Esperamos que haya descansado.
Antes de todo, gracias por venir. Sabemos que su agenda es complicada. El mero hecho de que haya sacado tiempo para viajar personalmente a Puerto Rico refleja, en parte, la gravedad de la crisis fiscal por la que atraviesa el territorio. Pero no deja de demostrar también de parte suya un cierto grado de sensibilidad y compromiso con Puerto Rico que no hemos visto en otros miembros de su administración, empezando por el Presidente. Así que, gracias, Mr. Lew.
Como usted sabe, a pesar del interés que dio la impresión de tener al celebrar el año pasado cinco vistas públicas sobre la crisis fiscal y económica de Puerto Rico, el Congreso ha generado la percepción generalizada en la Isla de que no debemos esperar ayuda inmediata de su parte. Por otro lado, usted ha reiterado en varias ocasiones que es poco lo que el Tesoro o la administración pueden hacer para ayudarnos, salvo que el Congreso legisle.
Así las cosas, muchos en Puerto Rico, empezando por aquellos en posiciones de autoridad gubernamental que no han sabido, no han podido, o no han querido hacer lo correcto para que nos ayudemos a nosotros mismos, están desesperadamente buscando en Washington a alguien que nos socorra.
Es cierto que usted no puede, por ejemplo, restituir la aplicación a Puerto Rico del Capítulo 9 del Código de Quiebras federal, que aplicó en la Isla hasta 1984. Eso es una medida que tendría que tomar el Congreso.
De igual forma, usted no puede unilateralmente, extender a Puerto Rico trato igual en ciertos programas federales cuya aplicación a la Isla está limitada por ley y, por lo tanto, sujeto a la discreción del Congreso.
Pero tampoco es enteramente correcto que usted, en el ejercicio de las prerrogativas de su cargo, no pueda hacer nada. He aquí cinco sugerencias concretas de cosas que usted sí puede hacer por Puerto Rico sin necesidad de que el Congreso legisle.
1) Ejerza su liderato. Como Secretario del Tesoro usted tiene un enorme poder de convocatoria tanto con la administración García Padilla como con los fondos de inversión que agrupan a la mayoría de sus acreedores, para lograr que ambos se acaben de sentar a negociar la reestructuración de la deuda. El equipo fiscal de la administración le va a decir que están tratando. No les crea. No es cierto. Lo suyo es la dilación y la posposición para agravar una crisis que se puede evitar.
2) Exíjale usted también al gobierno de Puerto Rico los estados financieros auditados. Si fuera necesario, provéale la asistencia técnica que se requiera y que usted tan gentilmente ha ofrecido en el pasado. Pero déjeles meridianamente claro que sin “ticket” no hay “laundry”. Y hágalo públicamente.
3) Si fuere necesario, luego de que usted esté satisfecho con lo que reflejen los estados financieros auditados, autorice algún mecanismo de garantía del Tesoro para la emisión de notas en anticipación de recaudos por concepto de impuestos (“tax revenue anticipation notes” o TRANs) para que el gobierno pueda obtener financiamiento a corto plazo por la cantidad que sea razonable emitir a partir de una proyección confiable de recaudos.
4) Antes de que termine el cuatrienio, emita una opinión (o “ruling”) sobre la ‘acreditabilidad’ contra su responsabilidad contributiva federal de lo que pagan en Puerto Rico las empresas manufactureras sujetas a la Ley 154 que le dé mayor peso como política pública del Tesoro y, por lo tanto, se le haga más difícil de derogar a su sucesor. Sepa que le agradecemos enormemente la posición que su departamento ha adoptado al respecto durante estos pasados años. Pero como usted sabe, la “Notice of Creditability” actualmente vigente, de la cual pende la suerte de entre $1,800 millones y $2,000 millones anuales en recaudos del gobierno de Puerto Rico, está pegada con saliva. Y no queremos ni imaginarnos la suerte que correrá Puerto Rico si esa política fuese derogada por su sucesor.
5) Vuelva pronto.
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