De San Jerónimo a Country Club: el proceso de fundación del Partido Nuevo Progresista. – Por Mario Ramos Méndez

De San Jerónimo a Country Club: el proceso de fundación del Partido Nuevo Progresista.

 Por Mario Ramos Méndez

Introducción

Este trabajo tratará sobre el proceso que se dio en Puerto Rico durante el año de 1967, desde enero hasta agosto de ese mismo año y que dio origen al Partido Nuevo Progresista que desde las elecciones de 1968 ha sido, junto al Partido Popular Democrático, uno de los dos principales partidos políticos en Puerto Rico. Lo que comenzó con una asamblea tumultuosa en un hotel de San Juan por parte del Partido Estadista Republicano terminaría con un sistema de dos partidos en el sistema democrático puertorriqueño.

Desde hacía unos años, diversas voces se manifestaban inconformes con la dirección política e ideológica del Partido Estadista Republicano. Eran múltiples, pero no sonoras. El liderato de Miguel Ángel García Méndez era muy fuerte para que pudiera cultivarse la disidencia en el entonces partido de la Estadidad. Además, había la coincidencia que el líder que pudiera enfrentarse a García Méndez, Luis A. Ferré era su concuñado. Como lo demostró el tiempo, solo una coyuntura histórica podía crear las bases para el surgimiento de un nuevo movimiento político y una nueva etapa en la historia de los partidos políticos en Puerto Rico.

Las fuentes usadas para este trabajo son primarias; entiéndase en nuestro caso, el uso de los periódicos. El periódico que usamos, por ser, a nuestro juicio, el mejor de la época, fue El Mundo. Sus reportajes eran extensos y con información importante y útil para la historiografía correspondiente. Por muchos años, este diario registró el acontecer histórico de Puerto Rico. No solo en el aspecto político, sino en los deportes, lo social y lo cultural. También, los mejores escritores de la época plasmaron con tinta de oro sus ideas y opiniones en este medio de prensa escrita. En ausencia de documentos o testimonios orales, la fuente periodística es de primer orden

Por último, aunque los hechos históricos no se circunscriben a un área geográfica específica los mismos pudieran catalogarse de microhistoria por ser un grupo específico, el movimiento estadista y en un período específico de la historia; el año de 1967. Sobre esto opinamos de igual manera que el historiador mejicano Luis González:

Una historia del Vaticano puede ser llamada local por el estrecho ámbito de que se trata, pero la gran mayoría de las historias vaticanas difieren, por el modo de ser, de las llamadas historias locales. Un estudio acerca de los grupos de matehualenses dispersos en varios puntos de México y los estados Unidos no se constituye a un espacio municipal o provincial, y, pese a eso, puede ser una historia de las llamadas locales. Y es que aquí lo importante no es el tamaño de la sede donde se desarrolla sino la pequeñez y cohesión del grupo que se estudia, lo minúsculo de las cosas que se cuentan de él y la miopía con que se las enfoca.[1]

La historia

Como muchos sucesos en la historia, el Partido Nuevo Progresista se formaría en 1967 por la división habida entre el grupo liderado por Luis A. Ferré y el presidente del Partido Estadista Republicano, Miguel Ángel García Méndez. Un ejemplo más que en las tres tendencias políticas en Puerto Rico los nuevos grupos o partidos políticos se han formado de la ebullición de estas vorágines. La división no era ideológica, era más bien por hondas diferencias en las estrategias que debían seguir de cara a la consulta plebiscitaria que se celebraría en ese mismo año. Siendo el Partido Estadista Republicano uno con dos líderes fuertes, los seguidores de ambos dentro de dicha colectividad eran numerosos. Sin embargo, de ambos líderes, Luis A. Ferré era el que tenía mayores simpatías y aceptación de parte de los afiliados al partido de la estadidad; había sido miembro destacado de la Convención Constituyente, representante a la Cámara de 1952 a 1956 y candidato a gobernador de Puerto Rico en las elecciones de 1956, 1960 y 1964, logrando que la cantidad de votos obtenida por la estadidad aumentara vertiginosamente a nivel numérico y en términos porcentuales, por igual.

Todo comienza con la asamblea celebrada el 22 de enero de 1967 en el hotel San Jerónimo en San Juan. Los diferendos entre las facciones en pugna, unos a favor de la participación en la consulta plebiscitaria y otros tercamente en contra, fueron abiertos y acalorados. La asamblea, “que contó con la asistencia de mil doscientos delegados, estuvo dominada por García Méndez. En el comité de credenciales del partido, tal y como se presagió, no había un solo delegado que favoreciera a Ferré. Por otro lado, los comités locales, en los que predominaban los seguidores de éste, no recibieron citaciones o se las hicieron llegar apenas unas horas antes de comenzar los actos. Para colmo, se nombraron suplentes que simpatizaban con la posición de García Méndez y se entregó el distintivo que identificaba a los delegados a personas que no lo eran.”[2] Peor aún, fue cuando Luis A. Ferré se dirigió a la asamblea, donde los seguidores de Miguel Ángel García Méndez quisieron parar su discurso con gritos, mientras el emergente líder indiscutible del movimiento estadista les indicaba: “Yo les digo que no es aquí donde va a haber división. De aquí vamos a salir todos unidos, pero, ¿en dónde nos vamos a dividir?, ¿ustedes saben dónde nos vamos a dividir? En el pueblo, en el pueblo es que nos vamos a dividir.”[3] A esto se le llamó “Ganar la Asamblea y perder el Pueblo”. [4]

Los trabajos de la asamblea se llevaron de una manera atropellada y con muy poco grado de tolerancia y apertura a la disidencia y a la exposición de ideas diversas. Miguel Ángel García Méndez, como político astuto sabía que de allí podía salir otro partido y su partido quedar irremediablemente destruido para siempre. La votación fue “a viva voz y en forma borrascosa” que “la colectividad no participará en el plebiscito de julio próximo.”[5] La petición de que los acuerdos dentro de la asamblea para la participación o no en la consulta plebiscitaria se hicieran mediante votación secreta fue rechazada. “El acuerdo adoptado por aclamación –en contra de la petición del señor Ferré de que se tomara por voto secreto-, dejó entrever una división interna.”[6] La decisión de no participar en el plebiscito tenía el apoyo del principal líder del partido, Miguel Ángel García Méndez y de la mayoría de los miembros directivos. Por lo que, según se recoge en los medios de prensa que cubrieron el evento, “[l]a decisión del asamblea ratificó el acuerdo de las organismos directivos del PER de no concurrir al plebiscito. La misma fue citada con ese propósito y participaron en ella los mismos delegados que lo hicieron en la asamblea general de la colectividad en 1964.”[7]

Los trabajos comenzaron al mediodía, y terminaron unas seis horas más tarde. Seis líderes se pronunciarían a favor de participar en la consulta y siete en contra. A favor se pronunciaron, Carlos Romero Barceló, Ángel Adorno, Justo Méndez, Eugenio Lecompte, el Dr. Leopoldo Figueroa Carreras y Luis A. Ferré. Nótese que la mayoría de estos líderes que respaldaron la participación plebiscitaria ayudaron a fundar el Partido Nuevo Progresista. Por su parte, se manifestaron en contra, Manuel F. Iglesias, Orlando Parga, hijo, Rubén Otero Bosco, que ya era representante a la Cámara, Ramiro Colón, Rubén Rivera Ramos, Pilar Barbosa Vda. de Rosario y Miguel Ángel García Méndez. De estos últimos, Otero Bosco renunció a su partido e ingresó al nuevo partido en ciernes pocos días después de haberse celebrado el plebiscito. Durante esos años, muchos republicanos lo catalogaron como posible sucesor de García Méndez en llevar las riendas del partido. Su renuncia irrevocable como miembro del Comité Ejecutivo y como presidente del Comité Central Municipal de Arecibo, obedeció “a los resultados del plebiscito y las recriminaciones que él acepta le han hecho por aconsejar el retraimiento de los estadistas en el mismo.”[8] Por su parte, el doctor Leopoldo Figueroa Carreras, aguerrido líder estadista que en su juventud había acompañado a José de Diego como militante independentista y que por muchos años representó a su partido y a su ideal en la Legislatura de Puerto Rico, y que fue el único legislador que en 1947 se opuso a la Ley de la Mordaza, se desafilió del Partido Estadista Republicano a solo dos días antes de celebrarse el evento electoral.[9]

En Puerto Rico, por muchas décadas, se tuvo la costumbre de expulsar a personas de los partidos políticos por supuestos actos de indisciplina. Estas acciones ocasionaron las acostumbradas expulsiones y ser expulsado de un partido, si se podía dar el caso, era estar condenado a no participar nunca más de la política puertorriqueña. Ciudadanos Pro Estado 51, un grupo no partidista que se dedicaba al adelanto de la estadidad y con estrecha relación con el liderato del Partido Estadista Republicano, expulsó de sus filas a toda su directiva: Carlos Romero Barceló, presidente; Peter Krysanowsky, vicepresidente; José V. Toledo, secretario; José Menéndez Monroig, tesorero y los vocales Rafael Correa y Raymond Acosta. Todos ellos pasarían a formar parte, con papel protagónico muchos de ellos, al nuevo partido que se formaría un mes después de celebrada la consulta plebiscitaria.[10] Sin embargo, esta costumbre de expulsar a miembros de un partido por disidencias o actos de indisciplina fue cambiando a través de los años. La división del Partido Popular Democrático en 1968, cuando Roberto Sánchez Vilella formó el Partido del Pueblo, y la del Partido Nuevo Progresista en 1983, cuando Hernán Padilla formó su Partido de Renovación Puertorriqueña, fueron elementos que incidieron en cierta manera en cómo atender los asuntos de disidencia. Hoy día se puede expulsar a alguien de la Legislatura o de un puesto directivo dentro de la colectividad, pero no se expulsa a nadie de los partidos políticos, a menos que sean por actos de corrupción a la función pública. Aunque un caso excepcional y poco entendible como estrategia política, fue la acción bajo la presidencia de Pedro Rosselló de expulsar en 2005 a líderes de su partido por supuesta indisciplina a los reglamentos del Partido Nuevo Progresista. Más tarde, el Tribunal Supremo de Puerto Rico declararía dicha expulsión inconstitucional

Luego de celebrada la asamblea del Partido Estadista Republicano los estadistas que favorecían la participación en el plebiscito comenzaron a dar los primeros pasos para organizarse políticamente como agrupación política no partidista. Ferré fue el primero en dar la voz de alerta: “…yo creo que es necesario se organice inmediatamente una organización libre y fuera de líneas partidistas para que defiendan la estadidad en el plebiscito que se avecina.”[11] La organización fue rápida y emotiva, “organizaron grupos de todos los partidos políticos que deseen la estadidad para Puerto Rico.”

Los ataques contra los líderes de la nueva agrupación no partidista no se hicieron esperar. Vinieron mayormente del alto liderato republicano. Respondiendo a un ataque que hiciera García Méndez, que tildó a Luis A. Ferré de violar los acuerdos a que llegaron los líderes del Partido Estadista Republicano reunidos en asamblea, sobre la decisión tomada referente al plebiscito de julio de 1967, el futuro fundador del Partido Nuevo Progresista le respondió: “El señor García Méndez sabe que yo siempre le he manifestado que ningún acuerdo del Partido puede obligar personalmente a un estadista a no concurrir a hacer campaña, fuera de líneas partidistas, a un plebiscito si allí está consignada la fórmula de estadidad.”[12] Estos ataques establecerían unos deslindes sicológicos y de lealtad, que luego serían de afiliación, entre los seguidores de Luis A. Ferré y los de Miguel Ángel García Méndez, porque creaban una identidad de grupo y de pertenencia, y ésta sería de gran ayuda para la fundación del nuevo partido que se daría luego de celebrado el evento electoral.

Por su parte, como una estrategia política diseñada para atender las circunstancias del momento, el Partido Popular anunciaba que participaría en el plebiscito. Según el registro periodístico, “[e]l PPD ratificó anoche su decisión de concurrir al plebiscito a defender la fórmula del ELA. Al mismo tiempo, anunció que aunque el Partido Estadista y el Partido Independentista no concurran a la consulta plebiscitaria, como han anunciado, las fórmulas de estadidad e independencia serán representadas en la votación y ante el pueblo por otras agrupaciones y líderes.”[13] Y Luis Muñoz Marín, como parte de su estrategia de campaña, sugeriría días más tarde que “[n]o se pueden cambiar los términos del Estado Libre Asociado sin la aprobación directa del pueblo puertorriqueño a través de referéndum.”[14] Además, “[l]a unión permanente es irremisible porque es ‘parte de la cultura de Puerto Rico”.[15] Al día siguiente, recibiría inmediata respuesta del presidente republicano, en cuanto a la afirmación de que el poder para cambiar o no los términos de las relaciones políticas entre San Juan y Washington, reside en el Pueblo de Puerto Rico: “No es a la Constitución de Puerto Rico que se necesita enmendar, sino que habría que enmendar la Constitución de los Estados Unidos.” Según García Méndez, “eso mismo está dispuesto ya específicamente por el Artículo VII de la Constitución de Puerto Rico.”[16]

Al desarrollarse la campaña de cara al plebiscito, y como parte de su acostumbrada astucia política, el presidente del Partido Estadista Republicano anunciaba “que el partido celebrará asambleas locales para la reorganización de sus comités, en todos los pueblos de la isla el próximo 23 de julio, comenzando a la 1:00pm de la tarde.” El líder de los republicanos públicamente declaraba: “Hay un gran entusiasmo en las filas del PER al concluirse que el día que han de ir los estadistas confundidos a hacerle el ‘caldo gordo’ a Muñoz Marín, el liderato de toda la Isla se reunirá para dar fe de que se mantienen firmes en la defensa de los acuerdos de los organismos rectores y en decisión adoptada por la asamblea soberana del Partido acordando que deben quedarse fuera de las urnas plebiscitarias los buenos electores estadistas leales al Partido Estadistas Republicano.”[17] La estrategia de Miguel Ángel García Méndez, en la que creemos Orlando Parga, padre, su ayudante por muchos años, tuvo destacada participación, pero de lo que no tenemos la prueba todavía, consistía en hacer un boicot, de una manera disimulada y sin convocar a los estadistas directamente a ello, el mismo día de los procesos de votación del plebiscito. Todo con la intención de afectar el resultado neto de la estadidad en el evento electoral.

Por su parte, el líder de la Asociación de Estadistas Unidos, Luis A. Ferré pedía que ningún estadista fuera a estas asambleas a las que catalogó de ilegales. Según Ferré, “[c]ada uno deberá ir a cumplir con su ideal y con su deber ciudadano, ya que un plebiscito no está sujeto a disciplina de partido. La obligación primaria es a nuestra Patria, que es la que debemos atender.”[18] Ya era evidente que los estadistas de Ferré se comportaban como un partido político, lo que ocurriría un mes después del evento electoral en su asamblea fundacional. Sorpresivamente, el entonces Secretario de Justicia de Puerto Rico, Rafael Hernández Colón, haría declaraciones públicas destacando que “entendemos que estas asambleas, si llegaran a consumarse, constituirían violaciones a la ley de Plebiscito.”[19]

Dos días antes del plebiscito, Miguel Ángel García Méndez se dirigiría a su pueblo mediante columna escrita. Con el sugestivo título de Nos nos sometamos, el líder republicano decía: “Estadista: dar tu voto en el plebiscito es someternos a los designios de Muñoz Marín para glorificar el ELA. El pedestal del ELA se fabricará no solo con los votos ganadores en favor del ELA sino que también con los votos perdedores en favor de la Estadidad y la Independencia. Por eso no al empeño de Muñoz Marín de fabricarse una oposición a base de dinero. $385,000 para cada grupo que dijo que sí.”[20] Con esto se repetía lo sucedido en 1952 cuando se reunía la Convención Constituyente para la adopción de la actual constitución de Puerto Rico; que se necesitaba de la participación de las minorías para darle validez y legitimidad a todo el proceso político y proyectarlo ante los Estados Unidos y la comunidad internacional como una decisión de todo el pueblo de Puerto Rico.

Poco antes de la fecha plebiscitaria, la Concentración Soberanista Anti Plebiscitaria se pronunciaba en contra del plebiscito “que estaba diseñado para confirmar el coloniaje en Puerto Rico.”[21] El grupo estaba constituido por Rafael Soltero Peralta, José Milton Soltero, Eladio Rodríguez Otero, Héctor Dávila Alonso, Gerardo Navas, Piri Fernández de Lewis y Rubén Berríos Martínez. Este grupo les envió una carta al presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson y al Secretario General de la Organización de Naciones Unidas, U Thant. Por su parte, el principal líder del popularismo afirmaba que “el Estados Libre Asociado ganará el plebiscito con ‘una proporción grande de votos’ sobre las demás fórmulas de estadidad federada e independencia y aseguró que la abstención de votantes será mínima.”[22] La realidad palmaria fue que la abstención de electores durante el proceso fue marcada y mayor que en elecciones, y como ya es una costumbre histórica en Puerto Rico, “[l]as playas del sector del Condado en Santurce, se vieron tan concurridas como cualquier otro domingo.”[23]

El plebiscito del 23 de julio de 1967 sería un parteaguas en el devenir histórico de Puerto Rico. Era la primera vez que los puertorriqueños iban a las urnas para decidir su destino político como pueblo. El resultado no sorprendió a nadie, pero los números sorprendieron a todos. El Estado Libre Asociado, como se esperaba, sacó 425, 081 para un 60%; la Estadidad 273,315 para un 39% y la Independencia 4,248 para un 0.6%. El Partido Popular Democrático, que había ganado ininterrumpidamente todas las elecciones desde 1940, reaccionó con cierto escepticismo y asombro ante el cuadro que presentaba la nueva realidad política que apenas comenzaba. Los números revelaban que había otro Puerto Rico que se había ido desarrollando imperceptiblemente en el sustrato histórico y que ahora salía como un grito a la superficie histórica del país. Era algo que se tenía que atender.

En el bando estadista, por su parte, todo era euforia. La Estadidad era una tendencia que venía aumentando desde las elecciones de 1956 cuando Luis A. Ferré se postula por primera vez para la gobernación de Puerto Rico. La cantidad de votos en aumento era considerable, numérica y porcentualmente, elección tras elección, y el plebiscito no fue la excepción a esta realidad electoral. La Estadidad ganó en diez precintos, incluidos algunos de San Juan, Ponce y Bayamón y en los municipios de Cataño, Corozal y San Lorenzo.[24] Un dato curioso es que en Culebra el Estado Libre Asociado obtuvo 222 votos para el 91.4%, la Estadidad 19 votos para el 7.8% y la Independencia solo 2 votos para el 0.8%.[25] En Vieques, los estadistas tuvieron un poco de mejor suerte; el Estado Libre Asociado con 1,911 para un 70.7%, la Estadidad con 507 votos para un 20.9% y la Independencia con apenas 9 votos para un .04%.[26] Es curioso que en Culebra, a partir de 1996, la realidad política ha cambiado. La alternancia del poder municipal ha sido frecuente. En Vieques, por su parte, el PNP ganó en 1976, perdió en 1980 y a partir de 1984 estuvo ganando ininterrumpidamente hasta las elecciones del año 2000. En 2008 volvió a ganar. En Culebra se dio el fenómeno cuando la Marina de Guerra de los Estados Unidos hacía años había abandonado la isla municipio. En Vieques los triunfos se dieron mayormente estando la Marina en ocupación de gran parte de ésta isla municipio.

El grupo que representó a la Estadidad en el plebiscito fue denominado como Asociación de Estadistas Unidos. Su estructura funcionó como un partido político organizado. Sus orígenes se remontan a la asamblea que celebrara el Partido Estadista Republicano en enero de ese año en el hotel San Gerónimo en San Juan. En dicha asamblea, como hemos indicado, se encontraron facciones que debatieron acaloradamente por la participación en el plebiscito, algunos en contra y otros a favor. La facción que favorecía la participación en dicho evento electoral tenía a su líder Luis A. Ferré. La facción contraria a participar era liderada por el presidente el Partido Estadista Republicano, Miguel Ángel García Méndez. Ambos eran concuñados. De dicha asamblea salió el grupo que acudiría al plebiscito. Viéndolo en perspectiva, lo que en realidad salió ese día fue un nuevo partido político en ciernes y el anticipo del sistema de dos partidos en Puerto Rico, que ha durado hasta el día de hoy..

Cuando se comparan los números obtenidos en el plebiscito por las diferentes agrupaciones políticas con los resultados que los partidos políticos obtuvieron en las elecciones de 1964, encontramos que “el movimiento de Muñoz perdió 62,148 votos; el de Ferré, 10,315 y el de la Independencia 17,953.”[27] La Estadidad “aumentó en una dramática proporción de 5 por ciento en comparación con los votos del PER en 1964.”[28] Todo el universo electoral del Partido Estadista Republicano, prácticamente, participó en el plebiscito y votó por la estadidad. Fue una emigración masiva que quedaría evidenciada en los resultados de las elecciones de 1968, donde ganaría el Partido Nuevo Progresista y el Partido Estadista Republicano perdería para siempre su franquicia electoral.

Luego de la certificación de los resultados, la guerra de interpretaciones por parte de los líderes de cada grupo no se hizo esperar. Luis A. Ferré anunciaba “que solicitará del Congreso de los Estados Unidos que inicie los más pronto posible las vistas públicas sobre el proyecto de estadidad de Puerto Rico.”[29] Ferré, además, convocaría a “una asamblea de Estadistas Unidos para tomas “aquella acción que sea necesaria en el cumplimiento del deber y responsabilidad hacia el pueblo puertorriqueño.”[30]

En el bando estadolibrista, los resultados plebiscitarios crearon una vorágine de dudas y sentimientos e interpretaciones encontradas que fue llamativo en el espectro político puertorriqueño. El Comisionado Residente en Washington, Santiago Polanco Abreu, llegó a afirmar que “no puede haber la menor duda del deseo del pueblo de Puerto Rico.”[31] Sugiriendo que la decisión fue a favor del Estado Libre Asociado. De igual manera, se pronunciaron panegiristas del Partido Popular Democrático y del actual estatus político, como Alex W. Maldonado, aunque con la salvedad de que “Ferré tiene causa para estar alegre y animado. Nadie puede negar que la estadidad salió mucho mejor de los que esperaban la mayor parte de los observadores.”[32]

Luis Muñoz Marín, por su parte, afirmó que “el interminable debate sobre el status político de Puerto Rico terminó ayer, agregando que ‘el pueblo ha dado un claro endoso al Estado Libre Asociado expresando su sentir de que el status es para servirle al pueblo y no el pueblo para servirle al status.” Añadiendo que, “para los que quieran continuar el debate la Constitución garantiza la libertad de palabra, pero también garantiza la libertad de oírlos.”[33]

Durante los actos oficiales del 25 de julio de 1967, dos días después de celebrado el plebiscito, Luis Muñoz Marín afirma, que “el Estado Libre Asociado es el estatus político de Puerto Rico como la Independencia es el de Estados Unidos y la Estadidad el de Nueva York, California y Tejas. Los que decidan seguir el estéril ejercicio de debatirlo podrán hacerlo estérilmente en el uso de la libertad de palabra que la Constitución les garantiza.”[34] Para Muñoz Marín, el Estado Libre Asociado se “ajustará en todo momento al mandato que han dado en el texto mismo de la papeleta de votación.”[35] Según Muñoz Marín, “el debate de un siglo sobre el status político ha terminado. El pueblo de Puerto Rico le puso fin el domingo 23 de julio.” De igual manera se pronunciaba el entonces senador Luis Negrón López, afirmando que el Estado Libre Asociado es la fórmula ganadora y que el camino a seguir era actualizarlo acorde a los tiempos. En términos generales, la reacción del alto liderato popular fue de pronunciarse que el Pueblo había escogido esta fórmula de estatus de manera convincente y soslayar el porciento que había obtenido la alternativa de la Estadidad. El senador Luis Negrón López ya se perfilaba como candidato a gobernador para las elecciones de 1968 y se había formado un movimiento denominado “Jíbaros de Negrón” con ese propósito, que se había originado en el municipio Yauco, que desde hacía unos pocos años venía impulsando su candidatura. Ese día, durante la actividad festiva del gobierno, “una campaña abierta” a favor de Negrón López se llevaba a cabo con distribución de fotos y propaganda.[36]

Mientras tanto, en Ponce varios líderes del Partido Popular se reunían, entre los que se encontraban Ramón García Santiago, presidente de la Junta de Planificación, y el ex alcalde de la Ciudad Señorial, Andrés Grillasca, para analizar el por qué la fórmula del Estado Libre Asociado perdía en dos precintos de la ciudad.[37] La nueva realidad política era avasalladora dentro del todopoderoso Partido Popular Democrático. Los cambios se estaban dando de manera vertiginosa y las reacciones de los afectados era tardía en comprender el significado de los mismos.

En el bando independentista Gilberto Concepción de Gracia expresaba que “el movimiento abstencionista en nuestro país ha ‘tenido un completo éxito’ y que el Partido Independentista denunciará el plebiscito en las Naciones Unidas y en Hispanoamérica.”[38] Por otro lado, “el líder soberanista José Milton Soltero manifestó que en el pasado plebiscito ‘las fuerzas del patriotismo y la puertorriqueñidad lograron una victoria resonante.”[39]

El ambiente sombrío dentro del popularismo contrastaba marcadamente con la euforia que se vivía dentro de las huestes estadistas. Luis A. Ferré anunciaba, respondiendo a afirmaciones de Luis Muñoz Marín en el sentido de que el problema del estatus político de Puerto Rico se había solucionado para siempre, que “hoy mismo comenzamos con más ahínco que nunca nuestra lucha por lograr la estadidad para Puerto Rico desde este movimiento de Estadistas Unidos.”[40] Ya era evidente que los resultados catapultaban a la agrupación Estadistas Unidos a formar un nuevo partido político. Sería otra coyuntura histórica donde se formaría un nuevo partido, producto de agrios diferendos dentro de otro partido, que aspiraría por la obtención del poder gubernamental en Puerto Rico.

La propuesta de Luis A. Ferré luego del plebiscito fue de que en una asamblea de Estadistas Unidos ésta agrupación “se convierta en un partido político en defensa de la Estadidad para Puerto Rico.”[41] Incluida en su propuesta hizo claro que la figura de Miguel Ángel García Méndez no estaría en el nuevo partido a fundarse: “Nuestro movimiento seguirá por un camino completamente distinto al del señor García Méndez.”[42] Era una clara división y distanciamiento entre estos dos líderes que habían estado en el fragor de la política juntos desde la década de 1930. Ambos habían fundado la Unificación Tripartita Puertorriqueña en 1940 y ambos habían sido miembros de la Convención Constituyente en 1952 y habían sido los líderes principales en el Partido Estadista Republicano desde las elecciones de 1952 hasta la famosa Comisión de Status de 1964 a 1966, que antecede al plebiscito.

Miguel Ángel García Méndez manifestaba que los votos obtenidos por la Estadidad eran productos de los votos obtenidos por el Partido Acción Cristiana en 1964 y de cien mil populares desafectos con el estadolibrismo.[43] Por su parte, Ferré, que ya había descartado la posibilidad de una reconciliación, le respondía que García Méndez perdió el respaldo de los estadistas; “ha perdido en relación al sentimiento estadista.”[44] De hecho, siempre se ha comentado en la historia oral pueblerina que en cada elección celebrada eran muchos los estadistas que votaban en contra de Miguel Ángel García Méndez. Muchos de ellos eran los seguidores de Rafael Martínez Nadal, que todavía quedaban vivos, y que no le perdonaban lo ocurrido en las elecciones de 1940 cuando las fuerzas estadistas se dividen al fundarse la Unificación Tripartita Puertorriqueña y el Partido Popular logra ganar el Senado.

Un hecho interesante que se dio durante estos días fue el anuncio por parte del presidente del Partido Estadista Republicano de extender por dos semanas el homenaje a José Celso Barbosa, cuyo natalicio es el 27 de julio. Según se informó en la prensa, “tres de los organismos directivos del Partido estadista Republicano acordaron ayer extender por dos semanas el homenaje de recordación que esa colectividad habrá de tributarle este año al prócer doctor José Celso Barbosa, fundador del Partido republicano y precursor del ideal de Estadidad para Puerto Rico.”[45] Esto en realidad fue una estrategia diseñada por el liderato republicano para, mediante el sentimentalismo, evitar la hemorragia de votos que se estaba dando dentro del Partido Estadista Republicano por los dramáticos resultados del plebiscito.

Mientras todo esto pasaba en nuestro entorno insular, en el Congreso de los Estados Unidos varios congresistas se reiteraron en que la estadidad “se encontraba hoy lejos de ser una causa perdida.” Opinaron algunos de ellos, “que el número de votos depositados por los partidarios de la estadidad dejó las puertas abiertas para la eventual admisión de la Isla como el Estado 51 de la Unión.”[46] Todo esto fue registrado ampliamente en la prensa de los Estados Unidos, mayormente, los periódicos The New York Times y The Miami Herald que “estuvieron de acuerdo en que los resultados del plebiscito efectuado en la Isla el domingo demostraron que el pueblo se siente satisfecho actualmente bajo el Estados Libre Asociado.” Sin embargo, “ambos diarios convinieron en que el ideal de estadidad salió fortalecido de la consulta.”[47]

El 30 de julio, siete días después de la celebración del plebiscito, Ferré y otros líderes estadistas se pronuncian a favor de la creación de un nuevo partido. Todo comenzó como una celebración por los resultados obtenidos, comenzando en Cataño y terminando en Ponce durante la tarde. La asistencia a la actividad en la ciudad sureña se calculó en alrededor de 25,000 personas. Fue en dicha actividad que se anuncia la asamblea que dará paso a la fundación de un nuevo partido, que entre otras cosas, “defenderemos la estadidad porque con ella conseguiremos las aspiraciones de mayor libertad del pueblo.”[48] En dicha actividad Ferré le respondió a Luis Muñoz Marín “que la discusión del status de Puerto Rico nunca puede terminar, mientras la isla no tenga estatus. Ferré era claro en cuanto a que Puerto Rico sólo tendrá status cuando sea República Independiente o Estados Federado.”[49] Cónsono con estas afirmaciones de Luis A. Ferré fueron las del líder independentista Rafael Soltero Peralta, miembro del Congreso Anticolonialista, que “el debate sobre el estatus político no ha terminado.”[50]

La noticia de que se crearía un nuevo partido fue difundida y comentada ampliamente. Para el analista político y periodista de el periódico El Mundo, Alex W. Maldonado “la necesidad de un nuevo partido principal en Puerto Rico parece de todo punto evidente. García Méndez y sus tácticas políticas simplemente pertenecen a una época.”[51] Ante esta vorágine política donde un partido nuevo nacía y uno viejo decaía, evidenciando el comienzo de una nueva época en la historia política de Puerto Rico, Miguel Ángel García Méndez, líder del estadoismo por varias décadas, afirmó que Luis A. Ferré tenía el deber de reconciliarse no con los líderes, sino con el Partido Estadista Republicano.

Las acciones y reacciones de ambos bandos, entre el Partido Estadistas Republicano y Estadistas Unidos, eran casi diarias. Esto es típico de la política y de las luchas por el poder en todo tiempo y espacio histórico. Es la condición humana de cómo enfrentarse y actuar en las refriegas políticas o de diversa índole. El ser humano es el mismo en todo tiempo y lugar, y eso lo estamos viendo en el presente, donde las actuales luchas políticas nos recuerdan las luchas del pasado como la que es objeto de este estudio. Por eso, el partido de García Méndez, con él como su portavoz, anunciaba reunirse el 13 de agosto con carácter de urgencia para atender las circunstancias del momento.[52] En cambio, Estadistas Unidos anunciaba la creación de los comités que estarían a cargo de organizar el acto fundacional del Partido Nuevo Progresista. Como presidente del Comité de Organización estaría el líder Luis A. Ferré y del Comité de Credenciales, Benny Frankie Cerezo. La asamblea era una de “delegados, pero el público podría asistir a la misma libremente”.[53] La reacción de los estadistas con la creación de un nuevo partido creció como combustión espontánea en todo Puerto Rico. En toda el área de San Juan, en particular, se dio este fenómeno.[54]

Como todo partido político tiene una insignia la nueva agrupación partidista en ciernes quería usar el símbolo identificado en el plebiscito; la palma real. El partido a inscribirse, que llevaba el provisional nombre de Partido Progresista Federado, sometió cuarenta y dos inscripciones con la palma real y la palma de cocos como insignia. Luis A. Ferré, en sesión privada que tuviera con el liderato de Estadistas Unidos aseveraría que “seguiremos insistiendo en que la Palma sea el símbolo del nuevo movimiento.”[55] Para Ferré era justo que se usara la Palma como símbolo, “ya que el propósito de evitar que se usen símbolos del plebiscito como insignias de partidos era evitar su uso por cualquier agrupación en perjuicio del movimiento que utilizó en el plebiscito dicho símbolo.” Por su parte, el constitucionalista Santos P. Amadeo manifestaba que la prohibición “constituye una limitación arbitraria e irrazonable de la franquicia electoral, así como de la discreción que deben tener los partidos políticos en un sistema democrático de Gobierno.”[56]

Los resultados del plebiscito tendrían una fuerza telúrica que se manifestaría como una reacción en cadena en el agitado proceso histórico del momento. En Washington, el congresista Jon P. Saylor, republicano por Pennsylvania, presentaría un proyecto en el Congreso para que Puerto Rico tuviera dos comisionados residentes, cantidad que solo la había tenido Filipinas desde 1900 hasta el año de su independencia en 1946. Dicha legislación, “aboga por que los puertorriqueños voten en las próximas elecciones en la Isla para seleccionar dos Comisionados Residentes en lugar de uno, como lo han estado haciendo hasta ahora.”[57] La medida estipulaba “que los dos comisionados no pueden representar al mismo Partido Político.” De inmediato recibió el respaldo del máximo liderato de Estadistas Unidos. Para Ferré, “ese proyecto está en línea con nuestras ideas.” Por su parte, Carlos Romero Barceló, que fungía como secretario de la Asociación de Estadistas Unidos, expresaba: “Esta pieza legislativa, que es muy sabia, puede entenderse como demostración de la impresión causada por nuestro movimiento, que es la primera fuerza de oposición hoy día en Puerto Rico.”[58] Esto en realidad era una manera de, mediante sus contactos políticos en Washington con miembros del Partido Republicano, crear un balance de poder y, a su vez, tener un recurso efectivo para adelantar sus propósitos ideológicos e impactar en la realidad electoral de Puerto Rico.

El desarrollo de los preparativos para la fundación del Partido Nuevo Progresista llevaba un paso acelerado. En la asamblea a celebrarse el 20 de agosto en la cancha bajo techo de Country Club en el municipio de Carolinas se elegiría “el nombre, la insignia y el presidente provisional del nuevo partido.” También, se elegiría “un directorio de nueve a doce personas, que preparará una asamblea constituyente para unos meses más tarde.”[59]

El domingo 20 de agosto de 1967 quedó constituido el nuevo partido. Su nombre provisional fue Partido Progresista Unido. Con una asistencia estimada en unos 7,500 personas, la asamblea “eligió por unanimidad la palma de cocos como la insignia de la nueva agrupación, cuyo lema será: Seguridad, Igualdad y Progreso.”[60] Durante la asamblea se le ofreció a los asistentes “un informe sobre la labor rendida en la campaña plebiscitaria por ‘Estadistas Unidos’. Luego se presentó y aprobó una moción acordando disolver esta agrupación no partidista.”[61] También se creó una mesa presidencial, compuesta por veintinueve personas, y se eligieron cinco vicepresidentes provisionales: Justo Méndez, Jorge Luis Córdova Díaz, Jesús Hernández Sánchez, Carlos Romero Barceló y Hernán Padilla. Curiosamente, una de las disposiciones “del reglamento provisional aprobado limita a ocho años (dos términos electorales) la incumbencia de los legisladores, alcaldes y Gobernador del nuevo partido.”[62]

Un dato que merece mención lo es que “[l]os populares de Ponce que votaron bajo la Palma en el plebiscito de julio no regresarán al PPD y se dedicarán a respaldar al nuevo partido pro estadidad.” Los populares ponceños pro estadidad estaban cobijados en una agrupación que presidía Nelson Escalona Vincenty: Populares Bajo la Palma. Según Escalona Vincenty, que luego sería senador por acumulación de 1969 a 1972, “[s]e espera que se le haga entrega a Ferré de una resolución que expresa que están dispuestos a ingresar al nuevo partido, que no sea ni de republicanos ni de ningún otro partido, sino de puertorriqueños que quieren un cambio, de electores deseosos de que haya igualdad, progreso y seguridad.

Conclusión

El proceso de enero a agosto de 1967, un periodo de apenas ocho meses, es uno de los más rápidos en Puerto Rico en cuanto a la fundación de un partido político. Como dijimos, de la asamblea en enero de ese año salió un partido político que en corto tiempo creó toda una estructura política en todos los municipios de la Isla. Luego del plebiscito dicha estructura ya era un partido de facto que en asamblea adquiriría carta de ciudadanía. Sorprende que desde el plebiscito hasta la asamblea fundacional solo pasaron veintiocho días; menos de un mes. La fundación del Partido Nuevo Progresista y el triunfo en las lecciones de 1968 cambiaría para siempre la realidad política en Puerto Rico. Fue en 1968 que nació el bipartidismo, el sistema de dos partidos en Puerto Rico, que luego se afianzaría con en 1976 con el triunfo holgado de este mismo partido y que ha durado hasta el día de hoy, con las conocidas alternancias en el poder.

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Creación del PNP – Indice – Historia del PNP

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bibliografía.

Fuentes primarias.

  1. El Mundo.

Fuentes Secundarias.

  1. Guillermo A. Baralt, Desde el Mirador de Próspero: la vida de Luis A. Ferré. 1904-1968.Tomo I. San Juan. 1996.
  2. Luis González, Otra invitación a la microhistoria. Fondo de Cultura Económica. 1997.
  3. Antonio Quiñones Calderón, Del Plebiscito a La Fortaleza. Ediciones Nuevas. 1982.
  4. José Trías Monge, Historia Constitucional de Puerto Rico. Vol. IV. Editorial Universitaria. 1981.

 

 

[1] Luis González, Otra invitación a la microhistoria. Fondo de Cultura Económica. 1997. Pág.11.

[2] Guillermo A. Baralt, Desde el Mirador de Próspero: la vida de Luis A. Ferré. 1904-1968.Tomo I. San Juan. 1996. Pág.263.

[3] Antonio Quiñones Calderón, Del Plebiscito a La Fortaleza. Ediciones Nuevas. 1982. Pág. 109.

[4] Ibíd.

[5] El Mundo. 23 de enero de 1967. Pág.1

[6] Ibíd.

[7] Ibíd.

[8] El Mundo. 16 de agosto de 1967. Pág. 4.

[9] El Mundo. 22 de julio de 1967. Pág. 3.

[10] Ibíd.

[11] El Mundo. 24 de enero de 1967.

[12] El Mundo. 25 de enero de 1967. Pág. 1.

[13] Ibíd.

[14] El Mundo. 14 de julio de 1967. Pág. 1.

[15] Ibíd.

[16] El Mundo. 15 de julio de 1967. Pág. 1.

[17] Ibíd. 60.

[18] El Mundo. 19 de julio de 1967. Pág. 1.

[19] El Mundo. 22 de julio de 1967. Pág. 1.

[20] El Mundo. 21 de julio de 1967. Pág. 10.

[21] El Mundo. 22 de julio de 1967. Pág. 3.

[22] Ibid. P. 3.

[23] El Mundo. 24 de julio de 1967. Pág. 5.

[24] El Mundo. 24 de julio de 1967. Pág. 1.

[25] http://209.68.12.238/cgi-bin/eventos.pl?evento=1967 (Accesado el 17 de noviembre de 2015)

[26] Ibid.

[27] Antonio Quiñones Calderón, op.cit. Pág. 144.

[28] Ibid. 145

[29] El Mundo. 24 de julio de 1967.Pág. 1.

[30] Ibíd.

[31] El Mundo, 25 de julio de 1967.Pág. 1.

[32] Ibíd. Pág. 7.

[33] El Mundo. 24 de julio de 1967. Pág. 1.

[34] El Mundo. 26 de julio de 1967.

[35] Ibíd.

[36] El Mundo. 27 de julio de 1967. Pág.26.

[37] El Mundo, 26 de julio de 1967. Pág. 1.

[38] El Mundo. 24 de julio de 1967. Pág. 3.

[39] El Mundo. 28 de julio de 1967. Pág. 14.

[40] Op. Cit.

[41] El Mundo, 27 de julio de 1967. Pág. 1.

[42] Ibíd.

[43] El Mundo, 28 de julio de 1967. Pág. 3.

[44] El Mundo, 29 de julio de 1967.

[45] op cit.

[46] El Mundo. 24 de julio de 1967. Pág. 1.

[47] El Mundo. 27 de julio de 1967. Pág. 70.

[48] El Mundo. 31 de julio de 1967.

[49] Quiñones Calderón, op cit. Pág. 163.

[50] El Mundo, op cit.

[51] Ibid.

[52] El Mundo. 2 de Agosto de 1967.

[53] Ibíd.

[54] El Mundo. 4 de Agosto de 1967. Pág. 52.

[55] El Mundo. 7 de Agosto de 1967. Pág. 15.

[56] Ibíd.

[57] El Mundo. 11 de Agosto de 1967.Pág. 1.

[58] El Mundo. 12 de Agosto de 1967.

[59] El Mundo. 14 de Agosto de 1967. Pág. 8.

[60] El Mundo. 21 de Agosto de 1967. Pág. 1

[61] Ibid.

[62] Ibid.

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