¡Sin vergüenza, ni dinero!

05/26/2015 | Filed under: Campaña | Posted by: Francisco

¡Sin vergüenza, ni dinero!

MIAMI—Hay pueblos, más de los que debiera que, por más que tratan de dar la impresión que avanzan y progresan, siguen empantanados. No salen de su propio laberinto.

Esos pueblos son rehenes del estatus quo—de viejas actitudes, costumbres y comportamientos—que esclaviza a sus ciudadanos al monocultivo de más de lo mismo. Lastimosamente, esa es la realidad que se vive en Puerto Rico, un país que no es más que lo que siempre fue: una gran central a la merced del colono de turno—ayer, peón de cañaveral; hoy, esclavo de Wall Street.

Esa realidad queda refrendada por la zafra impositiva que la mayoría legislativa, bajo el terrateniente del Estado Libre Asociado (ELA), Alejandro García Padilla, se apresta a procesar, como caña para el ingenio, el IVU+ que ha de sacarle jugo al bagazo del bolsillo del consumidor hasta que, justo antes de la próxima zafra, es decir en diciembre próximo, sea refinado en IVA.

Ni siquiera la sorpresiva inclusión de cientos de alimentos, hasta ese momento exentos, en medio de la molienda de votos en la Cámara de Representantes, parece haber convencido al Senado de Eduardo Bhatia que “no todo vale” para saciar el apetito de un Gobierno que todavía, según atestigua el humo que emana de la chimenea del ingenio de Hacienda, no da muestras de algún grado de prudencia en el gasto público.

El listero de la Comisión de Hacienda del Senado parece haber sentenciado al pueblo puertorriqueño a su condena: más impuestos y, ni siquiera, el derecho a preguntar por qué. “Mi recomendación al caucus va a ser que aprobemos el proyecto tal y como llegó de la Cámara para acabar con esta etapa del debate y poder resolver la situación delicada y urgente de flujo de efectivo del gobierno. La misma ley, siendo una de emergencia, provee para un comité con representación pública, privada y sindical para atender los temas que tenemos que resolver de aquí en adelante”, es lo que dijo Rafael Nadal Power.

No le ha importado a Nadal Power y, al parecer tampoco a Bhatia, que el proyecto hoy en el Senado, el mismo que fuera mechado en la Cámara de Representantes con más impuestos a miles de productos enlatados y congelados que estaban exentos antes de la votación, es distinto. No es el mismo ni por aproximación. Pero para él, es el mismo. “Es el mismo tema del proyecto anterior y se hicieron sobre 20 vistas públicas para atender el tema.

Se escucharon a más de 100 deponentes y todos los escenarios posibles fueron escuchados en estas vistas públicas”, es como despacha sin empacho Nadal Power el llamado a cautela que a viva voz hace un pueblo que hace rato no lograr encontrar un oído que le escuche.

Si algo ha quedado claro en todo este amargo trámite legislativo es que el pueblo, sí el mismo pueblo que los eligió, hoy no tiene representación ni en La Fortaleza, ni en la Cámara de Representantes, como tampoco en el Senado.

De ahí, el desasosiego, la desesperación y el sentido de desamparo de cómo ha de poder romper las cadenas de la esclavitud una ciudadanía que hoy es rehén del régimen de turno que gobierna la Hacienda como el colono solía regentear los campos, sin ninguna atención a la opinión de la peonada.

En consecuencia de este estado de situación resulta que, al cierre de cada jornada, el jíbaro del batey del siglo XXI debe más de lo que gana y, nadie le representa, algo que aviva la desilusión particularmente en todos aquellos que llegaron a creerse, con algún grado de esperanza, de que algún día, liberado con su voto de las cadenas de su esclavitud al monocultivo, habría de tener Pan, Tierra y Libertad sin tener que deberle el pan a la tienda del colono, ni tener que labrar la tierra del otro, ni lograr la libertad sólo cuando llegase el día que, sin pan, llegase a ser sepultado en su tierra natal.

Al parecer, el clamor de la gente porque sus representantes escucharan sus ruegos y votaran, a consciencia, ha sucumbido ante la gestión de un Gobierno connivente con los grandes intereses y que, además, con su mezquina gestión despeja la posibilidad de que algún día el pueblo tenga ilusiones de que, al fin, gane la peonada y triunfe la ¡Vergüenza, contra el dinero!

Esa malversa promesa de un cambio cada día parece más lejana para el jíbaro que comienza a evaluarla como el cántico de cisne de un pueblo, sin dinero, gobernado por una partida de sinvergüenzas que solo se preocupa por perpetuarse, sin vergüenza alguna por ello, a través del monocultivo de votos para, tras la zafra electoral y, una vez en el poder, darle la espaldas al pueblo y doblegarse, una vez más, al poder del don dinero de los fondos buitres que financian sus campañas y que, a la postre, son los verdaderos dueños del batey que García Padilla diligentemente gestiona, ¡Sin vergüenza, ni dinero!

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