Nadie sabe cuántas mujeres han desaparecido en Puerto Rico en las últimas décadas, muchas de las cuales se presumen muertas, víctimas del maltrato machista o víctimas de depredadores sexuales.
Tras celebrarse ayer el Día Internacional de la Mujer Trabajadora la psicóloga social y activista comunitaria Katherine Angueira Navarro sostuvo que no hay un movimiento concertado donde se levante una sola voz en reclamo de la búsqueda de esas mujeres ni por parte de las autoridades ni por organizaciones sociales.
Angueira Navarro dijo que muchos de los casos, algunos de los cuales no obran en los registros policiales, se encuentran reseñados en la red social Facebook bajo el título “Seguimiento de casos”.
De hecho, la Policía no tiene un registro actualizado de mujeres desaparecidas. Algunas de las querelladas como desaparecidas han regresado a sus hogares. De haber un registro es posible que se trate de varios centenares de casos.
Se presume que hay alrededor de 30 mujeres desaparecidas entre el 2013 al 2015, y que al menos en cuatro de los casos se cree que fueron asesinadas. Una de ellas es la masajista Liza Damaris Ruiz Sánchez, cuya desaparición fue informada el 31 de diciembre del 2014.
La mujer tenía 35 años y era vecina de Trujillo Alto. Su automóvil fue recuperado días después.
El 1 de junio de 2014 se informó la desaparición de Yaniris García, que tenía 33 años de edad y era vecina de Caparra Terrace.
El 29 de marzo del 2015 se informó como desaparecida a Tania Vargas López, de 33 años de edad, vecina del Residencial El Carmen, en Mayagüez. En el Área de Mayagüez la Policía mantiene activa desde mediados de la década del 2000 la desaparición de Edna Vidró, que ocurrió en Sabana Grande. En ambos casos hay sospechas de que fueran víctimas de violencia de género.
Otro de los casos de mujeres desaparecidas que ganó notoriedad fue el de la joven madre Jackeline Meléndez Díaz, que ocurrió el 22 de octubre del 2014 cuando salió de su casa en Aibonito para alegadamente encontrarse con un hombre que había sido su pareja, a la que ella había denunciado por maltrato.
En estos tres casos las autoridades han realizado búsquedas con resultados infructuosos.
El 1 de noviembre del 1998 se registró otro caso que ganó notoriedad y en el que la Policía realizó numerosas búsquedas. Con el tiempo la desaparición de la estudiante universitaria Iris Deborah Torres Ocasio, que era vecina de Trujillo Alto y quien posiblemente fue sepultada en algún punto cercano al lago Las Curías, en Cupey, quedó en el olvido.
Aunque la Policía le pisó los talones al sospechoso, con el tiempo desaparecieron testigos, algunos de ellos asesinados.
La Policía y la Interpol también mantienen engavetadas las desapariciones de tres adolescentes que se presumen fueron víctimas del depredador sexual Amílcar Matías Torres, quien cumple condena en el foro federal. Una de las niñas, Cristina Esther Ruiz Rodríguez, tenía 13 años cuando desapareció el 21 de mayo del 2006. Kamile Stephanie Burgos, de 12 años de edad, desapareció el 8 de julio del 2008 y Yaritza Aponte Soto, tenía 17 años, cuando desapareció el 10 de febrero del 2001.
Todas habían conocido a Amílcar a través de la Internet. Posteriormente Amílcar fue acusado y convicto por contactar con fines sexuales a otras menores.
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