Siempre he tenido gran estima por los hombres y mujeres que se ponen ese uniforme diariamente para hacer cumplir la ley y el orden. Mujeres y hombres que día a día ponen en riesgo su vida, para que nosotros podamos caminar por las calles.

Hace ya una década, para ser más exacto que conocí a Rudy Giuliani (ex alcalde de Nueva York) y desde ese momento me interesó más cómo resolver los problemas que ya se veían venir dentro de nuestra policía estatal.

Desde aquel entonces he hablado con dos ex gobernadores y sus asesores, tres ex superintendentes de la policía, más de cinco alcaldes (algunos de ellos incumbentes), varios comisionados de policía municipal y todos decían que sí, pero ninguno mostro un verdadero interés por resolver lo que comenzó hace más de una década y ayer culminó en una gran tragedia. En mi libro, todos son responsables.

La policía de Puerto Rico se vio afectada durante el cuatrienio de la ex gobernadora Sila María Calderón y en donde ella acogió las recomendaciones de bajar los estándares de reclutamiento. Había un aumento en la criminalidad, se necesitaban más policías y 6 meses de adiestramiento era mucho. Era mucho tiempo para los políticos.

Hoy sufrimos la tragedia que un policía mató a tres compañeros y supervisores. El problema siempre lo identifiqué como uno de supervisión, máxime cuando en la administración de Aníbal Acevedo Vila había más de 3,000 vacantes de sargento y teniente primero. Plazas que son la primera línea de supervisión. Diez años han pasado, tres gobernadores y una convicción por parte del Departamento de Justicia Federal y hoy, si hoy, estamos peor que ayer.

La reforma de la policía de Puerto Rico, impuesta por el Departamento de Justicia Federal ha fracasado. Al día de hoy y luego de más de 4 años los FEDERALES y la administración de Obama han fracasado. Al igual que fracasó Thomas E. Pérez y el Lic. Luis Saucedo, ambos representantes del Departamento de Justicia Federal y quienes nos llevaron a la corte para comenzar esta “reforma”.
También los políticos puertorriqueños han fracasado, TODOS.

La falta de respeto hacia la policía comienza en la casa.

Nuestros policías no tienen las herramientas, los recursos, ni el reconocimiento de nuestros llamados “líderes”. Los políticos permiten que se les pague tarde, que las horas extras lleguen con duras penas, que no se controlen los horarios y traslados abusivos, en fin, permiten que la policía se corra como corren sus propios partidos políticos. Mucha deuda, mucho desorden, poca disciplina y beneficio para los que más politiquean.

Y cuando hay personas serias que vienen a poner disciplina, como fue el caso de Héctor Pesquera, pues hay que sacarlo para traer una balita perdida de Nueva York. O contratan empresas que se lucran de los problemas de la policía y ni tan siquiera pagan sus contribuciones al estado que los contrató. Sin entrar en el detalle de sus trabajos e informes al Juez Gustavo Gelpí.

Que quede claro, lo arriba mencionado, en el párrafo anterior, con el aval del Departamento de Justicia Federal.

El ex secretario de estado Colin Powell le dijo al ex presidente George W. Bush (cuando este último le preguntó sobre meterse en Irak) “Si te metes es como la regla en la tienda “Pottery Barn”, si lo rompes, es tuyo”. Y eso es lo
mismo que le tenemos que decir a los del Departamento de Justicia Federal. Tú haz puesto esto peor que antes y peor aún sin recursos.

¿Sabía usted que dentro del acuerdo que el Lic. Saucedo nos espetó, que los dineros de las confiscaciones no se revertirán a la policía de Puerto Rico, sino que se usarán para pagar por la reforma? Esta gente cada vez que hace frío
arrancan para acá y miren donde estamos. Somos un “botín de guerra” más para ellos y sus amigotes. Donde se dan recomendaciones y se gastan millones en contratos sin verse resultados.

Por respeto y dignidad propia debemos de reabrir ese caso y montar en el potro al Departamento de Justicia Federal. El Juez federal Gustavo Gelpí debe agarrar el toro por los cuernos, dejarse de tanto “please to me” y comenzar a tronar su mallete.

Juez, usted sabe que esto no va bien, la administración de Alejandro García Padilla ha fallado y los federales también. Usted tiene la última palabra y en sus hombros esta la verdadera reforma de la policía. Hágales justicia a las
mujeres y hombres que honradamente llevan ese uniforme todos los días.

Esta nota aparece en la edición impresa de El Vocero.