E n 1963 comencé la lucha por la igualdad para Puerto Rico al ingresar en “Ciudadanos pro Estado 51” y en marzo de 1965 fui electo presidente.

En el verano de ese año ingresé al Partido Estadista Republicano. Poco después, don Luis Ferré me nombró su asesor legal en las vistas de status. En 1967 me uní a él y otros para organizar Estadistas Unidos y participar en el plebiscito. Aunque perdimos el plebiscito, ganamos en 4 municipios y aumentamos el porciento de votos estadistas a 39%. El avance nos estimuló a fundar el Partido Nuevo Progresista y en 1968 logramos ganar las elecciones. Elegimos gobernador a don Luis Ferré y a mí, alcalde de San Juan.

Desde que comencé como alcalde, me di cuenta de que a pesar de que recibíamos cantidades substanciales de fondos federales, lo que recibíamos era muchísimo menos de lo que recibían las ciudades del tamaño de San Juan.

Como alcalde, ingresé al “National League of Cities” y al “U.S. Conference of Mayors”. Como presidente del “National League of Cities” me di cuenta de la importancia de tener derecho al voto para presidente y de tener a dos senadores y cinco representantes en el Congreso. Sin senadores y sin representantes, los territorios dependemos de que los líderes de ambas Cámaras y el presidente nos concedan los fondos federales que ellos estimen suficientes. No tenemos derecho a la igualdad económica porque no tenemos igualdad política.

Sin igualdad política no tenemos el poder político necesario para defender nuestros intereses. Durante mis ocho años en el Congreso sin derecho al voto, me convencí que sin igualdad en el proceso democrático de nuestra nación, no tenemos la fuerza necesaria para lograr nuestras aspiraciones. Por eso insisto que no hablemos de estadidad, sino de igualdad.

CRB

Todo lo que propone Alejandro García Padilla para resolver la crisis es imponerle al pueblo más impuestos de consumo y a las empresas y los multimillonarios de afuera, más exenciones contributivas.

Por eso, nuestro modelo de desarrollo económico ha fracasado. Todos los economistas piden un modelo nuevo, pero todo lo que sugieren es más de lo mismo: créditos contributivos a las empresas foráneas y a los multimillonarios de afuera, mientras aumentan las contribuciones de consumo de bienes y servicios a la clase media, los empleados a sueldo y a los pequeños comerciantes.

El modelo económico que necesitamos tiene que propiciar el bienestar y las oportunidades económicas de la clase media, los empleados a sueldo y de la empresa privada y reducir los impuestos de consumo. Para lograrlo, debemos:

1. Reducir en 10% los gastos de gobierno en todas las asignaciones del presupuesto. Para los próximos años evaluar si hacen falta otras reducciones adicionales.

2. Reducir de 90% a 70% los créditos contributivos por ingresos a las empresas de manufactura y limitarlos a la nómina.

3. Utilizar los $4 mil millones de las contribuciones a las empresas, para ir pagando la deuda, reducir los impuestos de consumo, eliminar el IVA, reducir los arbitrios a los automóviles y eliminar los impuestos de importación y los impuestos de inventario.

Las anteriores medidas son para hacerle frente inmediato a la crisis económica, pero necesitamos resolver nuestra condición colonial. La única solución es la igualdad política y económica.

El Congreso, varios presidentes, el Tribunal Supremo de la nación y el procurador general de los Estados Unidos han establecido claramente que conforme a la Constitución, Puerto Rico es un territorio y por lo tanto, no tiene soberanía separada de la soberanía federal, como tienen los estados.

Nos corresponde ahora a nosotros exigir la igualdad. O sea, que se nos otorgue, como nos corresponde a los ciudadanos americanos, el derecho al voto y a la representación en el Congreso.