A diez días de que el gobierno tenga que pagar más de $400 millones por las notas del Banco Gubernamental de Fomento (BGF) y a poco más de un mes para el vencimiento de $700 millones en bonos de Obligación General (GOs, por sus siglas en inglés), la administración de Alejandro García Padilla mantiene sobre la mesa la moratoria del pago de la deuda, pero activó desde hace rato una moratoria para la transparencia.

Desde el lunes, la principal oficial financiero del gobierno, Melba Acosta Febo, se mantiene en reuniones con los acreedores del BGF para negociar el vencimiento de las notas el 1 de mayo, pero nada se sabe sobre el avance de estas conversaciones.

Irónicamente, al tiempo que Acosta Febo “negocia” los términos de pago en la ciudad de Nueva York, el primer ejecutivo Alejandro García Padilla, lanzó ayer una amenaza a los acreedores y los llamó a tomar la Ley de Moratoria como un “wake up call”.

“Si no negociamos de buena fe, vamos a tener que activar la ley (de moratoria)”, sostuvo García Padilla.

Aunque reconocemos el reclamo de diferentes sectores del País sobre la necesidad de auditar la deuda, nos preguntamos: ¿cómo se puede plantear la “buena fe” si al día de hoy la administración de turno no ha presentado los estados financieros auditados del gobierno?

Una vez más, la administración García Padilla incumplió su propia fecha límite. En febrero, cuando se publicó el borrador del estado financiero auditado por la firma de contables KPMG, el primer ejecutivo aseguró que el documento auditado estaría listo la primera semana de abril. Hasta lo puso por escrito al presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Paul Ryan.

A diez días para que culmine el mes de abril, tanto el Congreso como el País, siguen esperando la radiografía de las finanzas del gobierno.
Cómo se puede convencer al Congreso de que Puerto Rico se enfrenta a una crisis humanitaria si tras múltiples pedidos no se ha podido cumplir con la entrega del estado financiero auditado.

En tanto, Puerto Rico sigue sumido en la incertidumbre. El director de la Oficina de Gerencia y Presupuesto (OGP), Luis Cruz Batista, confirma en nuestra edición de hoy que el presupuesto para el nuevo año fiscal está en veremos ante la espera de una acción congresional dilatada por una división dentro del Partido Republicano, colectividad poco convencida de la gravedad de la crisis fiscal en la Isla.

Y mientras el ejecutivo espera acción del Congreso, son los suplidores del gobierno los que siguen asumiendo el impacto de las malas decisiones administrativas con cientos de millones de deudas por cobrar a sus costillas. Es el estudiantado de educación especial el que sufre la interrupción de los servicios de terapias o transportación ante la falta de pago a los contratistas del gobierno.

Se sigue pasando factura a la Isla con una marcada reducción de plazas de trabajo -13,000 empleos menos en comparación con el mes de marzo del año anterior- y sin propuestas de desarrollo económico que muestren una luz al final del túnel.

Llegó la hora de poner las cartas sobre la mesa. El gobierno debe demostrar con los estados financieros auditados en mano que ha recortado todo lo que puede y que no hay manera de cumplir con el pago de la deuda. De lo contrario, seguiremos viendo como nuestros hermanos optan por mudarse de la Isla; una marcada migración que hasta los congresistas republicanos mencionan con preocupación en cada audiencia pública en la que se discute la crisis fiscal de Puerto Rico.
Es hora de quitarle la moratoria a la transparencia.

Esta nota aparece en la edición impresa de El Vocero.

EL VOCERO/Archivo

¿De verdad? Han pasado días desde que el señor Juan Zaragoza, secretario de Hacienda, pronunció su frase lapidaria, que le perseguirá como fantasma, de que “se acabó la pachanga”. Ello en referencia a su jaque mate al ritual de catarsis social en que al cierre de la media-noche de 15 de abril, los(as) contribuyentes celebraban la entrega de “la dolorosa”. El señor Zaragoza informó al país que a las 6:00 p.m. cerrarían las oficinas del Departamento de Hacienda (Hacienda). No obstante, parece que el señor Zaragoza no se aplica su propia receta de cumplimiento diligente con el Pueblo. Mientras festeja que, con raras excepciones, los(as) contribuyentes tendrían que radicar sus planillas electrónicamente con su correspondiente pago, Hacienda no rinde cuentas al Pueblo.

¿Acaso la magia de la tecnología no reduciría en miles de horas de trabajo de recursos humanos procesando cada planilla manualmente? ¿Acaso su programación robotizada no detectaría al instante los “errores matemáticos”? ¿Estará por verse los “errores” y “horrores” de la forma encajonada y acartonada de la camisa de fuerza de la planilla electrónica que impide que el(la) contribuyente provea información explicativa con su correspondiente evidencia? ¿Traerá esto o no una nueva gama de problemas aparentemente no anticipados?

De igual forma, ¿acaso esa misma tecnología robotizada no le proveyó al instante a Hacienda, al cierre de las 6:00 p.m. del 15 de abril, no solamente la cantidad de planillas radicadas electrónicamente, sino el total de dinero recaudado? ¿Dónde está la transparencia objetiva del cómputo mecanizado de la suma sencilla del total de recaudos? No estamos hablando de algoritmos complejos. Es una suma sencilla del total recaudado. ¿No se acabó “la pachanga”? ¿Hacienda continuará con su baile carnavalesco de máscaras de hipocresía adornadas con lentejuelas de excusas de que no hay que rendirle cuentas al Pueblo? ¿La comparsa del gabinete ejecutivo baila al son de que “siga la jauja”? En contraste, el País recuerda que aún con las sábanas de papeletas contadas manualmente, una a una, palito a palito, con raras excepciones, se anunciaban los resultados electorales esa misma noche.

Igual que al día de hoy no se han rendido los informes auditados de las finanzas de Puerto Rico, ni se han devuelto la totalidad de los reintegros correspondientes al año contributivo 2014, ¿el gobierno usa la magia de la tecnología para escondernos el total de recaudos de sus súbditos? No hay rendimiento de cuentas claras al Pueblo. ¿Se les olvida que el tracto del dinero (“paper trail”), del pasaje al destino desconocido, también deja huellas electrónicas?

Como si eso fuera poco, tanto Hacienda como el Banco Gubernamental de Fomento, le hacen eco a los(as) ladrones de la noche que nos roban la democracia en el Capitolio. ¿Por qué guardan el secreto de dónde se depositaron y cuán rápido se movieron, si fueron movidos, dichos recaudos de las arcas públicas? ¿A qué banco, si alguno, fueron transferidos electrónicamente? ¿Se movieron a la velocidad del rayo a las cuentas recién abiertas en el Banco Popular y Citigroup u otras entidades financieras? ¿Ese dinero está guardado en una “nube cibernética” esperando que le pase una avioneta piloteada con algún inversionista político(a) para bombardearlo con el “cacao” necesario para hacerle llover, ya “no café en el campo”, sino billetes verdes? Y hablando de “vívoras” que se tragan vivos a los mal llamados “buitres”, ¿bajo qué criterios se seleccionaron unas empresas bancarias o casas de corretajes? ¿Cuáles son los términos contractuales con el Banco Popular, Citigroup y cualesquiera otra casa de corretaje? ¿Cuáles son sus tarifas por servicios por poner a correr el dinero de las arcas públicas para su propio beneficio? ¿Cuánto ganan en comisiones en cada transacción generada? ¿En qué instrumentos invierten ese dinero? ¿Cuánto pierde el Pueblo en esas “movidas” financieras? ¿Se pensarán que el Pueblo no sabe que todos(as) en esa “línea de producción” bancaria con fondos públicos generan ganancias? ¿A son de cuántos “washingtons” y quiénes bailan en esa otra “pachanga”?

La falta de transparencia en torno a las finanzas públicas se fosilizará junto a la Constitución del ELA, cual si fuera el corazón en el Capitolio que late a ritmo mortuario, en la bóveda central del Museo del Gran Engaño Colonial. Estará por verse, ¿si la falta de transparencia es el manto para ocultar la transferencia de los recaudos públicos a “paraísos fiscales”? ¿Estaremos al filo de un nuevo capítulo de “magos de las finanzas” expuestos, no por los “papeles de Panáma”, sino del “Old Colony” en las islas paradisíacas vecinas caribeñas?

Esta nota aparece en la edición impresa de El Vocero.