de las mujeres. Esas decisiones judiciales antiguas colapsaron y la injuria del colonialismo también colapsará.

Evidentemente, este cuatrienio es uno más tirado al desperdicio. Tenemos un desgobierno colonialista e incompetente que nada hará para sacar a Puerto Rico de esta crisis y mucho menos del colonialismo que la alimenta. Seguirán buscando las soluciones de la quiebra colonial en más impuestos, recortes de servicios, renegociaciones de quiebras y más préstamos.

Puerto Rico tiene que dejar a un lado la actitud tímida y sumisa. La Resolución que aprobó nuestro partido no incluye el aguaje como opción. Para lograr la estadidad, como la lograron los 37 antiguos territorios coloniales que hoy son estados de la Unión, los primero que hay que dejar a atrás es el complejo colonial. Si esos 37 estados, cuando reclamaron la estadidad, hubieran tenido una actitud acomplejada frente al rechazo o la indiferencia que tuvieron que enfrentar en Washington DC, hoy continuarían siendo territorios coloniales y estarían iguales o peor que nosotros.

Los colonialistas acomplejados, los que viven del banal antiamericanismo, del “no nos quieren”, “somos distintos” o del “no es posible”, pues continuarán sirviendo de alicates al liderato colonialista y al derrumbe de Puerto Rico. De eso viven. Por fortuna, cada vez son menos. No acaban de entender que la lucha por la estadidad siempre hay sido intensa frente a la indiferencia de los que están dentro de la Unión. Todos los territorios convertidos en estados tuvieron que pasar por eso y nosotros no somos la excepción. Eso es lo que hay que entender.
Insisto en que debemos demostrar con acción contundente la misma voluntad igualitaria que demostraron los afroamericanos en la década de los ’60 y las mujeres en su reclamo del derecho al voto en los ’30. En Washington DC, tienen ahora mismo una oportunidad, en su juego de diplomacia y sutilezas, con el proyecto de ley del compañero Pedro Pierluisi, titulado “Ley del Proceso de Admisión de Puerto Rico como Estado”. Estoy en record sobre lo que pienso de esta medida. Por eso adelanto que la no aprobación de ese proyecto en el Congreso durante este cuatrienio, constituirá la legitimación de las acciones firmes y decisivas que el nuevo gobierno progresista y los ciudadanos americanos de Puerto Rico tomaremos en el 2017 para ponerle fin inmediato al colonialismo y sacar a Puerto Rico de la quiebra bajo el ELA. La ruta está trazada y avisada.

Esta nota aparece en la edición impresa de El Vocero.