Por: Enrique “Kike” Cruz, Analista radial de NotiUno
La semana pasada fue una semana bastante federal, en donde distintas dependencias federales le fueron cerrando el cerco a la administración de Alejandro García Padilla. Cada cual por su lado, en su medio ambiente, pero parecían que estaban actuando al unísono.
En la corte federal el Hon. José A. Fusté, ponía su granito de arena en el tema de los estados financieros. En Washington D.C., nos daban señales de cómo va a ser la junta de control fiscal y los de fiscalía federal, en conjunto con el FBI, le dan los toques finales a sus próximos pasos, que como nos tienen acostumbrados, siempre escogen momentos simbólicos para dañarles la fiesta a los nenes del “play-yard”.
El más contundente y el menos que recibió cobertura noticiosa fue el caso del Walmart que se llevó a cabo en la sala federal del juez Fusté. El juez Fusté, quien por décadas ha liberado una lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, se echó encima una de las demandas más interesantes contra esta administración. Los argumentos presentados por Walmart y avalados por el juez Fusté sirvieron de ventana para saber por qué el gobierno de Alejandro García Padilla no ha presentado sus estados financieros desde 2014.
La representación de KPMG nos dio luz bajo juramento, del por qué no están listos los “famosos” estados financieros y de paso, desmintieron expresiones del gobernador ante el Congreso de Estados Unidos. “Eso es falso” contestó el señor Aponte, de KPMG, cuando se le cuestionó sobre las pasadas expresiones en el Congreso por parte del gobernador, al desligar de responsabilidad por la tardanza a KPMG.
Lo que ocurrió en esa sala de la Chardón fue tan contundente que los medios decidieron ignorarlo y pasarlo con ficha.
Por otro lado, en Washington D.C. se llevaba otra vista más sobre Puerto Rico. En esta séptima ocasión se discutió, más en teoría que en principio, como debería de ser esa junta de control fiscal.
Al escuchar los testimonios de los deponentes llegué a la conclusión que el PPD y su liderato se iban a oponer tenazmente a esta junta, aun cuando sé que le van a poner un nombre lindo, tal y como hicieron con el oficial de probatoria de la Policía de Puerto Rico, que le llaman monitor.
Allí se dijo que la junta venía a auditar, evaluar y arreglar el desmadre que hemos creado. Lo del “desmadre” lo añado yo, pero es un secreto a voces.
La palabra “auditar” para esta administración es como enseñarle la cruz al diablo. Sin embargo para saber qué hacer y cómo hacerlo hay que “auditar”, hay que “investigar” para luego poder diagnosticar al paciente y recetarle un tratamiento que lo “cure”.
Y de ahí es que nace la objeción de los populares a esta junta. Veremos alcaldes, legisladores y miembros del ejecutivo oponiéndose a esta “intervención yankee”. Los opositores no presentarán soluciones al problema solo a la verdadera “medicina amarga” que se aproxima.
El batallón de gente que viene a respaldar las labores de esta junta será enorme y costosísimo. También lo dividirán por dependencias. Un grupo para el Banco Gubernamental de Fomento, otro para las corporaciones públicas, otro para los desmadres municipales y otro para el Ejecutivo con énfasis en el área de salud y controles. Todos con sus auditores e investigadores forenses para poder desenmarañar los entuertos creados por nuestra sociedad política.
Y, mientras todo eso lleva su curso, calladitos como las hormigas trabajan arduamente los federales en sus investigaciones con Anaudi y otros “cooperadores” que han decidido salvar su pellejo versus defender lo indefendible.
El nuevo jefe del FBI en Puerto Rico es una persona con experiencia en seguir la ruta del dinero. Dinero que se repartió en época de “vacas flacas”, dinero que se repartió en momentos donde se ha dejado de pagar billones de dólares a suplidores y proveedores de servicio del gobierno. Dinero que miles todavía esperan por su reintegro.
Usted pronto escuchará gritos de guerra contra los ‘yankees’, escuchará un “llamado a la Patria”, escuchará un reclamo al verdadero ELA, pero por favor tápese los oídos y no se deje engañar. Mire a cada uno de los “gritones” y evalúe ¿por qué? Evalúe qué quieren tapar, evalúe cómo se benefician del caos, y se dará cuenta que los políticos no quieren perder control del gasto, de los contratos que reparten, en fin de sus beneficios.
La mentira y el engaño de un ELA con poderes sobrenaturales se acabó. La mentira y el engaño de un pacto entre iguales se acabó. La verdad está por salir, no le cerremos la puerta.
Columnistas, EL VOCERO
No, la democracia no es perfecta
Por: Máximo Cerame-Vivas, fundador Depto. de Ciencias Marinas del RUM
A veces uno trata de cargarse las baterías reuniéndose con académicos intelectuales del primer orden de cuando en cuando. Si les pregunta a ellos cual ha sido su mayor galardón, casi unánimemente contestan el haber estado —o estar— en la cátedra. Conversando respecto a buscarle soluciones a los problemas agobiantes que sufre Puerto Rico, por más materia gris que se invierta en ello el consenso es que no hay solución rápida a menos que Puerto Rico abandone su actual sistema de gobierno en letargo y pase a uno donde dirigentes puedan actuar con premura y de inmediato, con los controles que ello requiera. De no, para poder imponer soluciones habría a veces que legislar, quizás hasta enmendar la constitución, lo que no se lograría en un cuatrienio.
Me recuerda la anécdota del capitán de barco que prefiere una ruta para llegar a su destino, mientras otro capitán prefiere otra. Las rutas, aunque distintas, ambas llegan. El problema es que mientras discuten las ventajas y peligros de cada ruta, se está a la deriva y no se llega a ningún sitio. El tener que redactar proyectos de ley; celebrar vistas públicas; someter a Cámara y Senado; sugerir enmiendas y votar sobre ellas; para luego votar sobre el proyecto es un proceso largo, tedioso, y muy costoso en tiempo de trámite. Una vez aprobado el proyecto, el crear una oficina para implantarlo, o quizás una agencia, asignar fondos, nombrar al jefe, que vaya a vistas su nombramiento y se apruebe, suma más tiempo de problema y menos de solución. Si el problema es urgente como la deuda, cada día sin solución es otro día de zozobra y cortes presupuestarios.
Nuestro presente sistema de gobierno no es el más eficiente, y mucho menos el más ágil. Aunque el problema haya que resolverlo hoy, la burocracia asfixia su pronto remedio. Algunos de nuestros líderes elegidos no son los más aptos ni los mejores. Ese es el principal defecto de la democracia.
Recuerden que en la democracia manda la mayoría. En una curva de distribución normal —forma de campana— un extremo minoritario representa los menos responsables. El otro extremo minoritario representa los mejores dotados. El cuerpo grueso de la campana representa el promedio o el montón, quizás mediocridad: los que generalmente desdeñan las propuestas inteligentes porque no las entienden. Prefieren el status quo problemático a la solución imaginativa y vanguardista. Recuerden que Galileo murió preso en arresto domiciliario por abrirnos los ojos al sistema solar como es y no como nos decían que era.
Alguien menciona la entropía y la segunda ley de termodinámica, la que dicta que en el universo todo va cuesta abajo y hacia mayor desorden, y nos aterra con que un gobierno fracasado tenga el aval y el respaldo de leyes naturales y cósmicas. ¡Triste! Líderes a emular por su visión son poquitísimos. Y por su valentía, son menos.
Estoy seguro de que hay en nuestra Isla grupos de doctos que también ponderan nuestro destino. Pero son grupos muy pequeños y muy dispersos para hacerse sentir. Recordemos que el cuerpo central mediocre de una campana de distribución normal es el que rige democráticamente. Nuestro sistema viene obligado a tomar en cuenta el sentir de la mayoría, aunque las mayorías no siempre estén en lo correcto. Podrían elegir en base a criterios que nada tengan que ver con dotes administrativos de buen gobierno. Además, algunos ven al gobierno como dispensario de favores políticos personales negociables a cambio de votos para perpetuar a políticos buscones incumbentes.
Hay problemas cuyos intentos de solución crean otros problemas mayores. No. La democracia no es perfecta.
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