Serán pocos los que lo admitan abiertamente. Tal vez ninguno lo haga. Sería un sacrilegio, de esos que te pueden causar la expulsión de algún club privado y libre de impuestos. Pero en el fondo, tal vez en la intimidad del asiento del baño, mientras piensan, suspirarán con alivio porque ya hay un villano que culpar. La burbuja de ilusiones y sueños económicos que por décadas nos creímos, terminará de explotar y los dedos señalando apuntarán al norte.

Sila/AAV Multiplicaron la Deuda de Puerto Rico Sin Obras – de $27 Billones a $69 Billones Sin Obras – Los Mayores Por Mucho Culpables del Desastre

En el camino se perdió hasta la ilusión que teníamos de vivir en una democracia, con gobierno propio y funcionarios electos con capacidad de decidir. Pero eso no importa. Al final del día lo esencial es el título, el standing, el reconocimiento, la tarjetita de presentación que dice alcalde, representante, senador. Y el salario, sobretodo.

Además, el futuro ya no es tan incierto. De aquí a cuatro años, cuando la campaña nuevamente esté ardiendo y Juanita le cuestione al político por qué eliminaron tal o cual agencia, tendrá una respuesta: ¨eso fueron los gringos¨. Cuando pregunten por la eliminación de aquel programa comunitario repetirán: ¨eso fue la junta de Washington¨. Cuando se enfrenten a un desempleado que, en pos de reducir los gastos del gobierno, se quede sin trabajo, -adivinen la respuesta-: ¨eso fueron los republicanos¨. Así el lastre político será menos doloroso y tal vez puedan ser reelectos.

Y es que en la política todo se resume en cálculos y culpas. Los cálculos le dicen al político qué calle asfaltada le produce más votos. Las culpas le dicen cuántos pueden retener. Y si los jeques grandes del norte, por los que nadie vota en Puerto Rico, cargan con la culpa, pues se produce ¨lo mejor de dos mundos”, al menos para los políticos.

El problema es el dolor. Desde mucho antes de 2006, año en que diariamente los noticieros reportaban los cierres de fábricas, se sabía cómo atajar la crisis fiscal que se generaba en el gobierno; se sabía de las corporaciones públicas sin razón de existir; de la insolvencia de decenas y decenas de gobiernos municipales que no tienen razón de ser; del batatal de politiqueros en las agencias; de los problemas de contabilidad, de la ineficiencia oficial, y del sistema político podrido que compra el voto de los que dependen del gobierno y se vende a los que apuestan a un contrato para hacerse millonarios.

Esto no es el elefante en la sala de la casa. Es Dumbo en el apartamentito chiquitito e hipotecado de Puerto Rico. La transformación del gobierno y las finanzas públicas fue la asignación retrasada por años porque costaba votos. Se pudo hacer de manera planificada, ordenada y con una anticipación como para que no implicara sangre a borbotones. El problema era el cálculo de votos. Y el paciente no quería la medicina amarga. Mejor que venga otro y sane al enfermo aunque ahora requiera una operación mayor, porque lo importante no es bienestar común sino la reelección.