Por: Diana Rodríguez Vega Ed.D Catedrática Recinto Universitario de Mayagüez
Aun en el estado de emergencia fiscal en que nos encontramos, los aspirantes a la gobernación actúan como si nada importante estuviera pasando en Puerto Rico. Fastidiosas caravanas por pueblos y campos con música estruendosa nos quitan la paz. Entre ese estruendo, una voz exalta el compromiso del aspirante para mejorar la calidad de vida de su pueblo el cual casi nunca se cumple. Eso sí, en el último año de incumbencia vemos carreteras y/o plazas destrozadas ser reconstruidas en corto tiempo con las mismas deficiencias. En fin, se hunde el país y no hay voluntad de parte de nuestros líderes para salvarlo, solo esfuerzos voraces por apoderarse del presupuestito que queda.
La culpa es únicamente de nosotros, los ciudadanos, que por décadas nos hemos conformado con servicios ineficientes y obras de poca calidad que perpetuaron los problemas básicos del país. Por acostumbrarnos a migajas sin protestar, el gobierno se acostumbró a darnos migajas. Por eso hoy vivimos en ciudades, pueblos y campos deteriorados, sucios y faltos de mantenimiento. Más triste aún es que nos hemos acostumbrado a vivir entre el deterioro y suciedad. Qué triste es escuchar a turistas mayormente del exterior expresando que Puerto Rico es una isla bella pero está sucia y abandonada.
Hoy más que nunca urge promover el turismo interno y del exterior con miras a mejorar nuestra economía pero, ¿cómo hacerlo si el gobierno no tiene dinero? Ciertamente, no hay dinero pero sí hay millones de ciudadanos que tenemos el poder para transformar esta bella isla. Ha llegado el momento de demostrar ese poder y amor activando nuestras manos a la obra.
Aunque Puerto Rico cuenta con una belleza natural extraordinaria, la mayoría de las estructuras como edificios, casas y áreas verdes están deterioradas y descuidadas creando así un contraste abismal que crea un efecto negativo especialmente en los turistas que vienen del exterior. Sepamos que el aspecto más importante de un lugar turístico es el ambiente: su limpieza, arquitectura, belleza y apariencia particular (http://www.sheardhudson.com/tourist-destination/).
Los ciudadanos somos los dueños de edificios, casas y áreas verdes por tal razón, si nos propusiéramos limpiar, pintar y mantener ordenadas nuestras respectivas propiedades, veríamos en poco tiempo un cambio monumental del ambiente. Esto no solo promovería el turismo interno y del exterior sino mejoraría nuestra calidad de vida y orgullo de país. No tendríamos que ir al exterior para decir lo bonito y recogido que es el lugar visitado.
Hagamos el experimento comenzando hoy. Limpiemos, pintemos y mantengamos ordenadas nuestras propiedades y áreas verdes. De hacerlo, comenzaremos a romper ese nefasto patrón de conformismo ante el servicio ineficiente brindado en todas las agencias gubernamentales. Estaríamos además, demostrándoles a presentes y futuros políticos la calidad de vida que queremos y que exigiremos a través del voto inteligente y poderoso.
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