El pasado miércoles anunciaron sus candidaturas a comisionado residente, Carlos Pesquera y Héctor Ferrer. Ambos, que salieron del retiro político, le han dedicado muchos años al servicio público y se han desempeñado con papel destacado en el ajetreo político. El retiro de Pesquera de la política fue de mayor tiempo que el de Ferrer, pues desde aquellas tumultuosas primarias de 2003, donde compitió contra Pedro Rosselló por la candidatura a gobernador, no participaba en la política activa de la colonia más antigua del mundo. Ferrer se retiró de la política luego de una situación familiar embarazosa, de la que salió limpio. Su retiro se extendió luego que le fue detectado cáncer en el esófago.
Lo curioso de estos dos aspirantes es que ambos fueron presidentes de sus partidos. Pesquera lo fue del Partido Nuevo Progresista y Ferrer del Partido Popular; y ambos tuvieron que reorganizarlos luego de la derrotas de 2000 y 2008, respectivamente, y sufrir el mismo prejuicio –y perjuicio, por supuesto- que muchas veces se sufre en la política; luego de la reorganización pasar el timón de la colectividad para que disfrute de la cosecha que otro sembró.
En el caso de Pesquera, éste fue nombrado por Pedro Rosselló al puesto de secretario de Obras Públicas en 1993. De inmediato, se convirtió en la estrella del Gabinete del gobernador y pasó a ocupar distintos otros puestos, como director de AFI, y presidir múltiples juntas de gobierno en corporaciones públicas. Durante sus años en el servicio público fue catalogado por muchos como el súper secretario, por la gran responsabilidad que tenía sobre sus hombros y la eficacia con que ejecutaba los proyectos y le daba seguimiento a la política pública del gobernante. Súper Tubo, Coliseo, Tren Urbano, energía eléctrica, carreteras, el aeropuerto, dragados en los lagos y hasta manejo de emergencias, fueron de las múltiples responsabilidades que tuvo Pesquera. Ningún secretario, desde Roberto Sánchez Vilella, ha tenido un conocimiento y dominio cabal de la cosa pública como la tuvo Pesquera.
Incluyendo la búsqueda de fondos federales para el financiamiento de proyectos. Y cuando salieron los casos de corrupción, Pesquera demostró que era incorruptible.
Por su parte, Ferrer entró al mundo de la política activa en el año 2000 cuando sale electo representante a la Cámara por el Distrito Núm. 29. De inmediato, demostró su liderato. En las elecciones siguientes aspira por acumulación y es electo nuevamente. Durante dos cuatrienios, subsiguientes al primero, estuvo en minoría y ejecutando con efectividad su rol de fiscalizador. Creo que es de los pocos líderes del Partido Popular que, por atributos propios, en un lapso breve de tiempo, entran a la política y luego se convierten en presidentes de sus partidos. Tal vez, Rafael Hernández Colón y Aníbal Acevedo Vilá sean los anteriores. El caso de Alejandro García Padilla fue una total y trágica coincidencia de factores, con efector devastadores y muy difícil de repetirse.
La primaria para comisionado residente va a ser interesante, más en el Partido Nuevo Progresista que en el Partido Popular. Ferrer debe prevalecer sobre Ángel Rosa, pero Pesquera tiene en Jenniffer González un hueso duro de roer. Por la acostumbrada reacción tardía los campos ya están ocupados. Tal vez la coincidencia sea; el grupo de Ricky Rosselló gana una y Pierluisi otra.
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