Desde que la actual administración del Partido Popular (PPD) tomó posesión en 2013, se ha establecido un patrón de decisiones improvisadas que han atentado contra la dignidad de nuestro pueblo y han causado un deterioro en nuestra economía que se pudo haber evitado.

Desde el nefasto “me vale”, la andanada de impuestos nuevos, los mensajes inconsistentes sobre la situación del gobierno, la falta de transparencia de las finanzas públicas y hasta culminar con la declaración de impago parcial sobre las obligaciones del BGF, las decisiones erradas de la administración García Padilla continúan hundiendo a Puerto Rico a niveles de crisis nunca antes vistos y complican el panorama en la capital federal. La falta de capacidad, visión, y liderazgo es evidente.

La actual administración, junto a sus asesores, insisten en empeorar la crisis del gobierno de Puerto Rico para pretender influenciar al Congreso a que tome un control mayor de nuestras finanzas públicas, nuestra gobernanza y nuestro futuro. Es claro que el Congreso tiene una obligación de ayudar a Puerto Rico, pero la falta de información confiable de estados financieros auditados y la aprobación de leyes inconstitucionales a nivel local, envían señales equivocadas y empeoran la falta de credibiliad del gobierno local en Washinton.

AGP con su inglés de tercer grado colgao es un bochorno para Puerto Rico.

Nuestro pueblo necesita un gobierno con madurez, profesionalismo y experiencia para ejecutar las soluciones a nuestros problemas, mirando hacia atrás solo para aprender de los errores del pasado, y con la visión puesta en levantar a Puerto Rico. No vamos a darnos el lujo de caer nuevamente en manos inexpertas que no sepan hacerle frente al desastre que nos dejará la administración García Padilla-Bernier.

La única forma de atender responsablemente la deuda pública y la crisis económica y fiscal es estabilizando las finanzas públicas, restaurando nuestra credibilidad, y estableciendo una política de diálogo y negociación con nuestros acreedores para acordar términos razonables para poder cumplir con nuestras obligaciones. También tenemos que trabajar juntos para lograr que el Congreso apruebe legislación bipartita que autorice un mecanismo de reestructuración que fomente esas negociaciones consensuales y permita hacerlas valer de forma justa y ordenada.

No cabe duda de que necesitamos que el Congreso actúe, y a eso estoy dedicando todo mi esfuerzo. De igual forma es importante reiterar que si fuéramos estado tendríamos las herramientas necesarias para resolver muchos de nuestros retos. Pero el retraso en la acción congresional no puede ser excusa para continuar llevando a Puerto Rico por un camino por donde nadie gana, y donde quien más pierde es el pueblo.

Todos, tanto funcionarios electos como aspirantes a cargos electivos y líderes de todos los sectores de nuestra sociedad, tenemos que asumir la responsabilidad de resolver los problemas que vivimos hoy. Es hora de cambiar de rumbo. Es hora de levantar a Puerto Rico.