Puerto Rico se desgarra en las costuras. La fibra social se deshilacha. Cada día en nuestra isla se desborona un pedazo del sueño paradisiaco. La ilusión de un mejor porvenir se desvanece en calderas infernales. El calor del fuego se aprieta, con la madera de un Pueblo que se hace leña ante la desesperanza. No obstante, habemos quienes luchamos por no darnos por vencida ante la adversidad, reconociendo que tomará de manos diestras y una visión aguda para zurcir los retazos. Entre todos(as) tendremos que armar el telar, poniendo bajo la lupa el detalle del descalabro, limpiando el lente empañado por intereses ajenos. Los últimos acontecimientos en el ámbito social y fiscal, hablan por si mismos.
Por un lado, desalmados les arrancan salvajemente el último suspiro a dos mujeres en su plenitud de vida; hiriendo la sensibilidad de un Pueblo que clama por su seguridad y el derecho a vivir en paz. Luego de rendir su turno nocturno en la fiscalía, Francelis Ortíz Pagán regresa a su casa pasada la medianoche para encontrar la muerte. Otra joven madre, Shakira Sánchez Colón, se recupera de su parto, hospitalizada, cuando es asesinada. En medio de este drama, las autoridades de ley y orden hacen un intento desesperado de recobrar la confianza de la gente.
A pesar que se informa que en el primer mes de 2016 se registran cerca de 50 asesinatos; no es hasta que se mata a una fiscal, que las autoridades de ley y orden mueven toda su maquinaria para atrapar a los alegados implicados. A un Pueblo pensante se nos hace difícil creer que en cuestión de días, las autoridades investigativas hicieron lo que por años no habían logrado: capturar a una organización de maleantes con una vasta hoja de alegados “carjackings”. Si no fuese porque entre sus últimas víctimas hubo una fiscal, ¿todavía estuvieran al acecho en sus próximas andanzas? Ha de suponerse que el esclarecimiento de dicho caso dependería de “confesiones”. En su intento de distanciar el asesinato de la fiscal, de que estuviera relacionado con su trabajo, se elaboró la teoría de que los victimarios iban de “caza” y que querían su carro. No obstante, el secretario de Justicia se tropieza al contradecirse al intentar justificar que la fiscalía federal, cede su jurisdicción en deferencia a que dicho asesinato fue un ataque a la fiscalía local. En el caso de la parturienta asesinada, se despacha la investigación alegando que el asesino iba en busca de demerol. De ser ciertos los motivos de estos dos femicidios, solo denota la liviandad con que se despacha el asesinato de mujeres.
¿Una por un carro y la otra por demerol? Está bien finito el hilo en que se pende la vida de mujeres.
Por otro lado, como telón de fondo a la violencia que nos arropa, la crisis fiscal deshilvana el tejido social, resquebrajándose el sistema económico en cada puntada. Al día de hoy, no se conoce con certeza auditada cuál es nuestra realidad fiscal, ni se tiene un plan para salir del barranco, ni paracaídas que nos suavice la caída estrepitosa. Mientras se pagan cifras millonarias de fondos públicos a asesores y cabilderos, las negociaciones con acreedores se van por el sifón, pretendiendo recortarles entre un 30% o 40% al principal. Por su parte, las gestiones al Norte solicitando auxilio ante las tres Ramas del Poder, no han dado fruto. La Rama Ejecutiva reitera el carácter territorial del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, dejando sobre el tapete del Congreso de EEUU si la Metrópoli asumirá el control absoluto de nuestras finanzas; en detrimento de la ficción de auto-gobernanza que mantuvo viva desde el 1952. Próximamente, el Tribunal Supremo de EEUU, dictaminará si saca las manos del fuego o no.
En nuestro patio interior, se asoma el IVA a todo vapor, posibles aumentos en tarifas de agua y luz, pero no hay un plan para aumentar la productividad. Para quienes piensan que esto no les atañe, clamando por sus derechos adquiridos, pronto tocarán fondo con que sus salarios y maltrechas pensiones están en jaque. Los ahorros de toda una vida de quienes confiaron en la garantía de una Constitución, que pronto no valdrá el papel en que se imprime, quedarán tan desprovistos de su sentido de seguridad, como deambulantes sin techo seguro, ni alfombra bajo sus pies. Este es el caldo perfecto, en que hierve el desasosiego que se torna violento. Mientras la pobreza y la violencia pudiesen estar a la par, ¿qué esperamos para tomarnos de la mano para auxiliarno
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