EL COLOSO DEL NORTE

EL COLOSO DEL NORTE

Las noticias de la Guerra de la Indepenencia de los Estado Unidos en 1776 (En 1787 John Quincy Adams dijo que los Estados Unidos debería integrar a la Nación a un territorio en el Caribe, posiblemente Puerto Rico) y los revoluciones libertadoras de las colonias españolas en

United States

América, llegaban diluidas a Puerto Rico porque muy pocos sabían leer. Los españoles no creían en educar a los nativos por temor a que se les rebelaran. La tiranía española entendía que un pueblo educado rechaza el despotismo. Por eso los Reyes de España mantenían a los puertorriqueños en la pobreza y el analfetismo (los Españoles nunca permitieron la creación de escuelas y universidades para los nativos, porque entendían que se les rebelaran, por eso también De Hostos y otros pensadores de esa época llevaron a José Emilio González a concluir en el País de los Cuatro Pisos de que Puerto Rico no tenía cultura para el 1898.)

Ya para el 1850 Puerto Rico comerciaba más con el Coloso del Norte, (por la cercanía geográfica y la pujanza de la nueva nación) los Estados Unidos, que con su metrópolis España.

Para fines de 1867 la consigna general en el pueblo era, «no más Gobierno Español».

Don Ramón Emeterio Betances representó a los Estados Unidos en Sur América y fue el primer puertorriqueño conocido en solicitar la ciudadanía americana. Fue él quien organizó el Grito de Lares en el 1868, poco después de la Guerra Civil de los Estado Unidos.

Dato significativo es que Betances solicitó la ciudadanía americana en el año 1867 (dos documentos dicen que la solicitó, pero los documentos concediéndola no han aparecido) y fue luego enviado como diplomático de los Estados Unidos a Venezuela, quizás también a Francia. En esa época el Presidente Ulises S. Grant propuso al Congreso integrar a Santo Domingo como Un Estado Federado más de la unión. Esto no fue aprobado en el Senado por falta de un sólo voto.

La esclavitud fue abolida en Puerto Rico en el 1873. Desde 1827 al 1833 el General Miguel de la Torre implantó el sistema de las Tres B Baile, Botella y Baraja. Las personas entretenidas se olvidan de sus problemas.

La forma en que actuaban los Gobernadores Españoles la reflejó en el 1887 el General Romualdo Palacios González. Palacios fue quien arreció el famoso Componte a los puertorriqueños. Se les requería una Cédula de Identidad y autorización oficial para transportarse o mudarse de barrio o de pueblo. Se buscaba controlar la sobrepoblación la falta de Cédula o mudarse sin autorización oficial constituía un delito.

No había libertad de expresión, o de asociación y menos aún de prensa. El puertorriqueño era maltratado, perseguido, atropellado y encarcelado. Tumbaban las puertas de su casa de madrugada y lo arrestaban sin justicia ni compasión. No existían derechos civiles, ni humanos para los nativos y esclavos a los cuales se les aplicaba el «cambio». Mientras los españoles elitistas se reunían en los Casinos y enviaban a sus hijos a escuelas normales privadas y a cursar estudios superiores en Europa, para los nativos no había escuelas públicas. No permitieron universidades públicas, ni privadas. Al puertorriqueño se le trataba con el mote peyorativo de «nativo» o «isleño».

Los Españoles, a los que tanto los Puertorriqueños les agradecemos por que nos trajeron su religión, raza, tradiciones y costumbres, fueron pésimos gobernantes, egoístas, déspotas, arrogantes y soberbios. Puerto Rico no se les pudo rolelar porque era un bastión militar fuertemente custodiado y porque padecía de una gran pobreza e ignorancia, lo cual daba lugar a una gran indecisión. El Puertorriqueño aunque muy valiente en lo personal es individualista. Esto hacia difícil el aunar esfuerzos. Según los criollos en Centro y Sur América liberaban sus países, los realistas Españoles arribaban a nuestra isla. Quizás eso nuestro escudo es un cordero acostado y siempre aceptamos la colonia. Hoy, logrando ganarnos el título de la colonia más antigua del mundo.

(«Por qué no participar en la elección del Presidente que toma las decisiones que pueden llevar a nuestros hijos a la guerra? Esa es la forma digna de defender a nuestra juventud.»)